La poliandria, como se llama a la práctica femenina de aparearse con varios machos, es muy común en el reino animal, pero el por qué de esa conducta es todavía una incógnita, sobre todo porque en algunas especies el coste puede ser muy alto (en las hembras de la mosca de la fruta Drosophila melanogaster, por ejemplo, precipita la muerte).
Entonces, ¿por qué se mantiene? El equipo liderado por la doctora Nancy Weller, de la Universidad de Exeter (Reino Unido), ha descubierto que en otro tipo de mosca de la fruta, Drosophila pseudoobscurala, la poliandria tiene un sentido, y es mejorar la salud de la descendencia.
Algunos machos de esta especie tienen en su cromosoma X el gen SR (del inglés "sex ratio"), un gen que los especialistas clasifican como un gen egoísta.
Este tipo de elementos genéticos están presentes en el genoma de los organismos y, de varias maneras, pueden "manipularlo" para cumplir su objetivo: poder estar en el máximo número posible en la generación siguiente, explica Weller a Efe.
En el caso de "sex ratio", lo que hace es matar a todos los espermatozoides que no llevan una de sus copias (estos es, los espermatozoides que llevan un cromosoma Y) para poder incrementar así su frecuencia a lo largo del tiempo en relación a otros genes.
"Por eso se llaman genes egoístas, porque el resto de genes se heredan normalmente de una manera equitativa", añade la investigadora.
A las hembras mosca, lógicamente, no les interesa tener una descendencia con una fertilidad mermada a causa de este elemento y, por eso, de poder elegir, no se aparearían con los machos portadores del gen SR.
El problema es que no pueden distinguirlos, así que la estrategia que siguen es copular con varios machos para tener más probabilidades de hacerlo con uno "bueno", cuyo esperma compita con el de los machos SR, que contiene la mitad de espermatozoides y tiene, por lo tanto, las de perder a la hora de fecundar los óvulos.
Para comprobarlo, los investigadores han expuesto a las hembras a machos portadores del gen SR y han seguido el comportamiento de apareamiento de las primeras durante varias generaciones.
Tras diez generaciones, determinaron que las hembras habían desarrollado la capacidad de reaparearse más rápidamente; pasaron de copular cada 3,25 días a hacerlo cada 2,75. Con esta conducta, dice Weller, las moscas promueven la competencia entre espermas y disminuyen el riesgo de que el padre de sus hijos sea un macho SR.
Concluyen los autores del estudio, en el que también han participado las Universidades de Okayama (Japón) y Liverpool (Reino Unido), que no saben hasta qué punto este descubrimiento puede ayudar a mejorar la comprensión de la reproducción humana, pero apuntan la posibilidad de que algunos problemas de fertilidad tengan su origen en los genes egoístas.
(Fuente: EFE)
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