Contenido creado por Gastón Fernández Castro
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¿El Frente Amplio está en crisis?

¿El Frente Amplio está en crisis?

07.02.2012

Lectura: 6'

2012-02-07T08:32:35-03:00
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Hay situaciones que no admiten dudas, otras que dependen desde dónde se miren y sobre todo, hacia dónde se juzgan. Esta situación es la que corresponde al Frente Amplio. Cumplimos 41 años y sin duda nuestros principales objetivos se están cumpliendo, al menos en cuanto a las posiciones de gobierno.

Ganamos dos elecciones sucesivas con mayoría parlamentaria, gobernamos Montevideo desde hace 22 años y varios departamentos del Interior. También es cierto que en las últimas elecciones departamentales perdimos tres intendencias.

Esas derrotas, que nunca fueron muy bien analizadas, incorporaron un elemento nuevo: nuestros gobiernos, por su sola existencia, por el cambio en la tradición política, por su orientación de izquierda, o por mandato de los dioses de la historia, no garantizan por sí sola una larga continuidad. Cada cinco años la gente juzga, opina y elige y se puede continuar o nos pueden bajar de un urnazo. Y eso vale a todos los niveles.

Si se analizan los resultados del primer gobierno nacional y de los casi dos años del segundo y se los compara con otros gobiernos blancos y colorados y con el impacto que ha tenido su obra en la vida de los uruguayos, el resultado es abrumadoramente positivo. El menos devoto de los frenteamplistas y muchos ciudadanos tienen que reconocer que los resultados son impactantes.

A nivel de la economía, de la sociedad, de los derechos laborales, de los salarios, jubilaciones y los ingresos familiares, del consumo, de la mortalidad infantil, de la pobreza y la indigencia, de la ocupación, de las obras de infraestructura, de las inversiones, y de muchísimas cosas más. Con el Frente Amplio se vive mucho mejor. En serio... y durante 7 años.

Y además ahora los uruguayos creemos en el país, nos jugamos por él, invertimos la tendencia migratoria, invertimos nosotros y otros y discutimos de problemas que son muy importantes pero que parten de la base de que las cosas básicas funcionan bien.

Si observamos la gestión en Montevideo, la cosa es un poco más turbulenta. Hace unos cuantos años que no le acertamos, que tenemos déficit que se han hecho crónicos como la limpieza y como una mirada urbanista progresista y de obras en serio.

Las dos situaciones se reflejan contradictoriamente en la opinión pública, tanto en el nivel de apoyo al gobierno nacional como en la Intendencia de Montevideo. Si nos detenemos solo en ese enfoque, estaríamos liquidando el principal capital de la izquierda, su capacidad, su necesidad de pensar, de imaginar, de construir futuro. Esa es su identidad. Seríamos unos buenos administradores del poder.

Pero queremos ser diferentes, queremos mantener el espíritu crítico necesario para juzgar las injusticias estructurales del sistema cada día más en crisis y más injusto y para juzgarnos a nosotros mismos, nuestro gobierno, y nuestro proyecto.

Para eso hay que tener una organización política llena de vida, con sus mejores mujeres y hombres comprometidos y actuando, con estructuras al servicio de su estrategia y no a la inversa, con una estrategia limitada al alcance y al horizonte de la estructura.

Hay que disponer de una capacidad de iniciativa política que no se limite a comentar lo que hace el gobierno y a esperar nuevamente algún Mesías que nos resuelva el futuro en las urnas, ideas, proyectos, estrategias y una capacidad de dialogar con la sociedad, con sus organizaciones históricas y tradicionales y con las que van surgiendo ante los nuevos problemas, los nuevos desafíos.

Una fuerza política profundamente democrática, porque su proyecto es democratizar todos los días la sociedad, abrir los cauces de participación a todos los niveles y en especial en la cultura, en la formación, en la capacidad de la gente de tener oportunidades que siempre se definen en el terreno de la cultura, de la educación.

No hemos tenido durante muchos años la capacidad de discutir y acordar una política común en materia educativa, y esa es la base de las actuales tensiones y problemas. Tenemos un peso fundamental en el mundo de la educación y tenemos una elaboración pobre y acotada que no circula entre nosotros y no se transformó en plataforma, en programa en serio. Para tomar un solo caso. Muy importante.

Seguimos animados del sentido, del espíritu unitario que caracterizó las últimas cuatro décadas de la izquierda uruguaya, que nos vio nacer como Frente cuando las diferencias ideológicas, históricas, políticas eran muy fuertes. En parte nos unía el espanto de nuestros adversarios y enemigos. Todo ha cambiado, en parte porque nosotros lo cambiamos y nosotros hemos cambiado. Si no fuera así, estaríamos muertos.

Pero estamos en crisis, no porque no convocamos a oleadas inmensas de entusiastas militantes, porque los comités de base son escuálidos y encerrados en sí mismos, porque tenemos muchos más preguntas que respuestas, sino porque tenemos una fricción permanente entre nosotros que nos desgasta, nos entorpece y deja al descubierto la retórica en lugar de la práctica de la unidad. Ya no alcanza con apelar al espanto de la oposición para volver a soldarnos y atrincherarnos.

La crisis está en nosotros, en la necesaria recreación de un clima de circulación de ideas, de opiniones, de síntesis unitarias y acordadas que sustituyan la sorda disputa por posiciones de poder. Antes discutíamos por ideas y proyectos, ahora que tenemos la manija, su empuñadora nos devora una parte fundamental del alma.

Algún lírico pensará que sería bueno volver al llano para sorber modestia republicana y volver a querernos. Lírica y no política. Tenemos 3 años de nuestro gobierno para seguir construyendo con seriedad, prolijidad, resultados, y ajustes, importantes ajustes. Y el regreso del poder tradicional no es un juego de ajedrez, tiene que ver con la vida de la gente, con el Proyecto Nacional que hemos puesto en marcha.

Tenemos todo el tiempo necesario para construir espacios para diversas formas de militancia, de comunicación, de unidad y fraternidad y de acción política. Todos los cuerpos inertes, paralizados tienden a pudrirse. Hay que moverse, todos juntos.

Cumplimos 41 años y dentro de algo más de tres meses tendremos elecciones. Todo depende de nosotros mismos. De nadie más. Si no nos movemos, no tendremos derecho a quejarnos, que hoy se ha transformado en una especie de gran válvula de escape. Pero solo deja escapar los humores y hace falta concentrar energías.

Los chinos escriben el concepto crisis con dos signos, uno de peligro y otro de oportunidad, no agregan mucho, la vida está llena de esas situaciones. Yo prefiero un Frente Amplio sin crisis, rozagante y tricolor, a pleno ritmo.