En una industria tan dinámica como la del desarrollo de software, donde el cambio es constante y la innovación es la norma, el testimonio de Andrew Wang —ingeniero senior con paso por Amazon y startups de inteligencia artificial— ofrece una reflexión inquietante: la actual precariedad laboral de los ingenieros junior podría desencadenar una crisis silenciosa de talento a largo plazo.
Wang, como muchos otros veteranos del sector, empezó su carrera en un entorno donde la mentoría era parte integral del aprendizaje. Hoy, en cambio, ve con preocupación cómo la saturación del mercado, la presión por reducir costos y el auge de la inteligencia artificial han llevado a muchas empresas a dejar de contratar perfiles junior. Esto, advierte, no solo erosiona la cultura de desarrollo humano dentro del ecosistema tecnológico, sino que compromete su sostenibilidad.
Un mercado adverso para los que empiezan
En foros profesionales y redes sociales abundan los relatos de jóvenes desarrolladores que envían cientos de currículums sin recibir respuesta. Según Wang, este fenómeno es real y multifactorial. La promesa de estabilidad y altos ingresos que caracterizó a la ingeniería de software en la última década atrajo a miles de aspirantes, contribuyendo a una saturación del mercado. A esto se suma un entorno macroeconómico incierto y una visión empresarial que, en muchos casos, prioriza la eficiencia inmediata sobre el desarrollo a largo plazo del talento humano.
En ese escenario, la inteligencia artificial juega un doble papel: por un lado, como herramienta de apoyo a la productividad; por otro, como pretexto para prescindir de la contratación humana, especialmente en roles de entrada. Para empresas bajo presión de inversores y tiempos de entrega ajustados, formar a un junior parece un lujo. “Pero es una inversión”, insiste Wang.
Riesgo generacional: ¿quién tomará la posta?
El argumento de fondo tiene una lógica contundente: si hoy no se incorporan jóvenes al sector, dentro de una o dos décadas podría haber una carencia crítica de ingenieros senior, justamente cuando los actuales estén en edad de retirarse. Es una advertencia que recuerda dinámicas similares en sectores como la medicina o la educación, donde la falta de recambio generacional ha generado cuellos de botella y crisis de servicio.
El caso de América Latina es especialmente sensible. Aunque muchos países de la región han invertido en programas de formación tecnológica, los ingenieros junior enfrentan un doble reto: competir globalmente en plataformas de trabajo remoto y hacerlo desde economías con menor poder de negociación frente a gigantes tecnológicos. Si además las empresas locales replican el modelo de contratar solo perfiles senior o depender de herramientas de IA, la región podría ver un estancamiento en su capacidad de generar talento propio a gran escala.
¿Qué camino queda para los jóvenes?
Wang ofrece una respuesta pragmática: adaptarse, insistir, buscar experiencias paralelas en roles técnicos como soporte o infraestructura, mientras se aguarda una nueva oscilación del péndulo laboral. También recalca la importancia de la mentoría: no solo como un valor humano, sino como una estrategia para mantener viva la capacidad del sector para renovarse.
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