Contenido creado por Gastón Fernández Castro
Cybertario

¿Por qué se callaron?

¿Por qué se callaron?

12.12.2007

Lectura: 3'

2007-12-12T07:52:00-03:00
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Tímidamente, parte de la izquierda comienza a animarse a hablar contra Hugo Chávez. Claro que con la mayoría de los venezolanos acallando su intento de perpetuidad, todo es más fácil. Un mes atrás, la cumbre iberoamericana de Santiago había dejado como patético corolario el enfrentamiento entre Chávez y los máximos jerarcas del gobierno español. La intervención del rey Juan Carlos terminó por desplazar del centro de atención la protesta ensayada por Rodríguez Zapatero luego de que Chávez tildara a José María Aznar como "fascista". Las explicaciones del líder socialista abrieron más dudas que certezas sobre sus ideas políticas. Tantas como las que dejó la izquierda uruguaya, guardando silencio durante todos estos años de despotismo chavista.

En aquella oportunidad, Zapatero nos privó de una argumentación que hubiera enriquecido y reorientado el debate ideológico en América Latina. Aznar podrá ser un conservador y aún un irresponsable por haber metido a España en Irak, pero eso no lo convierte en un fascista. El punto es que la razón para explicarlo no es la de haber ganado la presidencia en las urnas (Hitler también ascendió al poder con una avalancha de votos, como dijo Chávez) sino la de creer en la libertad, respetar la Constitución y no perseguir ni acosar a las minorías. Tampoco la acusación de haber alentado un golpe contra Chávez convierte a Aznar en un fascista. Aún suponiendo que el dato sea cierto, ¿qué deberíamos decir del propio Chávez, que encabezó una rebelión contra el gobierno democrático de su propio país?

Si Rodríguez Zapatero, un joven y moderado dirigente socialista, no conoce la diferencia entre el liberalismo conservador de Aznar y el fascismo, estamos en problemas. Si la conoce y la calla, termina dando cobijo, con la izquierda uruguaya, a los demagogos y manipuladores que tildan de fascista a todo lo que se mueve.

Zapatero debería tener presente que el debate entre liberales y socialistas democráticos, por antagónico que parezca, refleja la tensión de quienes luchan por distintos caminos para que los individuos accedan al progreso pero sin atropellar las garantías fundamentales del Estado de derecho. Sólo que, mientras en España pudieron celebrar juntos el Pacto de la Moncloa a la salida del franquismo (lo que les permitió democratizar la sociedad, consolidar las instituciones y dejar atrás un pasado de pobreza y autoritarismo) en América Latina seguimos padeciendo las consecuencias de la fragilidad institucional, las élites mercantilistas y corruptas, los caudillos populistas y lo que Felipe González califica como "utopías regresivas".

Gracias a la determinación de Juan Carlos y el coraje cívico de los venezolanos, comienza a oírse algunas voces de izquierda celebrando el rechazo al chavismo perpetuo y el sí a la alternancia en el poder y el respeto a la pluralidad de concepciones, como corresponde a una sociedad democrática. Lástima que estuvieran tanto tiempo calladas. 

Nota: Por encontrarme fuera del país no puedo contestar ni moderar los comentarios que volveré a habilitar apenas regrese. Sepan comprender.