Contenido creado por María Noel Dominguez
Tecnología

Por The New York Times

¿Por qué Londres se ha convertido en un centro mundial de robo de celulares?

El año pasado se robaron unos 80.000 teléfonos en la capital británica. La policía está descubriendo por fin adónde fueron a parar

16.10.2025 08:14

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2025-10-16T08:14:00-03:00
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Por The New York Times | Lizzie Dearden and Amelia Nierenberg


Las sirenas sonaron cuando las furgonetas de la policía entraron en una calle del norte de Londres, y los transeúntes, conmocionados, se detuvieron para ver cómo los agentes irrumpían en tres tiendas de teléfonos de segunda mano.

“¿Tiene una caja fuerte en su local, señor?”, preguntó un agente a un tendero, que estaba sentado junto a su computadora y una taza de té a medio tomar.

El hombre observó cómo registraban teléfonos, dinero y documentos de dos cajas fuertes. La redada, a la que The New York Times fue invitado a observar, estuvo entre las decenas llevadas a cabo en toda la capital el mes pasado, parte de un esfuerzo tardío y muy visible de la Policía Metropolitana de Londres para atajar el problema de los robos de teléfonos que ha asolado la ciudad en los últimos años.

La magnitud del delito ha ido más allá del carterismo conocido en Londres desde antes de que Oliver Twist, de Charles Dickens, lo hiciera famoso. Ladrones cada vez más descarados, a menudo enmascarados y en bicicletas eléctricas, se han vuelto expertos en arrebatar teléfonos a residentes y turistas. Según la policía, el año pasado se robaron en la ciudad la cifra récord de 80.000 teléfonos, lo que ha dado a Londres la indeseable reputación de capital europea del delito.

Las redadas del mes pasado tenían como objetivo identificar a un grupo de intermediarios que, según la policía, utilizan las tiendas de teléfonos de segunda mano como parte de una red delictiva global de varios niveles. Al final de la operación, que duró dos semanas, los detectives habían encontrado unos 2000 teléfonos robados y 200.000 libras (266.000 dólares) en efectivo.

Después de años en los que el robo de teléfonos era una prioridad menor para un cuerpo de policía sobrecargado, las nuevas operaciones están revelando la curiosa mezcla de factores que hay detrás de la epidemia, entre los que están los fuertes recortes a los presupuestos policiales británicos en la década de 2010 y un lucrativo mercado negro de teléfonos móviles europeos en China.

Dos kilómetros de papel de aluminio

Durante años, la policía londinense supuso que la mayoría de los robos de teléfonos eran obra de ladrones de poca monta que buscaban ganar dinero rápido. Pero el pasado diciembre, recibieron una pista intrigante de una mujer que había utilizado “Buscar mi iPhone” para rastrear su dispositivo hasta un almacén cercano al aeropuerto de Heathrow. Al llegar allí en Nochebuena, los agentes encontraron cajas con destino a Hong Kong. Estaban etiquetadas como baterías, pero contenían casi 1000 iPhones robados.

“Rápidamente se hizo evidente que no se trataba de un delito callejero normal de bajo nivel”, dijo Mark Gavin, detective jefe de la investigación de la Policía Metropolitana. “Esto era a escala industrial”.

El avance coincidió con un esfuerzo más amplio de la policía por aumentar la confianza de los ciudadanos mediante la acometida de los delitos más comunes de la ciudad. El robo de teléfonos ha sido objeto de especial enojo entre las víctimas, que durante años denunciaban el robo de sus teléfonos móviles y entregaban a la policía las ubicaciones transmitidas, solo para que les dieran un número de referencia del delito y no supieran nada más.

La policía utiliza ahora esa información para trazar un mapa de los lugares por donde los ladrones callejeros transportan los teléfonos robados. Después de la incautación de Heathrow, se asignó al caso a un equipo de investigadores especializados que normalmente se ocupan del contrabando de armas de fuego y drogas. Identificaron más envíos y utilizaron pruebas forenses para identificar a dos hombres de unos 30 años, sospechosos de ser los cabecillas de un grupo que envió hasta 40.000 teléfonos robados a China.

Cuando detuvieron a los hombres el 23 de septiembre, el coche en el que viajaban contenía varios teléfonos, algunos envueltos en papel de aluminio en un intento de impedir que transmitieran señales de rastreo. En un momento dado, dijo la policía en una conferencia de prensa, observaron a los hombres comprando casi 2,4 kilómetros de papel de aluminio en Costco.

Algunos teléfonos se restablecen a las configuraciones de fábrica y se venden a nuevos usuarios en el Reino Unido. Pero muchos se envían a China y Argelia como parte de un “modelo de negocio criminal de lo local a lo global”, dijo la policía, y añadió que en China los teléfonos más nuevos pueden venderse por hasta 5000 dólares, lo que genera enormes ganancias para los delincuentes implicados.

Joss Wright, profesor asociado de la Universidad de Oxford especializado en ciberseguridad, dijo que es más fácil utilizar teléfonos robados británicos en China que en otros lugares porque muchos de los proveedores de redes del país no están suscritos a una lista negra internacional que prohíbe los dispositivos que han sido denunciados como robados.

“Eso significa que un iPhone robado que haya sido bloqueado en el Reino Unido puede utilizarse sin problemas en China”, dijo Wright.

Bicicletas eléctricas y pasamontañas

Los exportadores están en la cúspide de una red delictiva de tres niveles, según la policía. En medio están los tenderos y empresarios que compran teléfonos robados a los ladrones y los venden a incautos o los pasan para transportarlos al extranjero. En el escalón más bajo están los ladrones. Su número ha aumentado en consonancia con las jugosas ganancias que se les ofrecen y con una sensación cada vez más grande de impunidad.

La delincuencia general en Londres ha disminuido en los últimos años, pero el robo de teléfonos es desproporcionadamente alto, pues representó alrededor del 70 por ciento de los robos el año pasado. Y ha aumentado considerablemente: los 80.000 robos de teléfonos del año pasado supusieron un marcado aumento respecto a los 64.000 de 2023, según declaró la policía a una comisión parlamentaria en junio.

Esto se debe en parte a que este delito es a la vez “muy lucrativo” y de “menor riesgo” que el robo de coches o el tráfico de drogas, dijo en una conferencia de prensa el comandante Andrew Featherstone, el oficial de policía que dirige la lucha contra el robo de teléfonos. Los ladrones pueden ganar hasta 300 libras (unos 400 dólares) por aparato, más del triple del salario mínimo nacional por un día de trabajo.

Y saben que es poco probable que los atrapen.Los datos policiales muestran que se denunciaron unos 106.000 teléfonos robados en Londres entre marzo de 2024 y febrero de 2025. Solo 495 personas fueron acusadas o recibieron una amonestación policial, lo que significa que admitieron haber cometido un delito.

Por supuesto, muchas otras grandes ciudades, incluida Nueva York, se enfrentan a robos de teléfonos. La policía de Londres argumenta que las diferentes prácticas de registro de delitos hacen imposible identificar en qué parte del mundo el problema es peor.

Pero muchos expertos culpan a un problema específicamente británico: el impacto de los años de austeridad impuestos por los gobiernos dirigidos por los conservadores en la década de 2010, que provocaron recortes en el número de agentes de policía y en sus presupuestos. En 2017, la Policía Metropolitana dijo que dejaría de investigar delitos de bajo nivel cuando considerara que había pocas perspectivas de atrapar a los culpables, para poder dar prioridad a la lucha contra la violencia grave y los delitos sexuales.

Emmeline Taylor, catedrática de criminología de la City St. George’s, Universidad de Londres, dijo en una entrevista que la policía “se convirtió más bien en una fuerza reactiva”, y añadió: “Los delincuentes profesionales de bajo nivel se dieron cuenta de que se salían con la suya en los delitos que cometían”.

Entonces llegó un avance tecnológico que facilitó aún más su trabajo: las bicicletas eléctricas. Las bicicletas Lime, que pueden alquilarse y dejarse en cualquier sitio, se lanzaron en Londres en 2018. Su popularidad se disparó. En poco tiempo, las bicicletas eléctricas se convirtieron en los vehículos de huida elegidos por los ladrones de teléfonos.

El sargento Matt Chantry, uno de los líderes de la redada del mes pasado, dijo en una entrevista que los ladrones en bicicletas eléctricas eran “un verdadero problema”. Dijo que se suben a las aceras y arrebatan los teléfonos de las manos de la gente a toda velocidad, y se hacen “inidentificables” al llevar pasamontañas y capuchas. “¿Cómo se vigila eso?”, preguntó.

Intentar perseguirlos por las calles londinenses, a veces atascadas, es “muy arriesgado”, dijo, pues pone en peligro a los peatones, a otros conductores y al delincuente. En última instancia, dijo, la policía tiene que preguntarse: ¿vale la pena el riesgo de una muerte por un celular?

Perdidos y encontrados: 4000 iPhones

La redada en las tres tiendas de segunda mano del norte de Londres el mes pasado dio sus frutos: la policía recuperó 40.000 libras y cinco teléfonos robados. Esos teléfonos se unirán a otros 4000 iPhones robados recuperados por la policía desde diciembre, que actualmente se encuentran en un almacén de Putney, al suroeste de Londres, mientras los agentes intentan ponerse en contacto con sus propietarios.

A largo plazo, dijo el comandante Featherstone, la policía quiere desmantelar las redes delictivas que impulsan el comercio ilícito y “desincentivar a los delincuentes de robar teléfonos” al dejar claro que pueden ser detenidos.

Pero la policía también espera que los usuarios sean más conscientes de su seguridad personal. Aunque los celulares se han vuelto más avanzados y valiosos, el trato que les da mucha gente se ha vuelto menos protector. Para el ladrón de teléfonos moderno, un blanco clásico es un peatón que camina cerca del bordillo, profundamente absorto en el contenido de la pantalla de un móvil: un mapa, un texto, un video.

“No contarías tu dinero en la calle”, dijo Lawrence Sherman, profesor emérito de Criminología de la Universidad de Cambridge. “Pero cuando el teléfono vale 1000 libras, es como si sacaras 1000 libras de la cartera y las miraras mientras caminas”.

Amelia Nierenberg es reportera de noticias internacionales para el Times en Londres.