Una de las empresas pioneras en test de ADN caseros, 23andMe, fue comprada por Regeneron Pharmaceuticals, un gigante de la biotecnología estadounidense, por US$ 256 millones, en un acuerdo que incluye la base de datos genéticos de más de 15 millones de personas en todo el mundo.
23andMe se hizo conocida por ofrecer kits que permiten a los usuarios, desde sus casas, obtener información sobre su origen étnico, predisposiciones a enfermedades y otros rasgos genéticos. Fundada en 2006 en Silicon Valley por Anne Wojcicki, la firma fue en su momento un símbolo del auge de la medicina personalizada y la biotecnología accesible.
Según informó The Verge, a pesar de haber alcanzado una valuación de US$ 6.000 millones tras salir a la bolsa en 2021, 23andMe se declaró en bancarrota en marzo de este año, luego de años sin conseguir rentabilidad. En paralelo, Wojcicki renunció a la dirección de la empresa.
Ahora, Regeneron —especializada en investigación y desarrollo de fármacos— anunció que adquirirá la compañía junto a su negocio de salud y servicios de investigación, así como su extenso biobanco de muestras genéticas. El acuerdo aún debe ser aprobado por un tribunal estadounidense de bancarrotas.
Según 23andMe, los datos se encuentran anonimizados, y las muestras físicas son destruidas cuando un usuario solicita la eliminación de su cuenta. Sin embargo, no está claro qué cantidad de información queda almacenada y pasará a ser gestionada por la farmacéutica.
Desde Regeneron, su cofundador George D. Yancopoulos justificó la compra como un impulso a sus estudios genéticos. “Nos permitirá avanzar en la investigación a gran escala para desarrollar medicamentos basados en la genética humana”, dijo.
El presidente de 23andMe, Mark Jensen, afirmó que el acuerdo “mantiene la misión de la empresa viva”, y garantiza “la protección de la privacidad, la elección y el consentimiento” de los usuarios. Agregó que todo el personal de la firma será incorporado por Regeneron.
No obstante, el traspaso de una base de datos tan masiva genera inquietud entre especialistas en privacidad y bioética. El hecho de que una empresa privada obtenga información genética de millones de personas —aunque esté anonimizada— abre interrogantes sobre el uso futuro de esos datos.
“Para el usuario común, esto reaviva una duda clave: una vez que compartís tu ADN, ¿quién lo controla realmente?”, advirtió un analista citado por medios especializados. A medida que la genética se convierte en una herramienta central del negocio farmacéutico, ese debate parece estar lejos de terminar.
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