El trabajo dirigido por el profesor Brendan Kelly, de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EEUU, identifica al menos 22 mamíferos marinos que corren riesgo de hibridación, 14 de las cuales figuran en las listas de especies en peligro de extinción, amenazadas o de especial preocupación de los Gobiernos.
El estudio pide un programa internacional de seguimiento que permita saber el grado de hibridación que se está produciendo para que la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) pueda desarrollar mejores programas de protección.
Según Kelly, son muchos los híbridos que se han detectado.
En 2006, cazadores árticos mataron a un ejemplar cruce de oso pardo y oso polar, un oso blanco con manchas marrones, en un episodio que se repitió en 2010, según estos científicos. En el primero de los casos, las pruebas de ADN determinaron que el ejemplar era resultado de la cópula entre un macho pardo (grizzly) y una hembra de polar, siendo apodado por los investigadores como "Prizzly".
En el segundo caso, los científicos pudieron probar que el atípico animal formaba parte de una segunda generación "prizzly", lo que demostró que estas dos variedades diferentes de osos podían tener crías que fueran fértiles, circunstancia anómala en el reino animal.
Hace casi veinte años, a finales de la década de 1980, se encontró en la parte occidental de Groenlandia el cráneo de un narval beluga, que inicialmente se pensó que pertenecía a una ballena.
Además, son numerosos los casos registrados de marsopas y focas que se están cruzando, un fenómeno que aumenta a medida que se retira el hielo de las zonas próximas al Polo Norte.
Los científicos predicen que no habrá hielo en el océano ártico durante el verano a finales del siglo XXI, lo que supondrá, por ejemplo, que los osos polares, tendrán que pasar más tiempo en territorio de los osos pardos, propiciando el apareamiento.
De hecho, la aparición de la variedad prizzly obedece al hecho de que los polares deben pasar más tiempo en tierra firme, dada la disminución de las grandes superficies heladas donde sueen habitar. Asimismo, el aumento de la temperatura invita a los osos pardos a aventurarse más al norte de lo habitual.
Las focas y las ballenas que en la actualidad viven en océanos diferentes, separados por el hielo, compartirán en breve las mismas aguas septentrionales y las poblaciones aisladas entrarán en contacto y se aparearán con otras especies.
En algunos casos, como el de la ballena del Pacífico norte, este cruce podría causar su extinción, según se afirma en este estudio.
"La rápida desaparición del hielo en los mares nos deja muy poco tiempo para actuar", advirtió el profesor Kelly.
Con información de EFE
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