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Navegaciones: Escribe Esteban Valenti

¿Estoy caliente?

No es por calentura, es por un frío razonamiento que a la izquierda hay que reclamarle que se comporte como izquierda. Por Esteban Valenti.

04.09.2018 13:48

Lectura: 7'

2018-09-04T13:48:00-03:00
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Varios compañeros y amigos me han llamado o escrito, incluso han redactado columnas, intrigados o preocupados por si no estoy demasiado enojado, es decir, demasiado caliente, y eso impulsaría mis columnas. O demasiado irracional y desmotivado.

No escribo por caliente, por un rapto irracional y pesimista. Todo lo contrario.

Si se leyeron - cosa que obviamente no es ni obligatorio ni saludable - mis columnas desde hace tiempo, se puede apreciar que trato de utilizar un método, de seguir una conducta que se basa en emplear el sentido crítico ante ciertos acontecimientos y darles un marco, una explicación política. Incluso en el delirio de mis aspiraciones recurro a la teoría. Y de no cambiar ese sentido crítico a la carta, de acuerdo a las conveniencias.

Es seguro que con el tiempo yo he cambiado y, no me arrepiento, si nos proponemos cambiar nada menos que las sociedades, uno debe estar dispuesto a cambiar personalmente, a formar parte de una corriente cultural abierta y sensible a los cambios. Obviamente los cambios que correspondan a mi visión política y cultural, al objetivo de construir un mundo más justo, más libre, más digno para todos los seres humanos.

Pues sí, yo he cambiado, la realidad política internacional, regional y nacional cambió mucho, pero mucho más que yo, y, lo que yo no podía imaginar, han sido los cambios en el Frente Amplio y lo único que intento es seguir esos cambios con cierta coherencia.

Yo siempre fui calentón, contra mis enemigos en su momento y con mis adversarios, y ese calor lo puse al servicio de la defensa de mis ideas. Tengo un largo rodaje en esa materia. Ahora para analizar lo que está sucediendo con un gobierno y un Frente a los que les dediqué la mayoría de los años de mi vida y de mi pasión política, no me pueden pedir que asuma de improviso el talante de un pato.

Lo que no conviene es agredir a otros creyendo que lo mueven simplemente sus aspiraciones personales o su sentido de la perfección. Es un argumento muy pobre y un mal camino para la polémica.

Los hechos con los que convivo a diario, que vivo personalmente, que me relatan diversas personas, que logro comprobar como periodista y como político, últimamente tienen la misma temperatura que un brasero en plena combustión. Queman, muchas veces a temperaturas superiores a todas mis columnas juntas.

Pero no es el calor de esas desilusiones las que guían mis columnas y mis reflexiones en la prensa. Hago grandes esfuerzos por razonar, por buscar explicaciones, por aportar mis conocimientos y estudios, y sobre todo mi experiencia para analizar los hechos, las declaraciones, los comportamientos y, sobre todo, las tendencias dominantes.

También me podría dedicar a escribir sobre "el cielo y las estrellas y otras cosas muy bellas" y lavarme las manos, para que algunos estén tranquilos.

No escribo ni saco conclusiones políticas por mi calentura, al contrario, si fuera por la lluvia de informaciones que recibo, por lo que veo a diario y por las frustraciones de ciertas actitudes y comportamientos, hace mucho tiempo que tendría que haber adoptado definiciones mucho más tajantes y duras. Y me refiero a cosas que influyen negativamente en la vida de la gente, de los uruguayos, en el trabajo, en la seguridad, en la educación, en sus empresas o empresitas, en sus estudios, en sus expectativas de vida en el país, en su reclamo de decencia en la política.

Hice todos los esfuerzos posibles para opinar y brindar alternativas y lo hice desde mi condición de izquierdista convencido, cada día más convencido. Lo que estoy también convencido es que es cada día más difícil encontrar vestigios de izquierda en comportamientos del gobierno y del Frente Amplio actual. Quedan los símbolos, los "tics", pero raspando un poco la realidad emerge la cruda sensación del abandono de principios básicos de la izquierda o de inmovilismo, de un flotar sin objetivos ni rigor.

¿Es por simple enojo, calentura, que cientos de miles de uruguayos ya no nos sentimos representados por este Frente Amplio en sus diversas posiciones de poder o en su estructura?

¿Acaso es por calentura que no reconocemos reacciones de izquierda ante la situación actual del país o ante la obligatoria solidaridad con pueblos oprimidos, martirizados, destruidos en Venezuela y Nicaragua?

¿Es por calentura que consideramos que la pérdida de 55 mil puestos de trabajo obliga a tener una explicación y una reacción de parte de un gobierno que se llama progresista y que no alcanza con decir que se están ocupando? Si antes estábamos orgullosos de haber generado cientos de miles de puestos de trabajo, con el mismo criterio y sensibilidad tenemos que reaccionar ante esta tremenda sangría. Los sindicatos...chitones, como si no fuera un problema de ellos.

Lo mismo sucede con cantidad de medianas, pequeñas y microempresas que están cerrando. ¿O acaso soy solo yo que me entero y lo veo diariamente?

¿Es por calentura que me parece una vergüenza todo el comportamiento del gobierno en torno a la AUF y su profunda y añosa crisis que afecta incluso aspectos morales básicos? A veces parece un duelo de bandas.

¿El gobierno no sabía que la AUF durante décadas le sustrajo mucha plata a la OFI y a otras instituciones vinculadas con el fútbol? Y no hizo nada, al contrario tuvo y tiene las mejores relaciones con Tenfield. ¿Eso no calienta a nadie?

¿No produce ninguna reacción térmica que el Plenario del FA del sábado pasado ni siquiera tuvo la delicadeza de considerar los informes del Tribunal de Conducta Política sobre personajes como Raúl Sendic y Leonardo De León? A mí sí.

Si en la campaña electoral nos comprometimos al menos a frenar y a invertir la tendencia al crecimiento del número de los asesinatos, las rapiñas y los hurtos, ¿no corresponde adoptar cambios y que alguno asuma responsabilidades personales e institucionales, cuando hemos invertido mil millones de dólares anuales en seguridad y se ha fracasado en toda la línea? ¿No calienta a nadie que ese sea uno de los terrenos de mayor desigualdad social en el Uruguay? Y ni que hablar en relación a los temas de la educación, en especial de la educación pública.

No, amigos, compañeros, no es principalmente por calentura, es por un frío razonamiento que a la izquierda hay que reclamarle que se comporte como izquierda, que no infle el Estado hasta el hartazgo, que no funda la principal empresa nacional, ANCAP, que no conviva en sus filas con gente que ha utilizado la mentira sistemática y la malversación de los dineros públicos.

Soy un ciudadano común, con algunos privilegios: puedo escribir y opinar y no voy a renunciar en absoluto a esa posibilidad. Opino por mí y tratando de interpretar a los que sienten y opinan como yo. No los cuento, ni me importa cuántos son. Somos uruguayos y progresistas y de izquierda.

Tengo otro privilegio, dentro de algunos meses, en junio del año que viene voy a poder ir a votar o no, para elegir un candidato a presidente y en octubre y noviembre voy a votar por un presidente, un vicepresidente y por legisladores y en mayo del 2020 por intendentes y alcaldes y voy a utilizar esa poderosa arma para expresarme. Y lo voy hacer por los uruguayos, por sus derechos, por su pasado, pero sobre todo por su futuro, porque cinco años, son muchos y se pueden hacer muchas cosas bien y muchos desastres, se puede avanzar o podemos seguir encadenados a esta flotación intrascendente y sin fuerza alguna o incluso se puede retroceder y perder muchas conquistas.

Yo no voy a votar por descarte por el menos malo, voy a pelear hasta que tenga fuerzas y tibieza en el alma para cambiar. Pero hoy tengo claro que la continuidad del aparato actual de poder es un enorme peligro para el país, es decirles que pueden seguir aferrados a los sillones como principal proyecto político.

Y a eso no me resigno, con o sin calentura.

¿Y ustedes no están un poco calientes?

Por Esteban Valenti