La investigación, desarrollada por la Universidad Queen Mary de Londres, detectó por primera vez este efecto, que solo había sido descrito de manera teórica hace 45 años.
Para constatar su existencia, los expertos analizaron datos aportados por cinco satélites de la misión THEMIS, lanzada por la NASA en 2007 para estudiar las auroras boreales y que, en este caso, observaron el impacto de un "fuerte chorro de plasma" sobre la parte más exterior del escudo, también conocida como magnetopausa.
Esta zona, explican los investigadores, es la frontera entre el campo magnético terrestre y el espacio interplanetario dominado por el viento solar, la cual protege a la Tierra de muchas de la radiaciones presentes en el espacio.
Cuando ese fuerte impulso golpea la magnetopausa, señalan, se forman ondulaciones que recorren su superficie y que, a su vez, son reflejadas de vuelta a medida que se acercan a los polos magnéticos.
La interferencia creada entre las ondulaciones originales y las reflejadas genera un patrón de onda estacionaria, en el que ciertos puntos parecen estar fijos mientras otros vibran hacia delante y hacia atrás.
La superficie de un tambor, destacan, se comporta de esta misma manera cuando recibe un impacto de ese tipo.
"Se ha especulado sobre si estas vibraciones similares a las de los tambores ocurrían o no, dada la falta de pruebas que ha habido desde que se propuso hace 45 años. Otra posibilidad es que era demasiado difícil detectarlas", recuerda en un comunicado Martin Archer, el principal autor del estudio.
El escudo magnético, prosigue, está "continuamente afectado por turbulencias", por lo que la observación del "efecto tambor" sobre la magnetopausa requería el impacto único y dirigido del "fuerte chorro de plasma".
"También necesitábamos situar muchos satélites en los lugares adecuados durante el evento para poder descartar otros sonidos o resonancias. El evento descrito en este estudio cumplía con todos los requisitos y, por fin, hemos mostrado su respuesta natural", celebra Archer.
Los conocimientos sobre los movimientos de la magnetopausa, concluye, son importantes para controlar el flujo de energía dentro de nuestro entorno espacial, pues influyen, además, sobre el clima espacial, con consecuencias para nuestra tecnología, como redes eléctricas, aerolíneas y sistemas de posicionamiento global (GPS).
Con información de EFE
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