Más allá de alguna estupidez que se escucha por ahí, hay dos invenciones humanas que fueron las determinantes para que se alargara la vida humana como ha pasado en el siglo XX y lo que va del XXI: el agua limpia (incluyendo el agua potable y el tratamiento de las aguas residuales) y los antibióticos. Esto no es discutible, más allá de las voces conspiranoicas que desconfían de las "malvadas industrias farmacéuticas", que no son organizaciones filantrópicas ni inocentes, pero que son empresas ni más ni menos "malvadas" que otras.

Antes de que Alexander Fleming descubriera por serendipia (1)  la penicilina en 1928, iniciando la era de los antibióticos, una infección que hoy consideramos banal podía escalar hasta provocar la muerte del paciente, o, si era contagiosa, hasta provocar un brote de propagación o, incluso, una epidemia.

A partir de ese descubrimiento, nace una era nueva, la de los antibióticos, que así se llaman las sustancias con efectos clínicos para detener o erradicar las bacterias patógenas de origen natural, mientras que sus complementos, las drogas activas de origen sintéticos como las sulfamidas, se llaman "quimioterápicos". Por no complicar la nota, los trataremos genéricamente como si fueran lo mismo, pero dejando constancia de que no.

El párrafo anterior tiene un dato esencial: los antibióticos son efectivos contra BACTERIAS, que son un tipo especial de microrganismo caracterizado por no tener un núcleo definido por una membrana (llamadas procariotas) y generalmente tener una pared celular de unos compuestos muy diferentes a la membrana celular de las células con membrana nuclear (llamadas eucariotas y que son el tipo de células que tienen los animales y plantes en general). Esa pared distintiva es la que permite utilizar moléculas que las fijen como si fueran blancos de puntería de manera diferencial con las células del paciente, y ese es uno de los mecanismos de funcionamiento de los antibióticos.

Lo anterior es importante porque implica que no deben usarse (porque no sirven para nada en esos casos) en enfermedades alérgicas, virales o micóticas, y como el común de los mortales no sabemos ni diagnosticar ni prescribir, lo esencial ante una enfermedad (especialmente en pacientes susceptibles como infantes o ancianos) es consultar al médico, pero nunca - jamás - automedicarse.

Esto incluye, además de jamás tomar antibióticos por la cuenta: guardar los que sobran de un ciclo de medicación "para la próxima", porque lo más probable es que "la próxima" no la cause la misma bacteria, interrumpir el ciclo terapéutico antes de lo indicado (sea por no cumplir la frecuencia o acortar la cantidad de días) y muchísimo menos, recomendárselos a otra persona con síntomas similares.

Como regla general, en casos como resfríos, tos, sinusitis, gripe o dolor de garganta, los antibióticos no son la droga de elección. Y como contrapartida, en casos como anginas infecciosas se deben prescribir de inmediato, pero esto solo lo puede determinar un médico.

El problema es que las bacterias tienen la capacidad de generar resistencia a los medicamentos, y cuando esto pasa familias enteras de antibióticos dejan de ser efectivas.

En la guerra de Vietnam, los soldados estadounidenses habían adquirido costumbres más que promiscuas, abusivas respecto de las mujeres vietnamitas, y tenían sexo de manera indiscriminada y, por supuesto, no siempre consensual, hay que decirlo, pero como la sífilis empezó a aparecer, tomaron la costumbre de inyectarse penicilina como profilaxis (antes del sexo) para prevenir los contagios. Esto funcionaba a corto plazo (más o menos) pero aparecieron cepas de espiroquetas (2) resistentes a la penicilina, pese a que solían ser muy susceptibles. Hoy en día la sífilis penicilino resistente es un problema serio, pero ni el único ni el peor.

La famosa "super bacteria "hospitalaria, la Staphylococcus aureus meticilino resistente (SARM) genera problemas de salud relacionados con medicamentos produciendo infecciones hospitalarias que - como es una cepa resistente - complica mucho la salud de pacientes que ya suelen estar comprometidos (3).

Ahora bien, desde 1928 la industria farmacéutica ha aportado un sinnúmero de antibióticos y se podría pensar que se desarrollarán otros que resolverán el problema a medida que vaya apareciendo, pero la realidad es que la inversión en desarrollo de nuevos antibióticos es mínima, y si al mal uso le agregamos baja tasa de recambio en las drogas disponibles, el panorama es problemático y las voces agoreras que pronostican un futuro cercano en el que nos quedemos sin los antibióticos y su poder terapéutico podrían tener algo de razón.

Dedicaremos este ciclo de notas a analizar el tema.

(1) - La serendipia es un concepto en ciencia relativo a un descubrimiento aparentemente casual, pero que en realidad no suele serlo; como es muy común que los científicos encuentren una cosa buscando otra el término se usa, pero nada más diferente a la casualidad. En este caso, Fleming dejó unos cultivos de bacterias sin lavar al salir de vacaciones. Al volver, mientras ponía en lysol para desinfectar las placas de Petri contaminadas, notó que una de ellas, en la que había crecido un moho azul, presentaba una zona de destrucción del cultivo de Staphilococcus aureus, y notó que había algo interesante. Y esto es lo que diferencia a la serendipia de la casualidad; la observación y razonamiento de Fleming no fueron casuales sino derivados de su ciencia. Gracias a ello mandó a investigar el fenómeno y del cultivo del moho (Penicillium notatus) se extrajo la penicilina, que fue el primer antibiótico de que dispuso la clínica para tratar enfermedades como la sífilis, que hasta entonces se trataba con salvarsán (arsénico) o mercurio, que iban intoxicando al paciente a medida que lo curaban.

(2) Treponema palidum, microorganismo de tipo bacterial causante de la sífilis.

(3) Por eso no se aconseja concurrir a las urgencias por cualquier trastorno menor, ya que existe esta posibilidad de contagio por la gran cantidad de pacientes juntos en las esperas, y la probabilidad de que este contagio sea con una cepa resistente agrega peligro al riesgo.

Q.F. Bernardo Borkenztain Szeiman
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