Al caer la temperatura en el este de Ucrania, Serguéi Khmil dice no tener más opción que usar los cajones de municiones que dejaron los rusos en su retirada como leña para quemar este invierno.

Khmil reconoce, entre las ruinas de la destruida aldea de Kamyanka, en las afueras de Izium, que sin esa madera se congelaría. 

"Lo más difícil es conseguir suficiente madera picada", explica. "Hay una fila enorme para recibir madera donada de los voluntarios".

Con su casa en gran parte destrozada por el bombardeo, Khmil trabaja para convertir su cocina en el exterior en un refugio invernal, ahora llena de frazadas, cajones de municiones y una caldera construida con cascos de proyectiles rusos.

"Necesito cubrir las paredes con otra capa de aislamiento", agrega Khmil mientras observa la modesta habitación donde espera estar resguardado durante el invierno.

La aldea fue bombardeada en marzo y atacada por helicópteros antes de que irrumpieran la infantería y tanques rusos que avanzaban hacia el sur desde Izium en los inicios de la invasión.

Tras ocupar la zona, los rusos se instalaron e incautaron edificios, saquearon casas, robaron bebidas alcohólicas y condujeron ebrios, según los habitantes.

"Comenzaron a entrar en los garajes y casas a beber toda la noche", cuenta Volodimir Tsybulya, un vecino de 53 años, mientras repara el tejado de la casa de su hermana.

"Solían lanzar granadas para divertirse. Yo llegué a mi casa y encontré el baño destruido por una granada", recuerda.

Así pasaron meses, hasta que una ofensiva relámpago de las fuerzas ucranianas forzó el repliegue en septiembre de los soldados rusos en el flanco noreste, que se desplazaron más al este.

Tras el retiro de las tropas quedó una cadena de poblados destruidos, incluyendo Kamyanka.

Las autoridades ucranianas tomaron control de la zona y descubrieron fosas masivas al hacer un recuento de los daños en el territorio.

La guerra

El vicealcalde de Izium, Mijailo Ishyuk, dice que la situación es difícil al inicio del invierno, con 30% a 40% de los tejados destruidos en la ciudad.

La falta de materiales y equipos de construcción y la escasez de mano de obra hacen más difícil llevar a cabo las reparaciones ante la llegada del frío. Las previsiones indican que la temperatura caerá bajo cero los próximos días.

La situación en Kamyanka es aún peor, admite el responsable. Casi todos los tejados de las 550 casas y edificios del pueblo han sido dañados o totalmente destruidos.

"Estamos observando la situación detenidamente", agrega Ishyuk.

También advierte que aumentan los apagones tras los bombardeos rusos contra la infraestructura energética en toda Ucrania, que han dejado a Izium y sus alrededores con menos electricidad y calefacción.

En Kamyanka, Lyubov Perepelytsya oscila entre contar los horrores vividos durante la ocupación rusa y compartir sus temores por la llegada del invierno.

"Saquearon literalmente todo, fue un comportamiento tan vil", dice la mujer de 65 años entre lágrimas, al describir la destrucción de su casa y el saqueo de sus bienes.

La mayoría de los 1.200 habitantes de la aldea se han ido de la zona, pero Perepelytsya y su esposo enfermo, junto a unas decenas de personas, piensan permanecer durante el invierno en Kamyanka, pase lo que pase.

"He llorado un río. Este es nuestro sexto lugar (durante la guerra). Parece que la guerra nos persigue a dónde vayamos", lamenta. 

AFP