Del bueno de Gutenberg para acá, es decir, por más de 500 años, la humanidad convivió con un libro casi inmutable. Más caro o más barato, ilustrado, en papel satinado o atorrante, de lujo o de bolsillo, el mejor amigo del hombre creció en popularidad, y, aunque hay quienes sostienen que cada vez se lee menos, en casi todos los hogares del mundo, aunque sea por error, hay al menos un libro. Pero medio milenio después, al libro, tal como lo conocemos, le salió un competidor: el e-book.

Al principio, en tiempos de ordenadores pesados y notebooks un tanto aparatosas, el reinado del libro de papel parecía incuestionable, aunque, con la disminución del tamaño de las portátiles y la aparición de las tabletas y los e-readers, la puja entre ambos comienza a ser cada vez mayor.

Antonio Quiroz, licenciado en filosofía y vinculado desde hace dos décadas a las empresas tecnológicas, dirige Luarna, la primera editorial exclusivamente digital de España, y que, además, funciona como librería. Explica que, básicamente, el perfil del lector de libros digitales en e-reader es el mismo que el que lee libros de papel. "La persona que lo usa es un lector ‘fuerte', alguien que está leyendo más de 10 horas a la semana, que lee novelas habitualmente, y el mismo perfil del que lee mucho libro en papel. El perfil es el mismo, y sucede que ha probado esto, y le ha gustado mucho más la experiencia que la de tener un libro de dos kilos, es mucho más fácil de portar y de leer. Las estadísticas dicen que el lector medio de libro electrónico es una persona madura, de entre 35 y 40 años como mínimo, y que más bien es alguien alejado del mundo de la tecnología. La típica señora mayor, de 60 años, muy lectora, pero que no sabe manejar un ordenador, ese es más el perfil". En cambio, "en las tabletas no, es un perfil más tecnológico. La misma persona que compra un netbook, un portátil cualquiera, compra una tableta. Es polivalente, sirve para otras cosas, el público es distinto".


Las ventas, dice Quiroz, no varían en su contenido entre un soporte y el otro. "¿Qué es lo que más se vende? Pues, en general, el best seller, eso es así tanto como en papel como en e-book. Nosotros, lo que más vendemos dentro de lo que tenemos en nuestra web, es lo último de Ken Follet, ‘La caída de los gigantes', Eduardo Mendoza, con ‘Riña de gatos', los top 10 del papel, en este momento, están en el top 10 del digital. No hay cambio, aunque las cifras de venta son muchos menores en digitales. En este momento se venden muy pocos libros digitales. Sucede que no hay una apuesta clara del sector por el libro digital. Los precios son altos, hay problemas en cuanto a los sistemas de protección, la DRM (sistema de protección de copias, Digital Rights Management, por su sigla en inglés) es engorrosa, eso hace que no esté difundiéndose la venta del libro como sería razonable. ¿Qué es lo que se está difundiendo a cambio? Pues el pirateo. La copia pirateada circula en Internet, y eso es lo que va a parar a los lectores. Eso es porque no hay una oferta razonable de contenidos, que si la hubiera, a un precio razonable, la gente compraría. Es la única salida: precios baratos y facilidad de compra, lo tengo clarísimo. En España hay un debate muy fuerte ahora sobre todo este asunto, en torno a la Ley Sinde. Esa ley es ridícula, porque lo único que pretende es penalizar la descarga ilegal, cerrar las webs que facilitan la descarga ilegal. El problema es que esas webs no están en España. Están en Ucrania, en Rusia, en países que no tienen legislación al respecto. Lo único que puede hacer España es cortar el acceso a esas webs, pero eso la equipararía a China, Egipto, países que atentan contra la libertad de expresión. Es un camino curioso, porque, por el hecho de prohibir las descargas ilegales, se termina atentando contra la libertad de expresión. Además, en España se paga, desde hace años, el canon digital. En cuanto a estos dispositivos, hay una excepción de momento, porque la ley que regula el canon en España describe rigurosamente los dispositivos que están sujetos al pago del gravamen: son dispositivos que sirven para reproducir Mp3, los dispositivos como teléfonos móviles, PDAs que además reproducen Mp3, y luego, una serie de otros dispositivos, pero no dice ‘otros', y no hay nada catalogado en la ley donde entren las tabletas o los readers. Entonces, los intentos que ha habido para que esto pague canon, hasta el momento han sido infructuosos. Entiendo que, con los debates que hay, y que se están perdiendo los juicios, no creo que se atrevan a gravarlos, pero nunca se sabe", resume.


La isla del día de antes


Ya a fines de la década del 90, Quiroz intentó su apuesta por el libro digital, aunque con suerte escasa. Ahora, salto tecnológico mediante, reincidió en su proyecto, pero se dio cuenta de que faltaba algo fundamental: el soporte.

Luarna es solamente una editorial, que publica exclusivamente libros en digital, con una apuesta a los títulos de calidad, aunque, a través de su sitio web, funciona como librería. "Tenemos en nuestra librería unos 2500 títulos, de los que unos 150 son editados por nosotros", dice Quiroz. "Esos títulos sí participan de estos principios que citaba: precio muy bajo y sin protección por DRM".

Quiroz recuerda que el camino no es sencillo. "He estado cercano al libro digital desde hace muchos años, ya en 1999 tuvimos una primera experiencia de libro informático en la red, con lalibreriadigital.com, en la primera oleada que hubo de ese tipo de dispositivos. Aquello no funcionó, ni para nosotros ni para los demás. Se creía por entonces que el libro electrónico ya tenía el debido proceso de maduración, pero no era así, porque no había dispositivos. En aquel momento, el libro electrónico lo leías en el ordenador, o, como mucho, en una PDA. Cuando comienza de nuevo el auge de este asunto, a partir de Amazon Kindle, en mayo de 2007, pensé que había posibilidades, ya, de recomenzar el proyecto, y desde allí fui pensando cómo lo ponía en marcha. A fines de 2008 comenzamos a pergeñar el tema, y a principios de 2009 arrancamos. Comenzamos sólo apuntando al mundo de la edición, y no pensábamos que nos meteríamos en el mundo de la electrónica. Pero nos sucedió que, esa falta de madurez, todavía existía, porque no había los suficientes dispositivos en el mercado. Al contrario de lo que sucedía en Estados Unidos, donde la penetración del Kindle era muy alta, en Europa en general y en España en particular apenas si había dispositivos. Cuando comenzamos, se calculaba que en España podía haber unos 8.000. Salimos a la venta... ¡y no vendimos nada! Ahí nos planteamos qué hacer, y la respuesta vino por el lado de traer los dispositivos. Así comenzamos el proceso de importación primero y de fabricación después de nuestros readers. Nuestro negocio, entonces, basculó mucho hacia la parte electrónica, porque esto sí se vende. En estos días salían las cifras oficiales de la campaña de Navidad., y hablan de 150.000 unidades vendidas entre readers y tabletas, y yo creo que esos números son un poco conservadores. Nosotros hemos vendido unos 45.000 dispositivos, y creo que tenemos demasiada cuota de mercado".

Además, apunta, "el año anterior las ventas habían sido de 80.000, por lo que el salto ha sido grande. De todas maneras, en electrónica, cuando se dan los saltos, se dan a lo grande. Estamos hablando de 8.000 en 2008, 80.000 en 2009 y 150.000 en 2010. Si el salto real va a ser en 2011 nos vamos a encontrar con un millón de dispositivos. Ya veremos. Este asunto se ha dinamizado mucho con el asunto de las tabletas; ahí ha entrado otro público, diferente, con otros intereses. La tableta ha venido a sustituir al netbook, ya hay otra dinámica, diferente a la que había el año pasado".

De todos modos, los libros electrónicos "son muy caros. El sector editorial no ha entendido razonablemente que si solo si vendes a un precio razonable por Internet la gente compra, y además, la mecánica de protección tira mucho para atrás al comprador. Estoy completamente seguro de que eso se terminará, y el DRM, al menos como lo conocemos, desaparecerá. Que haya algún tipo de protección, es posible, pero tiene que ser algo mucho más simple.

Otro de los problemas es que no hay fondo: Libranda, que es la plataforma que aglutina a los editores, tiene apenas 2.500 títulos. Las editoriales son muy reticentes, y los autores también. Existe el mito del autor que piensa que si saca su libro en digital se va a piratear, y ya nadie lo va a comprar en papel. No se dan cuenta de que ya están pirateados antes de salir en digital. Editar en e-book no va a contribuir a que lo pirateen. Si eres bueno e importante, pues ya estás pirateado. Y si sales en digital, y a precios razonables, es probable que tengas unas buenas ventas. Pero todo lo que pasó en el mundo de la música se está reproduciendo en el mundo del libro".

 

La Biblioteca de Babel


"Las editoriales no están manejando este tema como se debería, y se debate mucho. Se habla de implicar a las operadoras (proveedoras de Internet). Si la operadora contribuye a que se descarguen contenidos piratas, que sea ella la que pague. Hay muchas teorías, muchas tendencias, pero hasta ahora nadie tiene nada claro. Todo lo que es protección de derechos está en discusión en un mundo en que Internet ha roto todas las reglas. No sé cuál es el futuro, pero me atrevo a decir es que, con el sistema que sigue el mundo editorial español, con precios altos y sistemas engorrosos de protección, no va por buen camino" opina Quiroz.


"En el mundo del libro existiría el mismo debate si ya se estuviera al mismo nivel de desarrollo de la música", dice, "pero la mayor parte de los autores no tiene claro cómo se mueve esto. Simplemente se echan las manos a la cabeza cuando ven que su libro está en 50.000 webs ilegales de descarga. Pero todavía no están tan acostumbrados a que esto suceda, aunque la opinión de cualquier autor debe ser parecida a la de los músicos. Creo que el mejor esfuerzo que se ha hecho en los últimos tiempos, de intentar encontrar un nuevo camino, es el de Alex de la Iglesia, que sentó a las dos partes, a los internautas, que representan ese nuevo modo de ver las cosas, y a los propietarios intelectuales de los derechos. Siendo Alex de la Iglesia una persona que viene del mundo de la creación, lo que realmente vio ahí es que casi le convencieron de que esta situación tenía que cambiar. Es una persona sensata que se dio cuenta de que hay un nuevo escenario, que requiere un cambio, y que solamente hablando se puede lograr. También es cierto que los representantes de la asociación de internautas salieron convencidos de la reunión de que los derechos de los creadores tienen que persistir. Lo que siempre dicen, o decimos, porque allí me incluyo, es sencillo: ponme contenidos razonables a un precio razonable, y no piratearé. La Ley Sinde, que persigue para penalizar, y nada más penalizar, no consigue nada. La ley francesa, por ejemplo, que castiga el tráfico P2P, ya está obsoleta: ya no hay tráfico P2P en el mundo: los piratas se encubren y descargan de otra manera. La tecnología evoluciona, y no lo puedes parar. El sector de los contenidos en general se tiene que dar cuenta que el canal suyo, natural, de distribución ha muerto y hay un nuevo canal que es Internet. Yo no tengo la solución, pero, ahora, la gente funciona ‘a derechos'...¿por qué? Por qué nadie se ha planteado que ese es un invento que podemos perfectamente cambiar y hacerlo de otra manera... ¿Qué impide que una editorial o una discográfica, si tiene un autor de éxito, por un trabajo suyo, le pague lo que considere razonable por ese trabajo, y listo, ya no haya que pagarle nada, nunca más, y que, por ese trabajo, la editorial busque su beneficio económico. Si ya no existiera el tema de los derechos, ya no habría el problema posterior que tiene la piratería. Simplemente porque hemos montado un esquema en el cual la unidad vendida es lo que marca el derecho a cobrar a una persona tenemos todo este cacao. Mientras no cambiemos este sistema y le demos la vuelta, el problema seguirá existiendo.

 

Fahrenheit 451


La pesadilla de Ray Bradbury sobre el hipotético fin de los libros y la manera de salvarlos del holocausto es, hoy, al menos, diferente. "En el mundo editorial no vamos viendo una debacle inmediata del libro en papel. Sí es cierto que no va a crecer en ventas, y la parte digital le va a arañar cada año mayor cuota, pero al libro en papel le quedan años de vida, aunque estoy convencido de que en el futuro, el soporte va a ser el digital. En la prensa creo que el problema es diferente. La prensa se ha lanzado a estar on line, y eso bajó las reglas de la financiación vía publicidad, en Internet no se ha dado aún todo lo adecuadamente posible a hacer que la empresa facture, y eso hace que hoy, mucha gente, sólo lea el periódico por Internet. El hecho de pasar los periódicos a otros medios de pago, como pueden ser los readers o los tablets, de momento está muy en mantillas. Los más sólidos económicamente pervivirán algunos años, y luego ya veremos cómo se salen de la crisis, y los más débiles quedarán por el camino".

Pero el salto tecnológico no implicó, hasta el momento, un cambio en la forma de ‘hacer libros'. Quiroz cree que "no hay diferencia", porque "la labor de creación literaria ha trascendido las distintas formas que ha tenido el libro a lo largo de la historia. Creadores había cuando se escribía en papiros, cuando los monjes transcribían en los monasterios, en los primeros tiempos de la imprenta y creadores hay hoy en el mundo del libro digital. Ahora, curiosamente, el formato no ha cambiado tanto. Se necesita una persona con una cabeza, un papel y un bolígrafo, nada más que eso. A nosotros nos parece una diferencia abismal, pero entre el papiro y un reader no ha habido mucho cambio. Cuando se empieza a hablar del libro enriquecido, ahí sí se habla de otra cosa, porque es algo de características multimedia. Sucede que a eso le auguro un futuro lento, no es una creación simple. Hay quienes dicen ‘el libro ha muerto', y eso es tan cierto como cuando surgió la televisión, y todos decían que la radio estaba acabada. Creo que los libros pervivirán muchos años, y estos dispositivos lo que hacen es facilitar el almacenamiento, de gestión de la lectura, pero no aportan ningún cambio en el sentido de la sustancia del libro. Sigue siendo lo mismo: una narración escrita por una persona".