La inteligencia artificial está transformando el mundo, pero también está poniendo contra las cuerdas a la infraestructura energética global. Una reciente encuesta del Uptime Institute reveló que el 36% de los operadores de centros de datos están "muy preocupados" por las limitaciones de energía necesarias para sostener el crecimiento exponencial de la IA. Y no es para menos: según la Agencia Internacional de Energía, la demanda de electricidad de los centros de datos se duplicará antes de 2030.
El propio CEO de Amazon, Andy Jassy, lo dejó claro: “El poder es la mayor limitación que enfrentamos para escalar nuestro negocio de IA”. Y Amazon no está sola. Microsoft, Meta, Google, Apple y la propia Amazon invertirán más de US$350.000 millones en centros de datos solo en 2025. Todas estas compañías ya adelantaron a sus inversores que superarán las proyecciones de gasto este año, debido al imparable avance de la IA generativa.
Una infraestructura al límite
El informe de Uptime muestra que los costos operativos crecientes —inflación, escasez de talento y alza de precios energéticos— son aún la principal preocupación, pero las restricciones eléctricas y la incapacidad para prever la demanda crecen aceleradamente en el radar de los operadores.
Pese a los esfuerzos por mejorar la eficiencia energética —incluyendo nuevas tecnologías de refrigeración— el indicador clave de eficiencia, Power Usage Effectiveness (PUE), se mantiene estancado desde hace seis años. Las instalaciones más antiguas, combinadas con barreras regulatorias locales, limitan el avance.
Además, los operadores siguen reacios a usar IA para gestionar sus propios centros: la mayoría permitiría que la tecnología analice datos de sensores o haga mantenimiento predictivo, pero no confían en que tome decisiones operativas críticas, como cambios de configuración o manejo de personal.
¿Una amenaza estructural?
A diferencia de los costos —que las empresas pueden absorber o trasladar— la red eléctrica no está bajo el control directo de las tecnológicas. En Estados Unidos, las inversiones masivas en infraestructura digital no están siendo acompañadas por un ritmo equivalente de ampliación y modernización de la red eléctrica.
Este desacople entre expansión digital y capacidad energética plantea interrogantes clave sobre la sostenibilidad del modelo de crecimiento basado en IA. También abre un debate sobre cómo deben coordinarse política energética, regulación ambiental y planeamiento urbano, en un contexto de aceleración tecnológica sin precedentes.