El creciente despliegue de satélites de órbita terrestre baja, impulsado por proyectos como Starlink de SpaceX y otras constelaciones globales, está generando una nueva y grave amenaza para la observación astronómica: la contaminación lumínica espacial. Según un estudio reciente de la NASA, el Telescopio Espacial Hubble podría ver inutilizadas hasta el 40 % de sus imágenes científicas debido al paso constante de satélites brillantes frente a su campo de visión.
"Por primera vez en décadas, no estamos hablando de cómo mejorar la calidad de las observaciones, sino de cómo evitar que se degraden", advirtió Alejandro Borlaff, investigador principal del estudio.
Un problema que ya no se limita a la Tierra
Durante años, los astrónomos han luchado contra la contaminación lumínica terrestre producto del crecimiento urbano y la electrificación global. Ahora, el problema ha escalado al propio espacio. Las trayectorias de los satélites, especialmente durante el crepúsculo y el amanecer, dejan rastros de luz en las imágenes astronómicas, alterando el registro fotométrico y haciendo inservible buena parte de los datos recolectados.
La situación afecta especialmente a telescopios de órbita baja, como el Hubble o el futuro Xuntian, que será lanzado por China el próximo año. En el caso de este último, las simulaciones de la NASA indican que hasta el 96 % de sus imágenes podrían verse comprometidas.
Las constelaciones crecen sin freno
Actualmente, SpaceX opera más de 8.600 satélites Starlink, y se espera que el número total de satélites de múltiples compañías —incluyendo Amazon y proyectos chinos— superen las decenas de miles en los próximos años. Esta expansión plantea una amenaza sin precedentes para la astronomía observacional, tanto desde el espacio como desde tierra.
Aunque los telescopios como el James Webb, ubicado en una órbita mucho más lejana (en el punto Lagrange L2), no sufrirán este tipo de interferencias, la mayoría de los observatorios espaciales activos o planeados no tienen esa ventaja.
Soluciones posibles, pero complejas
La NASA plantea algunas posibles soluciones, como el uso de satélites más oscuros o con materiales que minimicen la reflexión solar. Sin embargo, estas medidas tienen efectos secundarios, como el sobrecalentamiento de los equipos y la emisión de luz infrarroja que también contamina otros tipos de observación. También se propone una mejor coordinación entre empresas satelitales y observatorios para programar ventanas de observación libres de interferencias.
“Tiene que haber una manera óptima de ubicar las constelaciones y los telescopios espaciales para que podamos coexistir de manera sostenible”, concluye Borlaff.
Una encrucijada para la ciencia y la conectividad global
La expansión de internet satelital promete acortar brechas digitales, especialmente en regiones aisladas como partes de América Latina, África y zonas rurales de Asia. Sin embargo, este avance tecnológico entra en tensión directa con la ciencia astronómica, que depende de observaciones precisas y limpias para estudiar desde la formación de galaxias hasta la detección de asteroides potencialmente peligrosos.
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