El viejo truco de pasar la tarjeta de un compañero ausente ha ido evolucionado a la par de las tecnologías de los mecanismos de control.
Buen ejemplo de ello es lo ocurrido a principios de siglo en la Administración nacional de Puertos, cuando se incorporó un sistema de registro con huella digital. Poco más tarde, se comprobó que un trabajador llevaba encima cinco “dedos de silicona” con las huellas digitales de otros tantos compañeros de trabajo. Así las cosas, un solo funcionario podía registrar el ingreso de todos, mientras los demás no se tomaban la molestia de concurrir.
Un idéntico sistema fue detectado posteriormente en una policlínica de San Pablo, Brasil.
Ahora, en la lejana China, unos trabajadores aggiornaron ese método y apelaron a un método sencillo y eficaz para burlar al sistema de reconocimiento facial: caretas con sus propios rostros.
Al igual que con los dedos falsos, bastaba que un funcionario acudiera a trabajar y llevara consigo las máscaras con los rostros de sus compañeros. De ese modo, podía marcar el ingreso de todos.
Según informaron medios locales, varios empleados de un comité vecinal en la ciudad de Wenzhou, en la provincia oriental china de Zhejiang, están siendo investigados por esa causa.
El secretario del comité en cuestión, un hombre de apellido Li, es sospechoso de haber incitado a sus compañeros para llevar a cabo ese ardid. Se desconoce cuántos miembros del personal estuvieron involucrados, o cómo lograron engañar al software de reconocimiento facial con unos recortes tan burdos.
Los reportes señalan que su método fue descubierto gracias a las cámaras de circuito cerrado de las oficinas, en concreto, a una que está justo encima del sistema de escaneo facial.
Los comités vecinales son la forma más básica de gobernanza administrativa en China. Sus miembros no son funcionarios públicos ni perciben salario, pero sí reciben prestaciones, por lo que se considera que los infractores recibían algún tipo de compensación a la que no tendrían derecho
"Esto es corrupción. Deberían ser despedidos e incluso castigados legalmente. Hay tanta gente que lucha por encontrar trabajo", comentó una persona indignada en Weibo, la versión china de X.
“Algunos de nosotros tenemos que trabajar más de 10 horas al día, mientras que otros ni siquiera trabajan ocho horas”, se lamentó alguien más.
Aunque el engaño es un delito grave, lo que realmente intrigó a la mayoría de los internautas en China fue cómo el personal del comité logró engañar a lo que se suponía era un sistema de reconocimiento facial de alta tecnología, usando unas toscas mascarillas de papel. Una nueva demostración de que “lo viejo funciona”.
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