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Vida en la red

Por The New York Times

El nuevo blanco de los criptoestafadores: las aplicaciones de citas

El hombre de la aplicación de citas Hinge tenía todo lo que buscaba Tho Vu.

22.02.2022 19:14

Lectura: 8'

2022-02-22T19:14:00-03:00
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Por The New York Times | Kevin Roose

Era un arquitecto guapo y juvenil de China, que estaba en Maryland por un proyecto a largo plazo. Nunca se habían conocido en persona —él dijo que seguía esperando el refuerzo de la COVID-19—, pero se habían escrito mensajes de texto durante meses y ella ya estaba muy enamorada. Él la llamaba su “amorcito” y le decía que planeaba llevarla a China para que conociera a su familia cuando acabara la pandemia.

Así que, cuando el hombre, quien se hacía llamar Ze Zhao, le dijo a Vu, quien trabaja en el departamento de servicio al cliente de una empresa de seguridad, que podía ayudarle a ganar dinero comercializando bitcoines y otras criptomonedas, ella quedó intrigada.

“Había escuchado hablar mucho sobre las criptomonedas en las noticias”, comentó Vu. “Soy una persona curiosa y de hecho él conocía muy bien todo el proceso de compra y venta”.

Sin embargo, el hombre no quería ayudar a Vu a invertir su dinero. La estaba engañando para que participara en un tipo de estafa financiera cada vez más popular, comentó Vu, una que combina la milenaria seducción romántica con la tentación más nueva de la riqueza instantánea con criptomonedas.

En unas semanas, Vu, de 33 años, había enviado más de 300.000 dólares en bitcoines, casi todos los ahorros de su vida, a una dirección que según Zhao estaba conectada con una cuenta en OSL, la criptobolsa de Hong Kong. El sitio web lucía legítimo, ofrecía atención al cliente las 24 horas del día, los siete días de la semana e incluso se actualizaba para mostrar cómo el saldo de Vu cambiaba conforme subía y bajaba el precio del bitcóin.

Zhao —cuyo nombre real no pudo ser verificado— le había prometido a Vu que sus criptoinversiones les ayudarían a casarse y comenzar una vida juntos.

“Podemos ganar más dinero además del de OSL e irnos de luna de miel”, le dijo, según una captura de pantalla de sus mensajes de texto que Vu compartió conmigo.

Sin embargo, no hubo ninguna luna de miel ni ninguna criptobonanza. En vez de llegar a la cuenta de una bolsa, el dinero de Vu se fue a la cartera digital del estafador, quien luego desapareció.

Ahora, Vu está buscando la manera de encontrarle sentido a lo ocurrido.

“Pensé que lo conocía”, dijo. “Todo era mentira”.

Las estafas románticas —el término para las estafas en línea que involucran la simulación de un interés romántico para ganar la confianza de la víctima— han aumentado en la pandemia. Al igual que los precios de las criptomonedas. Esto ha provocado que las criptodivisas les sirvan de punto de entrada a los criminales que buscan robar los ahorros de sus víctimas.

El año pasado, se denunciaron unas 56.000 estafas románticas ante la Comisión Federal de Comercio —un total de 139 millones de dólares en pérdidas—, según datos de la agencia. Esa cifra es casi el doble de las denuncias que recibió la agencia el año anterior. En un boletín informativo del otoño pasado, la oficina del FBI en Oregón advirtió que las criptoestafas en aplicaciones de citas se estaban convirtiendo en una de las principales categorías de cibercrímenes, con más de 1800 casos denunciados en los primeros siete meses del año.

Los expertos creen que este tipo particular de estafa se originó en China antes de extenderse a Estados Unidos y Europa. Su nombre chino más o menos se puede traducir como “sacrificio del cerdo”, una referencia a la manera en que las víctimas son “engordadas” con halagos y romance antes de ser estafadas.

Jan Santiago, subdirector de Global Anti-Scam Organization, una organización sin fines de lucro que representa a víctimas de estafas en línea con criptomonedas, mencionó que, a diferencia de las estafas románticas típicas —las cuales suelen tener como blanco a adultos mayores menos diestros con la tecnología—, estos estafadores parecen ir en busca de mujeres más jóvenes y educadas que están en aplicaciones de citas como Tinder, Bumble y Hinge.

“Los estafados son principalmente milénials”, comentó Santiago.

El año pasado, Jane Lee, una investigadora en Sift, la firma de prevención de fraudes en línea, comenzó a indagar en las criptoestafas de citas. Lee se inscribió en varias aplicaciones populares de citas y rápidamente coincidió con hombres que intentaron ofrecerle consejos de inversiones.

“La gente se siente sola por la pandemia y las criptomonedas están muy de moda en este momento”, dijo Lee. “La combinación de estos dos fenómenos en verdad ha logrado que esta sea una estafa exitosa”.

Lee, cuya empresa trabaja con varias aplicaciones de citas para evitar fraudes, comentó que la maniobra usual de estos estafadores es buscar que la conversación pase de una aplicación de citas a WhatsApp, donde los mensajes están cifrados y es más difícil que los monitoreen las empresas o las fuerzas del orden.

Desde esa aplicación, el estafador bombardea a la víctima con mensajes coquetos hasta llevar la conversación a las criptomonedas. El estafador, quien se hace pasar por un criptooperador exitoso, ofrece mostrarle a la víctima cómo invertir su dinero para obtener ganancias rápidas y de poco riesgo.

Según Lee, luego el estafador ayuda a la víctima a comprar criptomonedas en un sitio legítimo, como Coinbase o Crypto.com, y le da instrucciones para transferirlas a una criptobolsa falsa. El dinero de la víctima aparece en el sitio web de la bolsa y él o ella empieza a “invertir” en varios criptoactivos, con la guía del estafador, quien a la postre huye con el dinero.

Esta estafa en particular es muy artera porque es mucho más elaborada que las estafas del príncipe nigeriano de antaño. Algunas víctimas han descrito que las dirigen a sitios web que lucen reales con gráficas y cintas que muestran los precios de varios criptoactivos. Los nombres y las direcciones de las bolsas falsas cambian con frecuencia y al inicio las víctimas suelen tener permiso para retirar pequeñas cantidades de dinero, por lo que se sienten más cómodas depositando cantidades más altas. El año pasado, Niki Hutchinson, una productora de redes sociales de 24 años de Tennessee, fue víctima de una criptoestafa romántica. Hutchinson estaba de visita con una amiga en California cuando coincidió en Hinge con un hombre llamado Hao, quien le dijo que vivía cerca y trabajaba en el negocio de la ropa.

Los dos siguieron enviándose mensajes por WhatsApp durante más de un mes después de que ella regresó a casa. Hutchinson le dijo a Hao que era adoptada de China; Hao le dijo que él también era chino y que era originario de la misma provincia que la familia biológica de Hutchinson. Hao la empezó a llamar “hermana” y decía de broma que él era su hermano perdido (Hutchinson mencionó que habían tenido una conversación por video, pero Hao solo mostró parte de su rostro y colgó rápido).

“Pensé que era tímido”, comentó Hutchinson.

Hutchinson acababa de heredar casi 300.000 dólares de la venta de su casa de la infancia, después de la muerte de su madre. Hao sugirió que invirtiera ese dinero en criptomonedas.

“Quiero enseñarte a invertir en criptomonedas cuando tengas tiempo, producir cambios en tu vida y darle un ingreso adicional a tu vida”, le escribió Hao por mensaje de texto, según una captura de pantalla del intercambio.

A final de cuentas, Hutchinson aceptó y envió una pequeña cantidad de criptomonedas a la dirección de la cartera que le dio Hao, la cual, según él, estaba conectada a una cuenta en una criptobolsa llamada ICAC. Luego —cuando el dinero apareció en el sitio web de ICAC—, Hutchinson envió más.

Hutchinson no podía creer cuán fácil había sido ganar dinero, tan solo siguiendo el consejo de Hao. Con el tiempo, después de haber invertido todos sus ahorros, pidió un préstamo y siguió invirtiendo más.

En diciembre, Hutchinson comenzó a sospechar cuando intentó retirar dinero de su cuenta. Hubo un error en la transacción y un agente de servicio al cliente de ICAC le dijo que su cuenta iba a ser congelada si no pagaba cientos de miles de dólares en impuestos. Su conversación con Hao quedó en silencio.

“Pensé: ‘Dios mío, ¿qué hice?’”, mencionó.

Ahora, Hutchinson está intentando recuperar su vida. Ella y su padre viven en su casa rodante —uno de los pocos activos que les quedan— y está colaborando con la policía de Florida para rastrear a su estafador. Tho Vu, quien gastó casi todos los ahorros de su vida después de que la engañó un criptoestafador que conoció en la aplicación de citas Hinge y se hizo pasar por un hombre llamado Ze Zhao, en Gaithersburg, Maryland, el 16 de febrero de 2022. (Schaun Champion/The New York Times). Niki Hutchinson, quien aseguró haber sido víctima de estafadores en una aplicación de citas que les quitaron cientos de miles de dólares a ella y a su padre, en Chapel Hill, Tennessee, el 13 de febrero de 2022. (Stacy Kranitz/The New York Times).