Contenido creado por Martín Otheguy
Medioambiente

El camello y el que rasca el lomo

Sobre la decisión de matar miles de camellos en Australia y la reacción que generó

"La decisión tomada es válida", dijo a Montevideo Portal Marcelo Iturburu, coordinador del Comité de Especies Exóticas Invasoras, que explicó los riesgos que implican las especies invasoras.

16.01.2020 12:40

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2020-01-16T12:40:00-03:00
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En plena emergencia por los incendios que afectan al país y con graves problemas por las sequías en varias zonas de su territorio, Australia decidió sacrificar a miles de camellos salvajes, una decisión que generó indignación en muchas partes del mundo pero que no es nueva.

Desde hace días, equipos de francotiradores profesionales disparan desde helicópteros contra los camellos salvajes (aprovechando el momento en que se acercan a los cuerpos de agua), en una operación que está previsto que se prolongue durante al menos cinco días.

Miles de camellos en estado salvaje acuden a las fuentes de agua de las que disponen las poblaciones aborígenes de la zona, por lo que dañan sus infraestructuras y ponen en peligro a las familias y comunidades, además de competir con el ganado, reportó EFE.

Contrariamente a la creencia popular, los camellos beben mucha agua (más si tienen acceso sencillo a ella) aunque logran permanecer largos períodos de tiempo sin hacerlo en caso de necesidad. Pueden tomar 200 litros de agua en menos tres minutos.

El método usado para matar a esta especie, considerada plaga en Australia (así como el número de ejemplares sacrificados) generó controversia. Sin embargo, el gobierno australiano usa este método al menos desde 2012. Un informe de Reuters de ese año indicaba que 75.000 camellos fueron eliminados de esta forma en el año.

Asunto jorobado

Los camellos son una especie exótica e invasora en Australia, una responsabilidad que por cierto no es del animal sino del humano que los introdujo.

En ese país hay unos 1,2 millones de camellos salvajes (algunos reportes indican un número bastante mayor) y su población se duplica cada 9 años; habitan una extensión de 3,3 millones de kilómetros cuadrados y provocan unos daños económicos anuales de unos 10 millones de dólares australianos (6,8 millones de dólares).

La erradicación de plagas que suponen un peligro para el ecosistema y las especies autóctonas no es nueva, aunque a veces es el carisma de los animales (y la percepción social sobre ellos) lleva a que algunos operativos tengan más repercusión que otros en la opinión pública.

Estos camellos, como se reportó, no son nativos de Australia. Los colonos británicos los trajeron desde India, Afganistán y Oriente Medio en el siglo XIX para transportar cargas pesadas. Los "Adán y Eva" de los camellos australianos llegaron en diciembre de 1840, comenzando un proceso de importación que se mantuvo estable durante décadas.

Su uso dejó de justificarse a comienzos del siglo XX, gracias a la innovación tecnológica y la producción de vehículos, pero Australia cometió entonces un error en el que muchos otros países han incurrido (y siguen incurriendo): liberó a los camellos en su territorio sin realizar ningún control. Los animales comenzaron a prosperar y reproducirse velozmente hasta llegar a los números enormes ya mencionados.

El plan de control de plagas que tiene Australia permite que los camellos sean eliminados. Este plan prevé que sean en primer lugar los dueños de las tierras en las que están los camellos los que se encarguen "humanamente" de su eliminación o control, o que los usen con fines comerciales. Pero como los intentos por hacer un control "comercial" de la población no han tenido éxito y el problema se agravó, se habilitaron varios métodos ante la emergencia: uno de ellos es el sacrificio aéreo, que en su plan Australia califica de humano porque la muerte es "instantánea" y es la única opción en áreas inaccesibles.

Los otros métodos incluyen el sacrificio de los camellos por vía terrestre y algunos que no han tenido impactos significativos o no tienen fácil aplicación, como los cercos de exclusión para proteger las fuentes de agua, el control de fertilidad, control químico y control biológico.

APY, el gobierno del área ocupada por aborígenes australianos que se está encargando de ejecutar la medida por estos días, aseguró a través de un vocero que si bien aprecia las preocupaciones de los activistas por los derechos de los animales, "hay una desinformación importante sobre la realidad de los animales salvajes exóticos en uno de los lugares más áridos del planeta".

Agregó que esta operación es "una medida de último recurso" que justifica el método. Además, señalan que los camellos son muy territoriales y actúan de forma violenta, presentando un riesgo (especialmente para los niños de las poblaciones aborígenes). La falta de depredadores o enfermedades que los afecten, además, hace que la especie se haya reproducido en forma descontrolada.

Vecinos invasores

Las invasiones biológicas son el segundo factor causante de pérdida de biodiversidad a nivel mundial, tras la sustitución o eliminación del hábitat. Uruguay no es ajeno a esta realidad, aunque no sufra una situación tan dramática como esta.

Marcelo Iturburu, coordinador del Comité de Especies Exóticas Invasoras de Uruguay, dijo a Montevideo Portal que es común que muchas especies sean introducidas con objetivos que parecen loables, útiles o simplemente por cuestiones estéticas, pero en que en condiciones silvestres tienen comportamientos no deseados que terminan siendo muy perjudiciales.

"A veces los impactos que causan no son fácilmente vistos por la población y eso influye en la percepción sobre algunos animales", dijo, al referirse a la reacción mundial a lo ocurrido en Australia. Señaló a modo de ejemplo que el Comité hizo una encuesta entre la población que mostraba a algunos animales exóticos dañinos en Uruguay (como el ciervo axis o el estornino) pero que la mayoría de los encuestados se negaban a que fueran erradicados.

"En estos temas pesa no solo lo ecológico o lo ambiental sino que tiene un peso importante lo social, la percepción que tiene la gente sobre el animal. Tenemos especies exóticas que están destrozando el bosque nativo, como algunas vegetales, pero muchas veces la gente no tiene esa percepción negativa sobre ellas. Y la percepción humana influye en la toma de acciones", consideró.

Agregó que en casos drásticos como el de los camellos no hay lugar a discusión sobre lo que debe hacerse. "Compiten con recursos y necesidades básicas como el agua. La decisión tomada es válida", dijo, aunque reconoció que la responsabilidad última de lo sucedido es del ser humano.

Iturburu afirmó que si bien muchas veces los científicos tienen claros los perjuicios que crean las especies invasoras, se termina haciendo algo únicamente cuando se toca el bolsillo, cuando afecta lo productivo. Por ejemplo, dijo, lo que pasa en Uruguay con el jabalí.

Por ello considera que es importante educar e informar sobre los perjuicios que generan algunas especies.

Como ejemplos de esta falta de conciencia citó lo que ocurre en Minas, donde el Comité encontró en la naturaleza ejemplares de erizos europeos. Tras investigar un poco, descubrieron que algunas quinceañeras han recibido como regalo erizos, que luego de un tiempo liberan.

Entre los ejemplos relativamente recientes de especies invasoras citó como ejemplos la Grateloupia turuturu, un alga roja invasiva que apareció en las costas de Rocha, el caracol rapana, que se come los mejillones, o el estornino pinto, que genera pérdidas en la agricultura.

Uruguay tiene hoy 42 especies exóticas invasoras (que incluyen animales, vegetales y especies acuáticas). Entre estos, el "buque insignia" con el que trabaja el Comité es la rana toro (Lithobates catesbeianus), introducida en los años 80 con motivos comerciales y luego liberada con efectos nocivos. Está bien localizada en tres sitios, lo que permitiría su eliminación (algo en lo que se trabaja actualmente).

Dentro de la vegetación, las especies prioritarias son el ligustro (que es invasor pero se sigue vendiendo en los viveros, paradójicamente); la acacia negra (o Gleditsia triacantho) que se trajo para alimentar el ganado pero luego comenzó a desplazar especies nativas; y el tojo, que está afectando los bañados en el litoral este.

Entre las acuáticas, más que definir especies prioritarias lo fundamental es controlar las vías de ingreso, porque la mayor parte de las especies invasoras llegan con el agua de lastre de los buques. El caso más emblemático es el del mejillón dorado, que invadió todos los cuerpos de agua del país y que además de perjudicar especies nativas genera obstrucción de filtros en instalaciones hidráulicas.

Un factor fundamental es la concientización de la gente, insiste Iturburu. "Somos los que las trajimos y por lo tanto somos responsables de controlarlas y tomar conciencia de los efectos que están trayendo; las trajimos por temas ornamentales o utilitarios sin tener en cuenta todo lo otro", dijo.

Y a veces, para deshacer el daño, se toman medidas drásticas. Aunque, como dice Iturburu, estas medidas afecten en ocasiones "a los mamíferos, que son los animales que generan más cariño en la humanidad".

Martín Otheguy