Desde que China irrumpió con fuerza en los mercados de alimentos hace 20 años dio la sensación de que compraba siempre más y que eso no tenía fin. En el imaginario los más de 1.000 millones de chinos y creciendo eran un mercado infinito en términos prácticos. Para acentuar esa idea, la fiebre porcina diezmó su producción interna de carne de cerdos generando una escalada sin precedentes de demanda.

Ciertamente ese factor sanitario aceleró una inserción inédita de la carne vacuna en la dieta de la población china que generó el crecimiento importador sin precedentes que ha permanecido hasta ahora.

En este año las importaciones de China solo aumentan en carne vacuna, pero van en baja en la mayoría de los demás rubros del agro.

El informe trimestral de mercado internacional de carne corrige a la baja el consumo de carne de China de este año que estaba proyectado en 10,23 pasándolo a 10,18 millones de toneladas. Todavía crece, pero en este año a menos de 2%. El año pasado el consumo fue 9,99 millones de toneladas. No es distinto a lo que está pasando en lácteos y en la soja, donde China llega a importar algo menos de 100 millones de toneladas, pero ya no va mucho más lejos. Y en el primer semestre del año las compras de soja también bajan.

También baja en este primer semestre la importación de trigo, maíz: es un fenómeno general. Solo aumentan las importaciones del sorgo, el grano más barato de todos.

La semana pasada Naciones Unidas actualizó sus proyecciones de población mundial a 2100. Corrigió fuertemente a la baja las proyecciones anteriores. La causa principal: la población de China se desploma. Será al final del siglo la mitad de la población actual.

Las materias primas enfrentan una tormenta de corto plazo de freno económico, suba de tasas y suba de dólar. Pero puede haber un cambio más estructural aconteciendo. El dragón Chino no es insaciable y puede estar llegando -excepto por ahora en carne- a un techo de consumo de alimentos importados.

Por Eduardo Blasina