Contenido creado por Julia Peraza
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¿Cuándo se jodió el Uruguay?

¿Cuándo se jodió el Uruguay?

Parafraseando la pregunta de Vargas Llosa sobre Perú, es una buena interrogante para la actualidad. El Uruguay que yo conocí por primera vez en 1956 no tenía nada que ver con el país de los años 60 y 70, aunque hoy de eso nadie habla y menos se hace responsable.

25.07.2017

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2017-07-25T05:00:00-03:00
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No me voy a referir a los temas políticos, a la represión permanente, a las tensiones y las Medidas de Seguridad de Pacheco y Bordaberry, sino a la vida cotidiana de sus habitantes. Hay mucha gente que puede recordarlo perfectamente y otros que no quieren recordarlo.

En Uruguay, el país que tiene actualmente la mayor proporción de ganado vacuno por habitante de todo el planeta, y todo con trazabilidad, hubo un tiempo donde comprar carne era una tortura, un tormento, una aventura. Había veda. Para poder exportar y como no había excedentes, las carnicerías en la capital estaban vedadas y había que cruzar a Canelones o San José para comprar algunos kilos de carne fresca y contrabandearlos. Aunque usted no lo crea.

Las hamburguesas que se vendían prontas eran un engendro y nunca nadie supo que tenían adentro, recuerdo que puestas en la plancha, se doblaban hasta transformarse en una cosa amorfa de pésimo gusto.

Dentro del territorio nacional te revisaban al cruzar la frontera de Montevideo como si trajeras droga y te podían decomisar la carne si eran demasiados kilos. Todavía hoy, del otro lado del puente sobre el arroyo Carrasco, hay dos o tres edificios grandes que eran las carnicerías de la época de la veda. Vaya si se había jodido el Uruguay de las vacas gordas, eran tiempos de las vacas vedadas.

El pan se hacía con sorgo y era peor que el pan de la guerra en Europa, oscuro, pesado, un horror en todo sentido. No había trigo suficiente para hacer pan para los uruguayos. Vayan a un negocio cualquiera y comparen con la actualidad... No hablemos del aceite que era de soja y era peor que deplorable,  carísimo y si tenías que hacer un huevo frito había que tener muy buen estómago y muy mal paladar para tragarse el gusto que le quedaban a las frituras, cualquiera, pero en particular a los huevos.

No hablemos de comer pollo o cerdo, eran un lujo que en mi caso los compraba en la cantina de Codarvi porque me lo descontaban a fin de mes y me lo podía permitir en muy pocas oportunidades.

El vino, era una generosidad llamarlo de esa manera. Los mejores vinos de esos tiempos hoy serían despreciados hasta por los que toman vino en tetrapack, eran malísimos. Los que se compraban en damajuanas de diversos tamaño o en botellones creo que tenían un vago recuerdo de la uva.

Nunca fui muy amante de la bebida pero recuerdo que en los boliches la estrella  era el Espinillar, y lo que más se consumía era la grapa con limón, cítrica por obligación para poder tragarla y la amarga con vermouth. En las casas que podían consumían el Doble W (Argentino) y el whisky ANCAP.

Cuanto estas cosas porque hay muy mala memoria, y hay mucho interés que de aquellos tiempos recordemos solo salpicaduras de temas políticos y algo más. Había otro Uruguay donde la inmensa mayoría de los uruguayos vivíamos muy mal y donde para acceder a cosas básicas había que hacer malabarismos, inclusive para comprar leche, recuerdo las largas y eternas colas en el comercio del barrio.

Cierren los ojos e imaginen por instante lo que sucedería en este país si viviéramos durante un mes una situación de ese tipo, con veda de carne, pollo y cerdo prohibitivos, pan de sorgo, aceite de soja y problemas para conseguir hasta la leche.

Eso no sucedió hace tres siglos, ni luego de una guerra mundial, eso sucedió en democracia, con gobiernos blancos y colorados, colorados fundamentalmente, a finales de los años 60 y en los 70, y con la resignación y mucho silencio de una parte muy importante de los uruguayos.

Había protestas sindicales, reivindicaciones, pero sobre esos "detalles" hubo muy poca reacción, y sin embargo condicionaban nuestras vidas todos los días. Y todo condimentado con una inflación de varios dígitos. ¿Lo recuerdan? Los que no tenían la edad pueden preguntarle a sus mayores.

El Uruguay no fue solo el Maracaná de 1950, luego vino el desbarranque de la economía y de la calidad de vida nacional en las cosas más elementales para la gran mayoría de los uruguayos.

Cuando se terminaba el shampoo o la pasta de dientes había que hacer malabarismos para comprarlos nuevamente. Ni hablar de autos, motos, televisores en 24 cuotas y muchas otras cosas fuera del alcance. Total. No hablemos de tomarnos vacaciones o de viajar al exterior, era una fantasía inalcanzable.

Yo era en esa época un trabajador del vidrio con muy buen sueldo.

En mis clases de secundaria había un promedio de más de 40 estudiantes y era así en todos lados. Eso sí, los profesores eran referentes educativos, intelectuales y morales. Tengo los mejores recuerdos.

Comenzó en aquellos años el país de las obras inconclusas, que se arrastraron durante décadas y para completarse superaron los tiempos requeridos para construir las pirámides de Egipto o el Coliseo de Roma. Ni que hablar de comparar esas obras eternas con de los 9 meses que se emplearon para la construcción del Estadio Centenario en 1930...

¿A qué viene esta inmersión en el pasado? No creo que los uruguayos debamos tener una visión hemipléjica y deformada de la realidad, ni actual ni de dónde venimos.

Ya no éramos la Suiza de América, un país idílico y de inmigrantes, ya comenzaba la expulsión de muchos uruguayos hacia la Argentina y luego en todas direcciones.

Este relato sería incompleto si no le agregamos otra faceta, era un país de una intensa vida cultural, teatral, cinematográfica (no producíamos nada pero veíamos todo), de pintores y escritores, y con una vida intelectual y política entrelazada, llena de vitalidad. También eso es cierto.

No necesariamente una cosa presupone la otra, sería demasiado simple y trágico.

Fue el otro día comprando carne cerca de donde vivo que se me ocurrió mirar por sobre el hombro y recordar. Siempre es bueno, aunque sea doloroso. No todo tiempo pasado fue mejor. Manrique se equivocaba.