Además de construir cohetes, la NASA también se dedica a fabricar aviones. Uno de los mejores proyectos que jamás haya construido, el Observatorio Estratosférico para la Astronomía Infrarroja (Sofia, por sus siglas en inglés), se retiró, pero luego de una vida operativa de casi una década.

Sofia es un Boeing 747-SP modificado con un agujero gigante cortado en el fuselaje, con un enorme telescopio de 17 toneladas y 254 centímetros de diámetro apuntando hacia afuera del abismo, según consignó el portal The Drive.

El principio operativo era simple: al volar un telescopio infrarrojo a la estratósfera, Sofia pudo evitar el 99 % de las capas cargadas de vapor de agua que bloquean el infrarrojo de la atmósfera de la Tierra y obtener imágenes mucho más detalladas que cualquier observatorio terrestre alguna vez podría. Sofia volaría durante la noche hasta 12 horas seguidas a altitudes de hasta casi 14.000 metros con la enorme puerta de su telescopio de 1.360 kg abierta, tomando imágenes detalladas del espacio profundo con su telescopio de dos metros y medio construido por el Centro Aeroespacial Alemán (DLR).

Otro beneficio de Sofia fue que el telescopio podía mantenerse y modificarse cada vez que aterrizaba, en lugar de requerir un vuelo espacial en órbita terrestre baja muy complicado y difícil para dar servicio como lo requieren los telescopios con destino al espacio.

Después de una década de investigación y desarrollo, su primer vuelo como avión de investigación fue el 26 de abril de 2007 y las primeras imágenes del telescopio se tomaron en 2010. En los años posteriores se ha utilizado para investigar la composición atmosférica de Plutón, detectar oxígeno en Marte, descubrir agua molecular en la Luna y tomar innumerables imágenes de luz invisible de objetos del espacio profundo.

Su vida operativa terminará el 30 de setiembre, luego de que un análisis determinó que su productividad no valía los costos a medida que cambian las prioridades dentro de la agencia.