Contenido creado por Gastón Fernández Castro
Cybertario

Héroes de guerra(*)

CYBERTARIO: ESCRIBE GERARDO SOTELO

El título remite a un disco de Hendrix, aquel mestizo que tocaba la guitarrita después de haber sido soldado del imperio americano. Como no tenía ganas de matar a nadie ni de morir joven, se dedicó a la música y a matarse a sí mismo y morirse joven pero colocado.

(Por Gerardo Sotelo, especial para El Portal)

19.01.2005

Lectura: 5'

2005-01-19T00:00:00-03:00
Compartir en


La guerra es así. Matás o morís. Una lógica implacable que iguala a los participantes, cualquiera sean sus objetivos, sus métodos y su puntería. La guerra se hace entre gente que piensa que el futuro le tiene reservado un puesto en la asociación de excombatientes. Una lógica de timberos con ciertos daños colaterales. La guerra es como Jorge Batlle o la dirigencia de ADEOM: nadie reconoce haberlos apoyado pero por algo están allí. Ningún pueblo dice querer la guerra, pero llama héroes a sus guerreros y llena de soldados sus plazas y sus efemérides. Nunca proclaman como héroe a un músico, un científico, un periodista, nadie que no sea militar o futbolista.

A propósito, podríamos parafrasear a un viejo estratega alemán y decir que ''el fútbol es la continuación de la guerra con otros métodos''. El deporte federado en general es un escenario bélico bajo una fachada civilizada, aunque no es el único. ¿Cuántas guerras civiles libramos, entonces? ¿Cuántos ejércitos financiamos? ¿En cuántas guerras somos víctimas, soldados y financistas involuntarios?

GUERRA & SEXOS

Pongamos por caso la guerra de los sexos. Los hippies sugerían hacer el amor y no la guerra, pero pronto se supo que aquello más que una consigna era una contradicción. Los sexos han guerreado desde que se enfrió el magma primigenio. Pasados algunos miles de años y ya cansado de perder, el varón construyó instituciones religiosas, políticas y militares fuera del hogar para poder ganar una batalla alguna vez. Lo demás es historia conocida. Para no entrar en detalles, digamos que la guerra de los sexos es la única que puede terminar con más participantes de los que comenzaron. Por eso la consideramos la madre de todas las batallas, dicho esto fuera de cualquier especulación psicoanalítica.

GUERRA & SUSTANCIAS

Otra guerra civil muy en boga es contra las drogas y el tabaco, un batallar que ya contó con una avanzada contra el alcohol. Si bien se libran por separado, pronto van a confluir en un único frente. Cuando los estrategas militares lo dispongan, los fumadores dejarán de ser considerados parias con ciertos derechos y pasarán a la ilegalidad. Así que mientras luchemos contra las drogas y el tabaco tendremos que financiar un ejército de burócratas, especialistas y activistas para que derroten estos flagelos.

Deberíamos preguntarnos por qué se está perdiendo esta guerra si la causa es tan justa. ¿Cómo es posible que ande gente endrogándose por ahí en lugar de quedarse en casa tomando limonada? ¿Cómo es posible que desafíen la autoridad y violen la ley por meterse esas porquerías en el organismo? Si no, miren lo que pasa en Irak donde la gente parece no comprender las múltiples ventajas de contar con tropas extranjeras que encarcelen y torturen. ¿Acaso no saben dónde está el bien? Es inútil. Los pueblos son ingratos.

GUERRA & MÚSICA

Pensemos mejor en la guerra entre las bandas rock. Si bien los acólitos roqueros guerreaban cuatro décadas atrás mientras las bandas proclamaban la paz y el amor, las acciones bélicas parecen recrudecer por estos tiempos. Vista con la suficiente distancia, las diferencias entre los bandos en pugna parecen escasas. ¿Cómo se explica esta conducta tribal en el arte más globalizado del planeta?

Está claro que sólo se entra en guerra con quienes se comparte una frontera, sea ésta geográfica o espiritual. Un cráneo aplastado aquí, una escuela bombardeada allá, un grupo de fans pateados acullá, vamos construyendo nuestra identidad por demolición. Pero sólo guerreamos con nuestros semejantes. Por eso ningún uruguayo odia a un esquimal y las guerras del rock no son contra los amantes de la ópera.

¿Y ENTONCES?

¿Se pueden evitar las guerras? ¿Pueden los seres humanos vivir en paz? Ya lo decía Woody Allen: ''no sólo Dios no existe sino que ni siquiera se puede conseguir un plomero un sábado de tarde''. Visto con un sentido profiláctico, las guerras nos permiten colocar la maldad fuera y lejos de nosotros. Yo por ejemplo, condeno todas las guerras, invasiones y violaciones a los derechos humanos. Es cierto que, a ocasiones, me siento un poco solo: la mayoría de los movilizados y condolientes sólo se ocupan del asunto cuando los criminales hablan inglés o revisten en ejércitos regulares que no integran el bando de los buenos. En resumidas cuentas, soy un no-violento convencido y radical, incapaz de matar una mosca. Salvo cuando alguien me toque el PC. Ahí sí que ¡cuidadito! Puedo llegar a cortarle las manos y comérmelas en dos panes.

Sobre la base de mi experiencia personal y a mi información, sugiero que en lugar de terminar con la guerra de los ejércitos, objetivo de improbable dilucidación, nos propongamos ganarle una modesta batalla a la zona beligerante de nuestro ego. En lugar de atender las amenazas de los belicistas y el griterío de sus socios los pacifistas (ya sean estos profesionales o acomodaticios) podríamos al menos escuchar los tambores de guerra de nuestra conciencia e intentar acallarlos. El objetivo es mucho más modesto, pero no sería un mal comienzo.

Ya lo decía Nietzche: ''con la música de nuestra conciencia no armoniza ninguna letanía puritana ni ningún sermón moral''. Y eso que escuchaba a Wagner, no a Hendrix.

Suertempila