Contenido creado por María Noel Dominguez
Cybertario

Moralismo chic

CYBERTARIO

El presidente Vázquez se sacó el gusto: Uruguay está entre los cinco países del mundo en los que se prohíbe fumar en lugares cerrados de uso público.

(Por Gerardo Sotelo)

22.02.2006

Lectura: 3'

2006-02-22T00:00:00-03:00
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El celo sanitario del gobierno se extiende ahora más allá de los preceptos constitucionales, que confieren al ciudadano y no al Estado la responsabilidad de velar por su salud, para ponerse a tono con el pensamiento único dominante. Como cazar brujas ya no está bien visto y la lucha contra las drogas ilegales ha resultado en un bochornoso fracaso, los moralistas han encontrado ahora una víctima propiciatoria en el tabaquismo, un hábito pernicioso en términos generales pero cuyos daños se vuelven menos severos analizando los datos con serenidad.

Por ejemplo: ¿cuántos uruguayos morirán a causa del tabaquismo este año? ¿Los 2500 que dice Vázquez o los 5.500 que dicen los militantes antitabaco? ¿Cuánto costará al país el vicio de fumar? ¿Los 180 millones de dólares que dice el presidente o los 400 millones que dice la Facultad de Medicina? ¿Se han deducido en estas cifras los aportes de los propios fumadores en cuotas e impuestos y lo que ahorran al BPS por jubilaciones no cobradas al morirse entre ocho y diez años antes que los no fumadores? ¿Se va a extender esta cruzada a otros hábitos igualmente perniciosos como el sedentarismo o el abuso en el consumo de sal y grasas trans? ¿Llegará tan lejos la búsqueda de la virtud colectiva?

Es cierto que en ningún caso el tabaquismo es un hábito saludable y que el Estado debe garantizar el derecho de quienes eligieron no fumar. Lo que no puede es violar los derechos de otros ciudadanos que, pongamos por caso, desean reunirse en un lugar público a escuchar música, conversar, bailar, tomar cerveza y... fumar.

Podríamos trazar un paralelismo entre los militantes antitabaco y los ambientalistas radicales con sólo cambiar "cáncer de pulmón" por "dioxinas" y "accidentes cardiovasculares" por "furanos". En ambos casos se apela a posturas maximalistas, al descrédito moral del adversario (cuya prédica se asocia con la muerte y está siempre motivada por intereses corporativos), a la manipulación de los datos, al terrorismo verbal y lo que es peor, a la excusa de que todo eso se hace en nombre del bien común.

Es reconfortante que en el caso de las plantas de celulosa el gobierno no se haya dejado ganar por la manipulación de los fanáticos, de cuya bondad intrínseca está empezando a desconfiar. Algunas de sus organizaciones más globalizadas como la Greenpeace, siguen sacando buenos dividendos de la sensiblería "chic", al punto de torcerle el brazo a los organismos internacionales con estrategias y métodos que en nada se diferencian de los grupos antitabaco.

Queda fuera de toda sospecha la sensibilidad del presidente en el tema, tratándose de un oncólogo. De ahí que esté resuelto a determinar por nosotros qué nos conviene meter en los pulmones. En este sentido, es una ventaja que no sea proctólogo.