Contenido creado por Gastón Fernández Castro
Cybertario

¿Silencio?

¿Silencio?

10.04.2013

Lectura: 3'

2013-04-10T07:52:30-03:00
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La expresión técnica es “riesgo reputacional”. En un mundo en el que no hay dónde esconderse, tanto las personas como las organizaciones o las instituciones públicas deben tener presente que todo lo que digan o hagan puede ser escrutado y utilizado en su contra. La necesidad de una política específica para a estas contingencias es tanto más necesaria cuanto mayor es el nivel de exposición e importancia del involucrado.

Los dichos del presidente Mujica sobre los Kirchner constituyen el mayor riesgo sobre su reputación desde que dejó de ser un preso político hasta nuestros días. Sin embargo, no parece que lo haya percibido en esa dimensión o, percibiéndolo, decidió tomar el camino equivocado. Su reacción no responde a ninguna pauta comunicacional sino que sigue el derrotero de cualquier persona que sabe que cometió un error grave: negarlo mientras sea posible; minimizarlo, exculparse y justificarse después, y quizás, en algún momento (que ojalá no demore mucho en llegar) aceptar el error, arrepentirse y pedir disculpas.

Contrariamente a lo que se piensa, el factor decisivo en la superación de una situación de riesgo reputacional no suele ser el hecho desencadenante sino la forma como se responde cuando las cosas salen mal. Es que la reputación de una persona u organización no es un atributo de estas: sólo existen en la mente de los otros. Las acciones que sigan a la ofensa son extremadamente importantes porque van a reconfigurar la percepción externa y por tanto la propia reputación. Existe consenso entre los expertos sobre la conveniencia de responder rápida y eficazmente frente a las situaciones que la ponen en riesgo, pero en este caso eso ya no será posible. 

El diario La República afirma que el gobierno estaría aplicando una “estrategia del silencio” mientras el presidente resuelve cómo y cuándo referirse al lío que generó. Sería un grave error. En situaciones como esta, no existe el “silencio”. No decir nada es decir mucho. El “silencio” habla por quien guarda silencio y dice mucho sobre sus valores personales y, en este caso, su sentido de la responsabilidad institucional. Como si esto no fuera suficientemente grave, hablan también los ofendidos y sus voceros.

Es probable que en la Presidencia de la República no se haya valorado la importancia de tener un perfil de riesgo reputacional y un plan de acción para lidiar con un jefe locuaz. Es probable que, aun existiendo, en su ofuscación y obstinación, Mujica lo ignorara olímpicamente. Incluso es posible que no haya nadie en el entorno del presidente capaz de decirle cómo comportarse en circunstancias extremas. Por las razones que fuere, la presidencia de la República dejó que se desatara la reacción en cadena. Sus consecuencias ya no dependen de Mujica ni del gobierno y serán más o menos graves según sea la voluntad o el talante de los ofendidos. El presunto silencio está lleno de mensajes que empeoran a cada hora la reputación de presidente uruguayo y exponen al país a una situación que no necesita ni merece.