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El análisis del tamaño de los dedos ha dado mucho de sí en el mundo de las publicaciones científicas. A modo de ejemplo, basta recordar dos ejemplos divulgados en 2011, uno de los cuales establecía una relación entre el tamaño de los dedos y el del pene, y otro que asociaba la longitud del dedo índice masculino y la atracción hacia el sexo opuesto.
Y si de promiscuidad se trata, parece que no hay diferencias entre hombres y mujeres. Tanto unos y otros se dividen en dos grupos, uno más inclinado a ser promiscuos y el otro más inclinado a ser fieles. Y los dedos ayudan a agruparlos.
Otras especies animales siguen una de las dos estrategias sexuales para la reproducción. Sin embargo, la especie humana se sirve de las dos, según un estudio del profesor Robin Dunbar, del Departamento de Psicología Experimental de la Universidad de Oxford, y el profesor John Manning, de la Universidad de Northumbria, publicado esta semana en la revista Biology Letters.
Comparaciones físicas previas entre los seres humanos y otros mamíferos sugieren que los humanos están a medio camino entre una especie fiel y una especie promiscua.
El estudio sugiere que hay dos subpoblaciones distintas de seres humanos: una que está más interesada en aventuras amorosas a corto plazo y otro que prefiere los compromisos a largo plazo.
Los investigadores analizaron las respuestas de 575 personas norteamericanas y británicas sobre sus actitudes y deseos hacia el sexo "sin compromiso". Algunos de los encuestados eran más propensos a ser promiscuos, y otros más cercanos al valor de la fidelidad sexual. Sin embargo, no había diferencias de género.
El estudio también analizó fotocopias de la mano derecha de 1.314 hombres y mujeres británicos y midió la longitud del dedo índice y del dedo anular.
Cuanto más corto era el dedo índice en relación con el dedo anular, a más testosterona debería estar expuesto el individuo durante su desarrollo uterino. Ello sugeriría una mayor promiscuidad sexual en edad adulta.
La conclusión sería válida tanto para hombres como para mujeres.
Un grupo tenía un anular mucho más largo que el índice, lo que sugiere que pueden ser más promiscuos. El otro grupo tenía los dos dedos de similar longitud, lo que significa que son más propensos a buscar relaciones a largo plazo. No había diferencias entre sexos.
"Esta investigación sugiere que puede haber dos tipos distintos de los individuos dentro de cada sexo que siguen diferentes estrategias de apareamiento", explican los autores en declaraciones recogidas por La Vanguardia.
El profesor Dunbar agregó que las diferencias son "sutiles" y "sólo son visibles cuando miramos a grandes grupos de personas" y matizó que "el comportamiento humano está influenciado por muchos factores, como el medio ambiente y la experiencia de la vida, y lo que ocurre en el útero sólo podría tener un efecto modesto sobre algo tan complejo como las relaciones sexuales."
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