El pasado viernes, la popular revista estadounidense The New Republic publicó un artículo firmado por el reportero Christopher Ketcham, bajo el título ya mencionado.
Dicho texto generó inmediatas reacciones, entre ellas la del periodista especializado Joel Hruska, quien desde la conocida publicación digital Extreme Tech, le dedicó una extensa crítica.
"Es sorprendente ver un artículo como este publicado en una publicación de la historia y el calibre de The New Republic, particularmente en un momento en que los teóricos de la conspiración sobre el 5G están destruyendo antenas de celulares y otras instalaciones, debido a hipótesis sin fundamento que vinculan 5G al coronavirus", lamenta Hruska, recordando que en su país "han habido 77 ataques incendiarios desde el 30 de marzo, y se reportaron 180 incidentes de vandalismo".
A continuación, señala que el autor del artículo en cuestión ya ha escrito en otras ocasiones sobre tecnología inalámbrica. "Durante una década ha bailado siempre con la misma música, y usando las mismas herramientas retóricas", critica.
En su nuevo trabajo, Ketcham alude a un estudio realizado en el año 2018 por el Programa Nacional de Toxicología (NTP) de EEUU, que presuntamente descubrió evidencia de que exponer a las ratas a la radiación del teléfono celular puede causar varias formas de cáncer. Para Hruska, el autor vuelve a apelar a su estilo de siempre: "un gancho emocional comprensivo, una madre en una situación desesperada y, finalmente, una figura u organismo del gobierno con información crítica que muestra un problema importante que de alguna manera, ha sido barrido bajo la alfombra", describe.
"El único problema es que es una trampa de principio a fin", añade.
Según Hruska, "el informe de NTP que Ketcham cita sin crítica está plagado de fallas metodológicas, hasta el punto de ser inútil. Para empezar, las ratas de control, que no están expuestas a ninguna radiación, murieron a casi el doble de la tasa que las ratas expuestas. Luego, un problema enorme: las ratas de control murieron tan rápido que no representan en absoluto un grupo de control. Además, el resultado no tiene sentido en ese punto. No se conoce ninguna razón biológica por la que las ratas que están expuestas a la radiación de los teléfonos celulares vivan más. Claramente, algo más estaba afectando la tasa de población masculina de los roedores", señala.
El periodista hace hincapié en el género porque "la mayor incidencia de cáncer a la que se refiere Ketcham solo se encontró en los ejemplares macho, donde el 48 por ciento del grupo de control murió pronto. En las hembras, donde esto no ocurrió, los incidentes de cáncer entre los dos grupos fueron idénticos". También se hizo un aprueba con ratones, bajo los mismos protocolos que con las ratas, y no se vieron cambios en las tasas de cáncer.
"Ketcham no aborda estos puntos. En cambio, se remite a un informe de 2011 de la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer, y allí descubre que la radiación de los teléfonos celulares es un ‘posible carcinógeno humano'. Esto es verdad. Pero se descuida por completo de informar sobre el contexto de ese hallazgo", apunta.
La OMS clasifica la radiación de los teléfonos celulares como un riesgo de Categoría 2B, que se aplica a agentes para los cuales hay evidencia limitada de carcinogenicidad en humanos y evidencia insuficiente de carcinogenicidad en animales de experimentación. A modo de comparación, porque el contexto es importante, las carnes procesadas, como el tocino y las salchichas, se clasifican como Grupo # 1: "Carcinogénico para los humanos". La carne roja como la carne de res, cerdo y cordero es el Grupo # 2A: "Probablemente cancerígeno para los humanos".
"En otras palabras, si usted cree que está justificado enfadarse por la clasificación del Grupo 2B en su Wi-Fi, pero no le preocupa el churrasco con tocino que acaba de comer para el almuerzo, la OMS cree que sus prioridades están muy mal establecidas", comenta el reportero.
Cerca del final del artículo, "Ketcham usa como base de su crítica da la tecnología 5G una herramienta que ya ha usado otras veces: un estudio del Instituto Ramazzini que, según Hruska, está "mal considerado, es altamente erróneo, lleno de errores y que fue desmontado meticulosamente por el Dr. John Timmer, en un artículo difundido oportunamente por la web especializada Ars Technica Ars Technica".
Hruska denuncia que el artículo de su colega no menciona ninguno de esos errores, y pinta deliberadamente in escenario catastrofista, para el que no hay ninguna base científica.
"No es una pieza de periodismo. Es propaganda escrita por un autor que sabe exactamente cómo crear un artículo aparentemente sólido, para alimentar una línea de argumento que ha estado sosteniendo durante una década, utilizando las mismas técnicas retóricas y hechos medio revelados. The New Republic necesita desesperadamente un editor científico", ataca.
Hruska recuerda que la razón por la cual cientos de antenas 5G están surgiendo "no es que las corporaciones quieran saturarnos de radiaciones peligrosas, sino que las señales 5G son tan cortas y débiles que se necesitan cientos de antenas para obtener señal en cualquier lugar. Los mismos hechos que hacen del 5G una fuente absurda de daño corporal son las razones en las que Ketcham se apoya para pintarlo como una amenaza siniestra.
"El 5G no causa cáncer. El LTE no causa cáncer. El 3G no causa cáncer. El 2G no causó cáncer en su momento. El microondas de su casa tampoco causa cáncer. No causan coronavirus. El electrosmog no existe. Usar papel de aluminio alrededor de la cabeza puede tratar su condición mental a través del efecto placebo, pero no hará nada más", añade el reportero, no sin ironía.
"Pruebas repetidas a voluntarios que afirman ser sensibles a los campos electromagnéticos han demostrado que estas personas no pueden saber cuándo uno de estos campos está activo o no en una habitación", agrega.
"Al proporcionar una plataforma a Ketcham, The New Republic se ha convertido en portavoz de un pequeño puñado de personas que han mantenido que la tecnología inalámbrica representa una amenaza masiva para la vida humana, incluso cuando los estudios que afirman respaldan sus argumentos colapsan bajo el peso de errores metodológicos, ya que Ketcham ignora las tremendas fallas en sus propios argumentos. No te dejes engañar", concluye.
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