Contenido creado por Julia Peraza
Navegaciones

¿Me sucede solo a mí?

¿Me sucede solo a mí?

En estas últimas semanas me he reunido en diversas oportunidades y circunstancias con grupos heterogéneos de personas, dentro de ellos había varios empresarios, sobre todo pequeños, micro y también uno mediano. 

17.07.2017

Lectura: 7'

2017-07-17T13:42:00-03:00
Compartir en

No eran la mayoría, pero si agregamos a algunos que ya se habían retirado de sus negocios, eran una proporción importante de esas reuniones. Entre ellos estaba yo, que a los efectos de esta nota también quiero opinar en primera persona.

¿Cuál era el tono dominante o al menos lo que opinaba la mayoría de ese sector? Que corrían como locos todos los días para cubrir sus costos o los cheques, lo que ya es mucho más grave, y que en algunos casos habían tenido que reducir su personal, no tenían la mínima expectativa de crecer y algunos estaban pensando en cerrar sus empresas. A nosotros en Uypress nos sucedió lo mismo, tuvimos que reducir personal y nos dolió en el alma, pero era eso o directamente cerrar la empresa, y eso que seguimos creciendo todos los meses en el número de lecturas. Así como suena. Lo mismo exactamente le sucedió a mi compañera con su personal y lo siente como una dura derrota.

Agreguen que los que cerraron sus empresas en los últimos años relataban las mismas dificultades. Costos muy elevados, sobre todo del personal (salarios y cargas sociales), servicios caros y dificultades para el acceso a créditos. Y la imposibilidad en la mayoría de los casos de trasladar los mayores costos a los precios de sus productos o servicios.

Otro elemento que me relataron es que luego de dos años duros, las empresas también están obligadas a pagar los impuestos fictos por repartos de utilidades no realizadas y eso es también es un duro golpe que nos toca a todos a partir de julio de este año, tengas o no dinero es obligatorio pagar los intereses fictos al gobierno.

En la gran mayoría de los casos es gente con un buen nivel de vida, que logró alcanzar valores patrimoniales y de ingresos interesantes para Uruguay, en otros países serían clase media o clase media baja. Pero no están ni cerca de la pobreza, tienen todas las comodidades y se acostumbraron a ellas, pero están en una fase descendente. Y muy, pero muy preocupados.

Intenté varias explicaciones sobre el reinicio de un crecimiento sostenido e importante de la producción, y otras más de carácter social y la necesaria redistribución de la riqueza. Eran una pared, no por insensibilidad, sino por una suma de razones que se mezclan y se retroalimentan.

Agrego que aunque no hago censos políticos electorales, en este país es fácil acertarle a las preferencias y la mayoría había votado en algún momento cercano al Frente Amplio. Y hoy, o tienen una enorme duda y se sienten repelidos por la política o rechazan enfáticamente esa posibilidad de repetir su voto. No me pongo a especular cuánto representan como muestra del electorado, me interesan mucho más como sensación social, como estado de ánimo de un determinado sector.

Sin gente que esté dispuesta a emprender, a arriesgar, a invertir sus dineros y a tomar deudas para sus empresas, a asumir costos de personal empleado, de aplicar su trabajo y sus conocimientos para gestionar sus empresas, sus ventas, su proyección nacional e internacional, no hay país posible. Digan lo que digan las cifras y las estadísticas leídas por algunos ministerios, que siempre nos corren con ese poncho y no son solo del MEF.

La otra causa que he recogido es que no sienten apoyo, preocupación, sensibilidad similar para los grandes emprendimientos y para ellos. Lo repiten hasta el cansancio, no están en contra de nuevas y grandes inversiones, pero quieren algo proporcional para las MIPYMES.

El último argumento tiene que ver con la relación costo calidad en el Estado uruguayo. Hay muchos matices, pero no les sirven todas las explicaciones sobre los sectores donde aumentan los funcionarios públicos, se sienten prisioneros de un enorme y fofo Estado que no logra construir una proporción entre lo que ellos pagan - y todos los uruguayos - y lo que reciben a cambio. No conocen o no ven medidas para reducir el número de los 300 mil funcionarios públicos y están bombardeados por la prensa, por los sindicatos que hacen su extraordinario aporte en ese sentido, sobre serios problemas en todos lados. En la educación que siempre reclama lo mismo, más plata, en la seguridad, en los entes del Estado, en la interminable cantidad de organismos estatales que existen y proliferan.

Al salir de esas reuniones me pregunto si he sido suficientemente convincente, si manejo toda la información, pero en definitiva yo también muchas veces estoy prisionero de esas mismas tensiones y preguntas.

Otra de las preguntas que me formulo es si, en realidad, esta es la contracara obligada por los salarios que siguen subiendo en forma ininterrumpida desde hace 13 años, y por lo tanto ese es el precio que hay que pagar. ¿Qué precio y quienes deben pagarlo fundamentalmente? ¿Los pequeños y medios empresarios en la ciudad y en el campo? ¿O en realidad la casualidad es que solo yo me encuentro con esa gente y la situación es mucho mejor, como lo demuestran muchos datos estadísticos?

El otro día me encontré con un amigo que es contador, que respeto y quiero mucho, y le pregunté sobre su visión sobre esta situación. No le adelanté ninguna opinión. Me reafirmó que con sus clientes le sucede exactamente lo mismo y que le aumentaron notoriamente los problemas, los border line de concursos y quiebras. Y me dijo algo más, nota cada vez menos entusiasmo, el que puede, afloja y en algunos casos hay empresas que no despiden su personal porque no tienen como pagar los costos de los despidos. Esas son bombitas de tiempo, como también lo son los cheques diferidos, que en realidad son una emisión de dinero sin control.

Me dijo que la economía uruguaya está en una etapa de reestructura y hay sectores que les va bien y otros que les va mal. Uno de los factores claves es la combinación entre la baja productividad y los aumentos incesantes de los costos de la mano de obra. "Antes se producía algo con una persona y ahora se necesitan una y media o dos y el costo también aumentó por persona, esto termina en un ajuste o estatizamos todo, porque sin plusvalía no hay empresas... Inexorable. Es un contador y es de izquierda desde que lo conozco, hace más de 50 años.

Cuando había terminado de escribir esta nota y por pura casualidad otro empresario amigo, mediano, me envió un mensaje, "hay gente que cree que la industria es una vaca a la que hay que ordeñar y ordeñar, sin tener en cuenta que si la ordeñamos hasta que salga sangre la vaca se nos muere". Es de izquierda, se hizo bien de abajo y trabajando muy duro hace décadas, en el Uruguay y en el exterior. Aclaro no se trata de que las opiniones que valen son de los empresarios de izquierda, es que yo conozco más de ese palo.

Es siguiendo este ese sinuoso camino que llegué a la dura conclusión que esto que hoy les relato no me sucede solo a mí y a mi entorno.