Contenido creado por Gastón Fernández Castro
Cybertario

Astori: huracán en la Universidad

CYBERTARIO. POR SOTELO

(Por Gerardo Sotelo, especial para Montevideo Portal)

Astori volvió a patear el tablero del pensamiento progresista con sus recientes declaraciones a favor de la matricular universitaria.

08.09.2005

Lectura: 3'

2005-09-08T00:00:00-03:00
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Nada menos que un ex decano de la Universidad estatal, manifestó su apoyo a una solución alentada principalmente desde los "think tanks" neoliberales. Peor aún fue el reconocimiento expreso del ministro a su cambio de parecer sobre el punto: "Durante muchos años compartí la opinión contraria... No podemos congelar en el tiempo posturas al respecto... No puede haber posiciones congeladas que nos lleven a no discutir siquiera el tema". ¿Matrícula universitaria? ¿Cambiar de opinión? ¡Too much!

Astori ocupa un rol similar al que tenía Jorge Batlle antes de ser presidente, sólo que con más sobriedad y rigor intelectual. Dice lo que nadie dice, argumenta lo que muchos preferirían no oír y expone de manera cada vez más audaz argumentos cada vez más heterodoxos. Mientras que los sectores más reaccionarios del pensamiento único progresista ven en el "neoliberalismo" la encarnación de la maldad capitalista, otros izquierdistas menos quisquillosos encuentran allí inspiración, en su búsqueda de crecimiento, justicia y equidad. El proceso es bien conocido en todo el mundo aunque poco en Uruguay, donde es más fácil ingresar con un camión lleno de garotos que con una idea nueva.

Ahora que Astori asumió la defensa de la matrícula universitaria, muchas personas que se dicen progresistas podrían reflexionar sobre la utilización de argumentos "ad hominem" para desactivar cualquier debate. Es que desacreditar la idea atacando a quien la defiende, es una falacia tan frecuente como infame.

¿Qué está pasando en realidad? ¿Será que Astori se volvió "neoliberal"? ¿Será que existen argumentos "neoliberales" que por su sentido de justicia son admisibles "por izquierda"? ¿Será que el sentido común ha demostrado ser más sutil que las construcciones ideológicas?

La discusión sobre la matrícula universitaria es sólo anecdótica y puede convertirse en un temporal que involucre asuntos centrales del debate contemporáneo de ideas. Su vinculación con el sistema tributario va más allá de un eventual mecanismo de fiscalización y cobranza. ¿Cómo debe gravarse a los ciudadanos y por qué? ¿Alguien tendría que pagar más por alguna razón? ¿Quién debería beneficiarse? ¿Cómo lograr que esos recursos lleguen a manos de los beneficiarios sin pagar peajes de ineficiencia y burocracia política? ¿Debe la sociedad financiarle el desarrollo profesional a quienes pueden costearlo de su bolsillo? ¿Y qué hay de los que no tienen recursos pero si voluntad de avanzar en su capacitación?

Los periodistas corrimos a pedirle opinión a los universitarios, ya sean estos rectores, decanos, docentes, estudiantes o egresados. Como era de esperar, ninguno demostró demasiado entusiasmo en este asunto. Nuestro celo informativo debió llevarnos hacia los ciudadanos anónimos, esos miles de jóvenes de hoy o de ayer que habrían continuado sus estudios terciarios si no hubieran tenido todo en contra, incluyendo a la propia Universidad de la República. También podríamos habernos interesado en la opinión de quienes pagan sus estudios en universidades privadas mientras disfrutan gratuitamente de talleres, cursos y seminarios de la pública. Podrá no compartirse la idea de Astori sobre la matrícula; lo que no puede negarse es que la presunta gratuidad universitaria hace agua por todos lados.

¿Qué podemos esperar de la confesión del ministro? Que sea víctima de la vieja práctica del disimulo y que, poco a poco, desaparezca de la consideración pública. No se puede permitir que una simple idea tenga los efectos devastadores del huracán Katrina y termine abriendo una brecha en los diques de contención del discurso dominante.

Suertempila