Contenido creado por Gastón Fernández Castro
Cybertario

Boquillas

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28.07.2010

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2010-07-28T08:28:44-03:00
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El problema entre el presidente Mujica y Tabaré Vázquez por las modificaciones propuestas a la legislación antitabaco, se parece más a un enfrentamiento entre caciques que a una discusión sobre políticas sanitarias.

Vázquez hizo oír su poderosa voz para manifestar su desacuerdo con el proyectado decreto. ¡Y en qué términos! El ex presidente y oncólogo manifestó su "profundo dolor" y su "rechazo total", rotundo y categórico, por la "muestra de debilidad" del gobierno ante la "presión chantajista de una multinacional como es Philip Morris".

La airada reacción constituyó el primer enfrentamiento serio entre Vázquez y Mujica, un problema en el seno del oficialismo. Tanto es así que el asunto ya está en manos de la presidencia del Frente Amplio y varios legisladores de la coalición se manifestaron en contra de la medida del Ejecutivo. En términos de la legislación contra el tabaquismo, propiamente, la decisión del gobierno no parece dar para tanto. Apenas plantea la reducción de la publicidad negativa en las propias cajillas de cigarrillos (del 80 por ciento pasará a ocupar el 65 por ciento) y la autorización para que haya más de una presentación por marca de cigarrillos. ¿Era para generar un revuelo de tal magnitud?

Los defensores de la política vazquista afirman que el arbitraje internacional solicitado por la tabacalera (invocando el Tratado de Promoción y Protección de Inversiones entre Suiza y Uruguay, dado que Philip Morris tiene su casa central en Suiza) hubiera sido laudado a favor de nuestro país, en consonancia con un par de fallos de la justicia de Estados Unidos en idéntico sentido. Tanto Vázquez como voceros de las organizaciones antitabaco centraron el asunto en la estrategia de la empresa de obtener una victoria frente a "un pequeño país como Uruguay" para presionar a otros que osaran seguir el mismo camino.

Lo que tenemos, entonces, es que la audacia de Vázquez de consagrar una legislación tan represiva más allá de los acuerdos internacionales en la materia, no tuvo en cuenta que la contraparte era extraordinariamente poderosa y que iba a defenderse. Más que eso, su entusiasmo no reparó en que aun las causas nobles como la lucha contra el tabaquismo deben reconocer el límite del Derecho y los tratados internacionales, sobre todo si se trata de casos paradigmáticos. No es razonable suponer que el presidente Mujica, conociendo la predilección de su antecesor por el tema y los galardones obtenidos, no calculó lo que se le venía, sobre todo si la alternativa era derrotar en un arbitraje internacional a la más poderosa de las tabacaleras.

Una de dos: o el juicio contra el Estado uruguayo presenta riesgos y externalidades que los fundamentalistas de la lucha contra el tabaquismo no quieren reconocer y que obliga al Ejecutivo a corregir la legislación, o estamos ante una lucha de caciques, a ciento cincuenta días de instalado el gobierno. Aunque pensándolo bien, pueden ser las dos cosas.