Contenido creado por Gastón Fernández Castro
Cybertario

A cualquier precio

A cualquier precio

25.07.2007

Lectura: 3'

2007-07-25T08:33:00-03:00
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El subsecretario de Economía, Mario Bergara, dijo recientemente que su cartera buscará difundir los precios de la canasta básica a través de las facturas de los servicios públicos y que la sociedad debe promover la competencia y sancionar las prácticas anticompetitivas. Bergara reconoció que la publicación en la página web del ministerio no es suficiente y destacó el papel que le cabe a los medios de comunicación en esta delicada materia. En efecto, los precios no son otra cosa que información, y como tal deben ser manejados. Por alguna razón difícil de explicar, los periodistas preferimos creer que la economía es una disciplina que transcurre entre ministros, empresarios y economistas, lo que nos lleva a descuidar la cobertura noticiosa de su expresión más popular y participativa: los precios.

Las declaraciones de Bergara están en línea con la mesurada actitud de su cartera con relación a la evolución de los precios. Lejos quedan los días de la crisis de 2002, cuando muchos de sus compañeros reclamaban que se tarifaran los precios de la canasta familiar. Más cerca en el tiempo (hace apenas una semanas) algunos integrantes del oficialismo convocaban a controlar los precios con una suerte de milicia popular, pacífica y contable, para delicia del PIT-CNT. No son pocos los frenteamplistas que aún creen que los precios tienen algo que ver con la justicia o con las necesidades alimenticias. Esta superchería, comprensible pero perniciosa, ha estado detrás de todas las aventuras intervencionistas que sembraron de miseria y escasez el continente latinoamericano.

Visto como información, el precio de mercado permite que cada producto encuentre su comprador y cada comprador su producto. A esto hay que sumarle el interés del productor y el vendedor en generar mayor valor agregado, elevar la productividad y obtener mayores utilidades. Es este mecanismo el que permite que se generen más empleos y pagar mejores salarios; de ahí que una economía sana necesite que la información que circula sea de buena calidad y no esté distorsionada por los burócratas, los monopolistas o los malos periodistas.

Uno de los primeros efectos de la campaña de información sobre la reforma tributaria es la expectativa desmedida que despertó sobre una rebaja importante en los precios de la canasta básica. Si bien los datos indican que así ocurrió, la sensación que queda en el consumidor no parece reflejarlo. La campaña opacó cualquier otra consideración con respecto a la evolución de los precios, como los vaivenes del mercado internacional o el efecto del frío extremo sobre la disponibilidad de ciertos cultivos. Aunque no se corresponda con la realidad, la reaparición de la palabra "carestía" para referirse a los precios de ciertos productos es fruto de esta falla en la comunicación oficial. Sin embargo, en el ministerio de Economía tienen claro que lo único que permite que los precios se ajusten sanamente es la libre competencia, y ésta requiere empresarios que compitan y consumidores bien informados. Así las cosas, los precios se controlan solos.