La microbióloga y química Claudia Etchebehere, investigadora del Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable (IIBCE), hace mucho tiempo trabaja en el tratamiento de aguas residuales y en particular se ha dedicado "a la obtención de productos a partir de esas aguas". Actualmente desarrolla un trabajo sobre la detección SARS-CoV-2 en aguas residuales.

En diálogo con Montevideo Portal, la jefa del Laboratorio de Ecología Microbiana explicó cómo llevan adelante este trabajo y otros proyectos en los que han trabajado.

"Tenemos un consorcio de investigadores de Facultad de Medicina, Ingeniería, Ciencias, Química y nosotros del IIBCE. Este consorcio ha puesto en marcha una técnica de PCR en tiempo real para detectar el virus en aguas residuales", comentó Etchebehere.

"Tenemos un desafío nuevo que es tratar de secuenciar las variantes que andan circulando a partir de las aguas residuales. Haciendo una secuenciación de una región del ARN del virus uno puede tener una idea de lo que está circulando en una ciudad o una región. Para eso tenemos una colaboración que empezamos con un grupo de Estados Unidos, que lo hace en Nueva York, y nos están apoyando en eso. Dentro de no mucho tiempo esperamos tener resultados", agregó.

La investigadora sostuvo que se está "pensando como una forma de monitoreo ambiental de cómo va circulando el virus, de una forma paralela a los resultados que se obtienen por muestras clínicas". "Nos sirve para ver cosas que no se ven con las muestras clínicas o para tener una alerta temprana. Además, se pueden ver variantes que no se han detectado", comentó.

"El proyecto de detección empezó hace unos meses en la frontera, en el departamento de Rivera. De ese departamento tenemos un montón de muestras, desde el año pasado, y estamos pensando en qué otras regiones podemos trabajar. La secuenciación de variantes aún no la empezamos", añadió.

Etchebehere contó que se enfocaron en la frontera con Brasil porque les interesaba "ver cómo se afectaba esa zona y la circulación del virus". "En general en todo el mundo está tomando bastante auge el tema de la detección del virus a partir de aguas residuales. Es un tema que creo a futuro se va a desarrollar mucho, porque nos puede servir para tener alertas tempranas de enfermedades que están circulando y que hasta que no empezamos a ver los síntomas no las vemos. Es un área muy incipiente, se ha desarrollado poco todavía, pero tiene una perspectiva importante", aseguró.

La microbióloga sostuvo que "los que tienen mayor rol en el grupo son los virólogos", pero ella al ser experta en aguas residuales, que ha trabajado mucho en este tema, también está aportando su visión. Además, está "acostumbrada a trabajar con muestras complejas, sistemas donde hay muchos organismos". "Esto es muy diferente a una muestra clínica, donde uno tiene una alta presencia del virus. Acá hay una mezcla de organismos y el virus, es complejo, pero es súper desafiante trabajar en esto", dijo Etchebehere.

Este proyecto cuenta con apoyo de la OSE que está involucrada y colabora para que se haga el muestreo. Dentro del grupo de trabajo hay investigadores del área clínica, que están tratando de comparar los datos obtenidos con los datos de la cantidad de pacientes infectados e investigadores de Facultad de Ingeniería que conocen cómo funcionan las redes de saneamiento.

La investigadora contó que el grupo de investigadores de Estados Unidos que colabora con el grupo uruguayo "está financiado por una fundación que está interesada en la colaboración con grupos de Latinoamérica y otras regiones, por ahí tenemos algunos recursos que no son fáciles de conseguir para nuestro país".

De otras yerbas

Por otro lado, una de las principales líneas de investigación de Etchebehere es la obtención de metano e hidrógeno a partir de distintos residuos y aguas residuales.

"La idea de estos procesos es utilizar microorganismos que pueden degradar la materia orgánica del agua residual y producir algún compuesto que por sí tenga más valor. Hemos trabajado con la obtención de metano que es lo más establecido y es un proceso que funciona bastante bien, aunque desde el punto de vista microbiológico hay muchas cosas que aún no se saben", sostuvo la investigadora.

"Hemos trabajado en otros compuestos de los cuales la tecnología está menos avanzada, como el caso del hidrógeno y ahora trabajamos con producción de láctico, que podría ser un precursor para producción de plásticos. La idea es tratar de convertir los deshechos en algún producto", agregó.

En ese sentido, en su laboratorio realizaron un trabajo donde determinaron que "es posible producir energía a partir de los residuos de la yerba mate". "Fue un trabajo muy divertido, hace mucho tiempo pensábamos en que había que hacer algo con la yerba mate.

Hubo llamados a posdoctorados donde se presenta mucha gente del exterior y se presentó un estudiante muy bueno de Brasil, al que le plantee la idea de escribir algo sobre la obtención de productos a partir de la yerba mate. Se puso a estudiar y hay muy poco trabajo, ya que es un residuo muy específico de nuestro país", sostuvo Etchebehere.

"Hicimos ese trabajo que estuvo muy bueno, porque demostramos que era posible obtener metano y que si hacíamos un tratamiento químico de ese residuo, que es mayoría celulosa, obteníamos un 80% del rendimiento de metano que se podía obtener con ese residuo. Fue un resultado importante y llamativo para nosotros", añadió.

Residuos de yerba mate con suero de queso

Etchebehere contó que hay otros dos trabajos más vinculados a yerba mate, "uno fue sobre la combinación del residuo de yerba mate con suero de queso". "Hemos trabajado mucho con suero de quesería porque es un residuo muy importante también para nuestro país y no hay un sistema de tratamiento muy efectivo para ese residuo y no se lo puede desechar", comentó.

"Hace muchos años estudiamos la producción de metano en suero de queso, que es bastante difícil porque el suero de queso tiene un pH muy ácido, por cómo es la producción del queso, y a su vez tiene microorganismos que crecen muy rápido, que son las bacterias lácticas y que bajan muy rápidamente el pH, eso no es bueno para producir metano. Entonces, nos pasamos a producción de hidrógeno. El hidrógeno tiene varias ventajas como combustible y la principal es que es un combustible limpio, porque su utilización no genera ningún gas de efecto invernadero", agregó.

La microbióloga señaló que "hay mucha movida, en los últimos años y en la actualidad, para cambiar la matriz de combustibles a hidrógeno". "Actualmente se está pensando en producir hidrógeno con el exceso de energía de los molinos y solar. Hace varios años junto a otros investigadores comenzamos a ver que hay microorganismos que pueden producir hidrógeno a partir de materia orgánica como un proceso de fermentación. Hemos estudiado bastante el proceso de producción de hidrógeno a partir de desechos y lo hemos hecho bastante a partir del suero de queso, porque tiene bastantes ventajas para la producción de hidrógeno", añadió.

La investigadora comentó que con el suero de queso han "trabajado bastante" y se les ocurrió mezclarlo con el residuo de yerba mate para producir metano. "Eso hicimos en este último trabajo y obtuvimos muy buenos rendimientos. Es un trabajo que estamos por publicar", adelantó.

Etchebehere sostuvo que como investigadora lo que más le interesa "además de buscar soluciones creativas a los problemas del país, es estudiar los microorganismos en sí y cómo interaccionan ellos o hacer que produzcan más hidrógeno o metano". "Además de tener mucho de práctico, de obtener un producto, el estudio tiene mucho de pienso, entender cómo funcionan los microorganismos. Para estudiarlos tenemos que hacerlo a través de la extracción de ADN, secuenciar y ver cómo interaccionan entre ellos. En base a eso diseñamos nuevas estrategias para optimizar los procesos y obtener más rendimiento", explicó.

También han trabajado con residuos de avícola y van a empezar un proyecto con varios investigadores "para ver cuál es la mejor opción para tratar los residuos de avícola". "En nuestro país y el mundo este es un problema importante porque está muy concentrado en una región. Acá es en el santoral, en Canelones. Es un proyecto que tiene muchos desafíos", aseguró.

En ese sentido, considera que "en los últimos años se está viendo que si uno combina dos residuos que tienen propiedades opuestas se puede potenciar el rendimiento del proceso. Muchas veces esos residuos, si bien se generan en lugares diferentes, se generan en la misma región".