Contenido creado por Martín Otheguy
Ciencia

De lo que tu filosofía puede soñar

La filosofía detrás de la pandemia y reflexiones sobre el mejor modelo para esta crisis

Bernardo Borkenztain analiza el "sentido común" en esta situación y llama a una "nueva racionalidad" en lugar de una "nueva normalidad".

05.05.2020 13:40

Lectura: 6'

2020-05-05T13:40:00-03:00
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Por Q.F. Bernardo Borkenztain

borky@montevideo.com.uy

Según Althusser, el famoso "sentido común", lejos de ser una verdad autoevidente, es simplemente la opinión instalada de un colectivo, de una mayoría, y, recurrir a él para convalidar algo, lejos de ser una forma valida del principio de autoridad, puede ser incurrir en la falacia "ad baculum".

Me explico.

Tomemos un ejemplo polémico como el de la interrupción voluntaria del embarazo que el presidente puso en la palestra. Tanto para los que están a favor (que no son pro aborto sino pro libertad de poder elegir) como para los pro vida (en contra) existen argumentos que en su sistema de creencia son de sentido común, pero que para los otros son inaceptables. Por ejemplo, el tema de si la vida empieza en la concepción o en el nacimiento. El "sentido común" (1)  resulta por lo tanto inútil para poder zanjar la discusión.

El problema son los sesgos cognitivos como el de confirmación, que nos hace ignorar los datos y evidencias que no son acordes a nuestras creencias en favor de los que sí lo son, y eso retroalimenta la intensidad de las discusiones, porque lo que nadie hace es poner en cuestión el paradigma propio para poder llegar a acuerdos; antes bien, se refugian religiosamente en las verdades que dan por universales como acólitos.

En el caso del SARS-COV2 tenemos el mismo problema, porque las opiniones se dividen y para peor el tema es candente a nivel mundial, así que también se multiplican a velocidad exponencial. Lo que genera confusión y pluralidad de "sentidos comunes".

Teóricamente, ante dos modelos en oposición que están implementados, lo racional sería, si el "sentido común" fuera racional, copiar el más exitoso, pero en el caso del coronavirus se complica.

En efecto, veamos el tema del distanciamiento social con reclusión, que fue recomendado por la OMS (una fuente de autoridad sin dudas). Fue resistido por Inglaterra, pero como se multiplicaron los casos se impuso, pero Suecia, que lo ignoró, tiene una mejor tasa de resultados de COVID-19, por lejos (2). Entonces, ¿qué modelo elegir? ¿qué es lo racional?

No es fácil, en especial porque no es fácil de diferenciar la opinión del conocimiento en temas sociales, y cuando no son los profesionales los que llevan la voz cantante, se complica.

Por ejemplo, con el tema de los tapabocas, el desinfectante, etc., se optó por lo que se llama "overkill" o exagerar las medidas para asegurar el resultado. En ningún momento puede ser racional vivir en el exterior como si fuéramos por un quirófano, porque sencillamente no es lógico, pero se impuso la doxa de que es la única manera de frenar el contagio.

Pero, ¿frenar el contagio es lo racional que hay que hacer? ¿O conviene apostar a que la población genere una inmunidad rápidamente en virtud a que la gran mayoría de los infectados no se enferma? La realidad es que no se sabe, no hay certeza sobre el tema porque hace muy poco tiempo que se estudia.

Otra pregunta válida: al día de hoy las muertes registradas por COVID-19 son apenas el 0,003 % de la población mundial, ¿justifica esa cantidad un movimiento a nivel planetario? (No decimos que no, solo planteamos la pregunta)

Lo que sí se sabe es que las medidas de precaución de corte obsesivo tienden a generar tranquilidad en la población y eso no es poco, el orden social es un bien mayor a proteger. Pero en la balanza entra la economía.

Y surge la pregunta (no en el país, a nivel mundial): ¿cómo sostener en el tiempo una medida que es de por sí inestable? En este caso lo racional es tratar de determinar lo que deja un mejor balance entre costo y beneficio, teniendo en cuenta que se trata de dos valores de dimensiones diferentes como para que sea fácil compararlos, pero que ambos deben ser cuidados.

Ocurren varias cosas. Hinkelamert trata de salvar el problema de las diferentes concepciones del bien (como en el caso del aborto) o de la buena vida (como lo que se debe hacer para prevenir la enfermedad) con un principio a cumplir, y es que todo camino válido tiene que ser compatible con la producción y reproducción de la vida humana a largo plazo.

Si bien no nos ayuda mucho en los temas que son esencialmente ideológicos, si es claro que, de dos caminos equivalentes, el sentido común, según este principio, sería elegir el de menor impacto ambiental y social, por ejemplo.

El problema actual es, justamente, que como la propia doxa está siendo deconstruida, y por eso expresiones como "nueva normalidad" están siendo empleadas, esto es un indicio de que el sentido común es, simplemente, algo que no puede precisarse. Simplemente no se ha construido un imaginario (pese a las sopas de Wuhan y otros libros "ad hoc" que se han publicado con lo opinado por varios "pensadores express") que se refleje en un pensamiento compartido.

No puede ignorarse que se ha fetichizado la higiene, poniendo al individuo como medio para conseguirla y no a la misma como un conjunto de prácticas al servicio del sujeto. Por definición, esta forma de concebirla no puede sostenerse (sin sacrificio de las libertades individuales) en el tiempo, sin el soporte del miedo público. Y el pánico se está disolviendo, eso se ve simplemente con la cantidad de gente que se ve en la calle.

Lo cierto es que parece que el mundo ya pasó el punto medio del (posiblemente) primer brote de la pandemia y se están iniciando fases de desconfinamiento, y de retorno de actividades públicas como el deporte en algunas partes, pero la incertidumbre se mantiene.

Más que una "nueva normalidad", expresión que es casi oximorónica, porque para que algo sea normal no puede ser nuevo, pero que, sin embargo es razonable, lo que precisamos es una nueva racionalidad, para aprovechar la oportunidad que tenemos de implementar un mundo que sea compatible con la producción y reproducción de la vida humana a un plazo más largo que las cuotas del celular.

Q.F. Bernardo Borkenztain

(1) Para los griegos la expresión era "doxa", de la que derivan ortodoxia y paradoja, respectivamente la opinión predominante (que era la correcta para ellos) y lo que la desafía.
(2) Con una cantidad de factores que inciden, como el clima diferente, o la posible incidencia de factores como la protección inespecífica que parece proporcionar la vacuna BCG.

Por Q.F. Bernardo Borkenztain

borky@montevideo.com.uy