CYBERTARIO

sotelo@montevideo.com.uy

¿Qué razones pudieron inspirar una medida tan singular? Si analizáramos la situación patrimonial de ambos artistas veríamos que Serrat es bastante más rico que Solari. Es cierto que la diferencia es el fruto de su mayor aceptación en el mercado internacional, pero ¡vamos!, que de eso se trata el maldito capitalismo globalizado. ¿No sería esta una buena oportunidad para aplicar el anunciado impuesto a los ingresos con que el gobierno nos atormentará próximamente? En ese caso, mi propuesta sería todavía más radical: pongámosle un impuesto mayor al cantautor de la Unión Europea y démosle ese dinero al argentino.

¿Y qué decir de Fernando Cabrera, que se presenta el mismo día que Solari? ¿No sería justo que pague más el que tiene más y que pague menos el que tiene menos? Redistribuyamos ya la riqueza y cobrémosle a los dos músicos foráneos impuestos mayores para proteger el fino arte de Cabrera, que debe vérselas en figurillas, como todos los artistas nacionales, para llegar a fin de mes.

Piénsese si no en los cientos de músicos de pop latino que hacen las delicias de los sectores más pobres de la sociedad uruguaya. Con la excepción impositiva a Serrat, los herederos sociológicos de la "música tropical" quedarán sometidos a un sistema tributario perverso: mientras sus seguidores abonan impuestos municipales con sus magros estipendios, la pequeña burguesía gozará de un espectáculo desgravado. Así, los que tienen menos ("siempre por desenclavar", como decía Machado) pagarán más y los que tienen más, pagarán...¡nada! ¿Es esta una política tributaria progresista?

Más vale no pensar que la exoneración tiene que ver con la vinculación ideológica entre Serrat y el oficialismo. En ese caso estaríamos ante una auténtica arbitrariedad, por no hablar de injusticia con tantos cantautores uruguayos con mayores méritos políticos.

De modo que el único argumento que queda en pie es el del gusto musical del presidente. Como se trata de un contribuyente montevideano igual que yo, reclamo mi derecho a disfrutar de idénticas prerrogativas. Y eso por no considerar seriamente la concepción política que subyace en este toqueteo discrecional del dinero ajeno, un asunto en el que los uruguayos parecemos estar, al decir del Indio Solari, con "los ojos ciegos bien abiertos".

Suertempila

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