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Ciencia

Por The New York Times

¿Te falta coordinación? A pesar de eso puedes ser un atleta

Alrededor del 6% de los niños en edad escolar tienen un trastorno del desarrollo de la coordinación, también conocido como dispraxia.

12.07.2023 12:16

Lectura: 7'

2023-07-12T12:16:00-03:00
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Por The New York Times | Jenny Marder

Carmen Chavez pasó la mayoría de su vida evitando los deportes. Según relató, su aversión se debía a la vergüenza que le producía su clase de Educación Física en la secundaria. Mientras otras niñas más atléticas mandaban pelotas de voleibol por encima de la red, a ella le preocupaba tropezarse o que la golpeara el balón. Para evitar jugar, a menudo se sentaba en la banca y hacía de presentadora.

Después de esa etapa, durante años se dijo a sí misma que era demasiado torpe para los juegos de pelota. Pero hace un año, Chavez, ahora de 26 años, empezó a jugar baloncesto con una amistad y descubrió que es bastante buena para lanzar tiros y driblar. Pero quizá lo más importante es que lo disfruta.

“Tener miedo y ser evasiva, me hizo más daño que bien”, comentó Chavez, quien agregó que sigue siendo torpe, por lo que ha tenido uno que otro accidente. “Trato de no dejar que mi torpeza me impida ser activa”.

Alrededor del seis por ciento de los niños en edad escolar tienen un trastorno del desarrollo de la coordinación, también conocido como dispraxia o “síndrome del niño torpe”, que puede continuar hasta la edad adulta. Jill Zwicker, investigadora y terapeuta ocupacional en la Universidad de Columbia Británica, dijo que este trastorno tal vez es la razón por la que muchas personas desarrollan una aversión prolongada hacia los deportes y el ejercicio.

Esto es importante porque incluso sentirse un poco descoordinado puede tener efectos tangibles en la vida de las personas. Los niños que evitan las actividades físicas corren un mayor riesgo de padecer ansiedad y depresión, afirmó Zwicker. Un estudio de miles de niños británicos también halló que los niños cuyos maestros describieron como descoordinados eran más propensos a ser obesos de adultos.

Pero sentir que careces de buena coordinación, ya sea como niño o como adulto, no quiere decir que no puedas ser un atleta.

La torpeza empieza en el cerebro

No cabe duda de que algunos de nosotros —atletas y bailarines profesionales— somos inherentemente más coordinados que otros, indicó Gary Wilkerson, investigador de lesiones deportivas y profesor en la Universidad de Tennessee en Chattanooga.

La habilidad de hacer girar una pelota en tu dedo o devolver un saque rápido en el tenis tiene que ver con el nivel de eficacia con que tu cerebro se comunica a través de los nodos y las redes que controlan cosas como la vista, el control motor y la toma de decisiones, así como entre los hemisferios derecho e izquierdo del cerebro, explicó Wilkerson.

“Si no hay buena sincronización ahí, eres torpe”, puntualizó.

La buena noticia es que el tejido nervioso en el cerebro y la médula espinal es muy bueno para adaptarse y modificarse. Así como algunos pacientes con derrames cerebrales pueden volver a aprender a caminar, las personas poco coordinadas pueden aprender nuevos deportes y actividades con concentración y práctica. En otras palabras, Wilkerson afirma que la torpeza es “muy corregible”.

Cuestiona lo que crees sobre ti mismo

El primer paso para superar la torpeza es cuestionar la historia que te has contado sobre ti, señaló Justin Ross, psicólogo clínico especializado en el desempeño humano.

Como en el caso de Chavez, las creencias de la mayoría de las personas con respecto a sus habilidades atléticas se cristalizan en la adolescencia, y eso dicta cómo se relacionan con el atletismo por el resto de sus vidas, destacó Ross. La gente se arraiga desde muy joven en esta identidad de que no es capaz, “a menudo porque pasaron vergüenzas en la clase de Educación Física en la secundaria o el bachillerato”.

Creer que eres incapaz o torpe puede encarnar una profecía autocumplida y hace que las personas se alejen de ciertas actividades. Para replantear estas creencias, piensa en tus habilidades como una experiencia en lugar de una identidad: “Puedo ser atlético”, por ejemplo, en lugar de “no soy un atleta”.

Luego, reúne la fuerza de voluntad para intentar algo nuevo que te interese. Recuérdate que no eres la persona que fuiste antes.

“Si no puedes cuestionar tus creencias, no tendrás el valor para empezar y no le darás a tu cerebro la oportunidad de cambiar”, sostuvo Ross.

Prioriza el sueño y la paz mental

Quizá parezca sencillo, pero dormir bien por la noche, o solo tomar una siesta antes de hacer ejercicio puede mejorar tu rendimiento, sin importar cuán hábil seas. De hecho, un estudio pequeño sugiere que, en lo que a coordinación se refiere, la falta de sueño es igual de mala que tomar bebidas alcohólicas antes de practicar alguna actividad. Otro estudio reveló que cuanto menos dormían los estudiantes de universidad, menos control tenían a la hora de usar una caminadora.

El estrés también es un factor. Nos distrae, lo cual lentifica la velocidad a la que nuestro cerebro procesa información, explicó Charles Swanik, entrenador de atletismo y profesor de Quinesiología y Psicología Aplicada en la Universidad de Delaware.

Cuando el cerebro se somete a estrés puede sobrestimularse y tensar los músculos. Cuando los músculos se tensan, por lo general, los movimientos suaves se vuelven exagerados. Para reducir esto, Swanik recomienda que, antes de realizar cualquier actividad física, te enfoques en calmar tu mente y tu cuerpo, con música, respiraciones profundas o meditación de atención plena.

Busca instrucciones claras

Digamos que quieres empezar a practicar pickleball o un arte marcial. Cada vez que haces un saque o asestas un golpe, las conexiones en tu cerebro se fortalecen. Pero si tienes menos coordinación, es aún más importante que practiques los movimientos correctos de manera precisa.

La gente con problemas de coordinación también suele beneficiarse de las instrucciones claras expresadas en pasos, ya que el aprendizaje motor no se les da por naturaleza, comentó Zwicker. Por ejemplo, primero encuentra el equilibrio sobre la bicicleta, luego coloca tu pie izquierdo en el pedal. Un guion que puedas memorizar también puede ser útil, señaló. Si estás aprendiendo a nadar, puede ser: “Braceo, braceo, respira. Braceo, braceo, respira”, describió.

Las personas que tienen dificultad para coordinarse también suelen tener una mejor experiencia con los deportes menos competitivos que no son de equipo como las artes marciales, dijo Zwicker. “Sí, estás con otras personas, pero tú eres el único parámetro. Operas con base en tu propio conjunto de habilidades y avances”.

Por último, en lo que respecta a los deportes nuevos, elige el que tenga menos distracciones, en el que puedas concentrarte. En lugar de futbol o futbol americano, que pueden sentirse caóticos, prueba el tenis o correr, recomendó Swanik.

Transformar la torpeza en fluidez no es fácil, y tiene sus límites. Pero, si bien es poco probable que los torpes del mundo se conviertan en atletas olímpicos, aún pueden disfrutar de toda la diversión y los beneficios de una buena sesión de ejercicio. Muchas personas evitan la actividad física porque se consideran torpes, pero, con práctica, hay maneras de enmendar eso. (Till Lauer/The New York Times)