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Pablo Mieres

Escribe Pablo Mieres

¿Gobierno dividido o en disputa?

El debate instalado en el seno del gobierno desde hace ya casi un mes con respecto a la toma de decisiones sobre la imposición al sector agropecuario ha puesto de manifiesto, en forma evidente, la existencia de dos equipos de trabajo en el area de la política económica.

29.06.2011 10:12

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2011-06-29T10:12:00-03:00
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Por un lado, la conducción oficial, anunciada durante la campaña electoral para tranquilizar a los votantes. El equipo de Danilo Astori garante de una orientación seria, responsable y, sobre todo, previsible para todos los agentes de la economía.

Junto a él, en los cargos decisivos, el Ministro de Economía y el Presidente del Banco Central como referencias principales.

Por otro lado, el equipo técnico más cercano al Presidente que ocupa espacios relevantes en la estructura de conducción del Estado, pero no tiene las responsabilidades centrales de la política económica del gobierno. En este grupo se encuentra la conducción actual de la OPP como principal referencia.

La sensación que uno tiene, luego de transcurridas varias semanas en este "tira y afloje" que, aunque redujo sensiblemente sus decibeles públicos, continúa sin resolverse, es que detrás del debate se encuentra una cuestión simbólica sobre quien tiene el poder de las decisiones en materia económica.

Porque la propuesta presentada por el Presidente no genera los recursos suficientes para resolver el problema que el propio Presidente ha planteado. En efecto, se ha calculado que la propuesta de impuesto a la tierra en función de la extensión de la propiedad no recaudará más de 60 millones de dólares (en eso sí, están todos de acuerdo); lo que en términos generales no es un monto significativo para las finanzas públicas.

Sin embargo, la cuestión importa porque supone, simbólicamente, una afectación a los grandes propietarios de tierra y, especialmente, quebrar la lógica seguida hasta el presente por quienes han conducido la economía, de gravar la rentabilidad pero no los factores de producción. Pero, además, afecta la previsibilidad de la conducción económica, porque este antecedente vale más por lo que representa que por su propio impacto.

En efecto, la señal hacia el mundo empresarial y productivo es que las certezas que surgían de una conducción firme y con respaldo político efectivo, ahora se ven afectadas por la incidencia de otro grupo de poder (más cercano al Presidente) que incluye no solo jerarcas de la Administración, sino también conspicuos representantes del sector mayoritario del Frente Amplio en el Parlamento.

Este episodio puede ser no sólo una situación puntual y específica, sino el comienzo de un cambio en los equilibrios internos que puede culminar en un cambio de orientación o, aunque así no fuera, sin dudas genera incertidumbre sobre la linealidad de la conducción económica.

Detrás de este debate se esconde, a nuestro juicio, una "pulseada" interna cuyo desenlace vale más por lo que quiere decir que por la medida concreta que se adopte. Por eso, quizás, es la demora en acordar una solución definitiva.

Lo preocupante es que, ante un Presidente cada vez más oscilante, que un día anuncia que va a plebiscitar la inversión de Aratirí y otro día nos dice que lo que va a plebiscitar es la decisión sobre el destino de los recursos que el Estado generará por Aratirí, las certezas sobre el rumbo futuro de la economía se están afectando severamente.

Por otra parte, esta circunstancia contradice definidamente el mensaje enviado por el Presidente Mujica cuando aun era candidato presidencial. En aquellos tiempos el candidato José Mujica anunciaba y aseguraba a todos los uruguayos que, en caso de ganar, la orientación económica la definiría Astori. Así ocurrió durante el primer año de gobierno, sin embargo las dudas se han generado a partir de este debate.

El país no necesita ni un gobierno dividido ni un gobierno en disputa. Esperemos que los que tienen en sus manos estas decisiones asuman con claridad este desafío y recuperen el rumbo.