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Una de las noticias más sorprendentes de los últimos días fue la protagonizada por William Gadoury, un canadiense de quice años que había descubierto una ciudad maya en la península de Yucatán, México. El chico había realizado el hallazgo sin moverse de su casa, sobreponiendo las constelaciones que aparecen en un códice prehispánico que se guarda en Madrid con la aplicación Google Earth, que proporciona imágenes satelitales de cualquier lugar del mundo.
Sin embargo, desde el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), la institución que se ocupa de conservar el patrimonio arqueológico mexicano, que ni avalan ni toman en serio esta información.
En declaraciones al periódico matritense ABC, fuentes del INAH también desmienten que sea la falta de dinero el elemento que impide que exploradores verifiquen sobre el terreno los planteos de Gadoury, algo sugerido por un geógrafo canadiense entrevistado por Le Journal de Montréal.
"Así no funcionan las cosas en el mundo de la arqueología", advierte Daniel Juárez Cossío, arqueólogo responsable de la sala maya del Museo de Antropología, en la Ciudad de México.
Juárez Cossio pone en duda, para empezar, la hipótesis del joven Gadoury de que los mayas construyeran sus poblaciones siguiendo las constelaciones. "Todos los asentamientos humanos han buscado tierras fértiles, cercanía al agua y vías de comunicación", asevera. Eso es lo primero que considera una expedición que pretenda encontrar nuevos vestigios de alguna civilización. El arqueólogo explica a grandes rasgos la metodología que se emplea: "Cuando te interesa una región, buscas la fotografía aérea o satelital, haces un rastreo, ubicas los posibles puntos donde crees que puede haber yacimientos, porque ni siquiera estamos seguros de que ahí estén, y una vez ubicados estos puntos, trazas una estrategia para llegar a ellos"..
El proceso incluye herramientas tecnológicas, no solo fotografía satelital -mucho más precisa, explica Juárez Cossío, que Google Earth-, sino otras más modernas, como el LiDAR (acrónimo del inglés Light Detection and Ranging), un sistema de rayos infrarrojos para hacer levantamientos topográficos. Pero lo más importante es el trabajo de campo, y pone como ejemplo al profesor el doctor esloveno Ivan Sprajc, que en una veintena de años trabajando en la selva yucateca descubrió más de 80 sitios mayas.
Asimismo, el científico mexicano hace hincapié en que los mayas tampoco tenían la tecnología para alinear sus ciudades con las estrellas con tanta precisión, y es tajante acerca de la interpretación de los manuscritos precolombinos.
"Pensar que cualquiera de los tres códices mayas que conocemos, el Madrid, el Dresde o el Tro-Cortesiano, constituye un mapa de las ciudades prehispánicas es no entender lo que es la civilización maya", enfatiza. Y si bien admite que "los mayas orientaban sus estructuras hacia puntos concretos del paisaje" y que "hay trabajos muy importantes sobre arqueo-astronomía que así lo indican", eso no habilita a suponer "que todas las ciudades están en función del cielo, eso no".
En el supuesto e improbable caso de que México tomara en serio la hipótesis de Gadoury, la decisión de explorar el sitio correspondería al Consejo Nacional de Arqueología, después de estudios y trámites que duran normalmente, explica el INAH, alrededor de un año.
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