Contenido creado por Gastón Fernández Castro
Cybertario

Arde Gaia

Arde Gaia

29.08.2007

Lectura: 3'

2007-08-29T08:46:18-03:00
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La policía griega sospecha que los incendios desatados en los últimos días no se deben al calor sino a una acción terrorista deliberada, que se ha cobrado ya unas sesenta vidas humanas. La cifra es enorme si la medimos con parámetros uruguayos pero ínfima si se compara con otras catástrofes naturales. De hecho, su propagación sólo es posible por los fuertes vientos y el calor reinante en la península del Peloponeso. Contrariamente a lo que piensan algunas almas incautas, la madre naturaleza es insuperable en su capacidad contaminante y destructiva. Un puñado de erupciones o de incendios por causas naturales, de los que el planeta registra miles, lanzaron a la atmósfera más toxinas que todas las chimeneas del Industrialismo, incluyendo la producción de pasta de celulosa.

Podrá argumentarse que la naturaleza carece de voluntad propia, a diferencia de la raza humana, que pasea por el mundo su arrogancia, so pretexto de desarrollarse. Para estos corazones sensibles, el mandato bíblico de crecer y multiplicarse se ha vuelto un destino trágico. Sin embargo, existen quienes creen en Gaia, una teoría que asigna a esta gigantesca roca giratoria que llamamos Tierra, cierta conciencia y voluntad en sus inescrutables acciones. Urdida por el científico británico James Lovelock, quien se cuidó de afirmar explícitamente semejantes conjeturas, Gaia encuentra antecedentes en varios pensadores ilustres. Uno de ellos es Teilhard de Chardin, que hablaba de la "noosfera" a comienzos del siglo pasado, sólo que para el sabio francés quien comandaba esta especie de mente planetaria no era otro que el cerebro humano. Sin ir más lejos, en la misma Grecia, cuyos bosques hoy arden sin control, hubo filósofos como Tales de Mileto y Anaxímenes que sugerían la geoanimación hace ya dos mil quinientos años. Aunque hoy en día nadie se anime a sostener tales excentricidades en un congreso científico, miles de ambientalistas radicales aseguran tener pruebas de la existencia de Gaia. Más aún, están dispuestos a destrozar varios locales de Mc. Donald`s para persuadirnos de ello.

Si los tomáramos en serio, deberíamos aceptar que nuestra nave cósmica se comporta más como la madrastra de los cuentos infantiles que como una madre protectora. Allí están los terremotos de la Pacha Mama peruana, los tsunamis que periódicamente arrasan las costas del Pacífico, los huracanes que siembran de muerte y espanto el Caribe y los incendios de los bosques australianos, por citar algunas de las catástrofes con que nos atormentó en los últimos años.

Sea por crueldad consciente o por pura irracionalidad, la naturaleza es ineluctable, mientras que la acción de nuestra raza está sujeta al contralor de nuestras conciencias. Nada de eso puede servir de excusa para no cuidar el ambiente, pero al menos mitiga nuestro sentimiento de culpa. De paso, ayuda a desbaratar cierta sensibilidad palomita tan en boga, que pretende convencernos de las bondades intrínsecas de la naturaleza y de la maldad inherente al devenir de los humanos.