Por Sofía Durand Fernández
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Lo primero que llama la atención cuando aparece en el hall del hotel, son sus botas rojas de caña alta. Este es uno de sus rasgos identitarios para el público que la conoció en su cotidianidad durante meses.
Virginia Demo fue participante de la edición 2024 de Gran Hermano Argentina. "Lo que más quiero es derribar mitos y prejuicios", dijo en su presentación en el programa, además de sostener que no hay una edad para hacer ciertas cosas.
En redes sociales fue apodada “Virqueenia” por sus seguidores. Sin embargo, antes del reconocimiento público, Virginia ya tenía una carrera en el stand up. Comenzó a los 40 años, cuando asistió a un curso. "Me subí al escenario y no me bajé más", cuenta en entrevista con LatidoBEAT.
Su leitmotiv es hacer humor sobre el paso del tiempo y los cambios físicos, con el fin de naturalizarlos. Define sus presentaciones como “picantes, pero no ordinarias”.
Virginia presentará su show Sin censura este 15 de agosto en El Comedy Bar.
Si bien gran parte del público te conoce por tu participación en Gran Hermano, tenés años de trayectoria en el stand up. ¿Cómo comenzaste?
Siempre me gustaron los monólogos. Cuando era chica estaba Tato Bores, Enrique Pinti y grandes referentes del monólogo, en ese momento no se llamaba stand up. A los 40 años, ya con mis hijas un poquito criadas, decidí tratar de hacer algo que me gustara y me hiciera bien. Empecé un curso con un referente muy importante, y no sabía si me iba a subir al escenario cuando terminara. Me subí y no me bajé más. Me hace muy bien, es mi cable a tierra. Yo soy docente, pero ejercí muy poquito porque, cuando me recibí, ya tenía un trabajo, que es del cual me echaron. Entré a Gran Hermano porque me echaron de un trabajo en el que tenía 35 años de antigüedad, trabajaba de administrativa.
Fue una oportunidad.
Yo lo viví así, más allá de que es durísimo, porque estoy a muy poquitos años de jubilarme y eso en Argentina te perjudica mucho. Fue duro, me quedé sin obra social. Estoy en juicio y lo voy a ganar, no tengo duda, porque fue totalmente injusto. Dije: "Bueno, tal vez el universo me está diciendo que me meta de lleno en lo que me hace bien y me gusta”.
Al igual que cuando entraste a Gran Hermano, en ese momento no dejaste que te limite la edad.
Nunca dejé que me limitara. Imaginate que yo empecé con el stand up a los 40 años. Yo tenía dos trabajos, trabajaba de 8:00 a 20:00. Yo soy de La Plata, estoy a una hora de Buenos Aires, que es donde se hacía el curso. Entonces, pedí permiso en un trabajo, era una vez por semana. Incluso, cuando empecé, en La Plata no había ni una mujer monologuista, en capital sí había algunas. Siendo mujeres siempre es más difícil y en el humor también, no nos tienen fe. Yo les puedo asegurar que se van a reír un montón en mi show, no tengo duda de que lo hago bien porque lo hago hace muchos años y veo la respuesta de la gente.
Cortesía de la producción
¿Hay alguna herramienta que hayas aprendido en la televisión y ahora utilices en tus shows?
Es diferente el stand up a hacer una obra de teatro. En el stand up no existe esa cuarta pared porque tenés mucho vínculo con el público. Gran Hermano me enseñó un montón de cosas sobre la televisión y el streaming, si bien yo antes de entrar hacía muchos vivos y tuve un programa de radio. Pero aprendí el timing televisivo y, por suerte, me dieron la oportunidad de estar como analista en el programa de Santiago del Moro, ahí aprendí un montón y me encanta. Para el teatro no, porque hace 16 años que lo hago.
¿Cómo te preparás para cada presentación?
No tengo cábalas. Siempre voy con la mejor energía, sabiendo que el público a veces te acompaña más y otras menos. En esto hay que hacerse camino, así que a veces tenés que actuar para pocos y otras para muchos. Yo subo al escenario con la misma energía. Los públicos son diferentes, a veces te pasa que te toca uno que no es muy efusivo, pero cuando salen te dicen cosas divinas. Hay otros que aplauden todo el tiempo y se ríen a carcajadas. Pero a eso uno se acostumbra.
Mi show es picante, no es ordinario, pero sí es picante porque hablo de los cambios que uno va sufriendo. Están los sociales, porque la gente te empieza a decir "vieja", te empiezan a decir piropos que, si los analizás, no sé si están buenos como, "qué bien te conservás". La gente va cambiando el discurso hacia vos. Después, todos los cambios que sufrimos a nivel físico. Los tomo con humor porque la vida pasa y todo se va cayendo. A nivel sexual también, cambian un montón de cosas, por la menopausia, la andropausia. Son situaciones tragicómicas que hay que vivirlas con humor porque son parte de la vida.
¿Te pasa de que se acerquen personas que se sienten identificadas?
Muchísimos se acercan con el tema de que se sienten identificados y que se dan cuenta de que no son los únicos ni las únicas a los que les pasa. Yo naturalizo mucho las cosas que nos pasan, sobre todo a nivel sexual. Trato las tres grandes modificaciones, pero a nivel sexual hay muchas exigencias, sobre todo para los hombres: siempre tienen que estar bien, todo tiene que estar funcionando, siempre tienen que tener ganas. Nosotras estamos más acostumbradas a las cosas que nos pasan con la menopausia, pero los hombres no; porque socialmente están muy exigidos, entonces trato de que se relajen. Los hombres no quieren tomar Viagra porque les parece que les quita su hombría. Nada que ver, está buenísimo que cuenten con ese recurso; si lo podés tomar, no sos menos hombre. Como nosotras no somos menos mujeres si hay que usar un lubricante.
Cortesía de la producción
Entonces no es un show solo para mujeres
El 90% siempre son mujeres, pero hay de todo. Sirve para ambos géneros y para parejas, porque trato todos los prejuicios y tabúes, sobre todo para gente de mi edad, que venimos de una edad recontra prejuiciosa.
¿Cómo te llevás con las redes sociales?
Me encantan las redes sociales. Me di cuenta de que la gente, cuando ningunea el trabajo de los influencers, no tienen ni idea. Es un trabajo que tiene cosas buenísimas y que parecen fáciles, pero es otro laburo. Hay que darle mucha bola a las redes, sobre todo cuando te hiciste popular por un programa, hay que cuidarlo y es un laburo de locos. La verdad es que yo no lo estoy haciendo bien y me tengo que poner las pilas. Como buena mina grande, hago lo que puedo. Me ayuda mucho mi hija, cuando estaba dentro de la casa lo manejó ella. Ahora, estoy pensando en poner algún community manager para que me ayude.
¿Cuál es tu relación con la exposición? ¿Lográs separar la persona del personaje?
Me costó estar expuesta 24 horas porque yo también tengo mis prejuicios. Saber que me estaban viendo recién salida de la ducha, con la toalla en la cabeza y sin maquillaje me costó, pero es lo que había que tratar de transmitir. Yo no transmito que la tengo re clara, sino que uno va creciendo con las cosas que van sucediendo, las modificaciones en el cuerpo y hay que aceptarlo y reírse porque hay cosas que dan risa. Yo también tuve y tengo mis prejuicios, pero laburo para tratar de superarlos e ir para adelante, porque esta versión de Virginia de 56 años seguramente es mucho mejor que la Virginia de 65 o 70, entonces hay que ir amigándose con el pasar del tiempo.
Esta sociedad, sobre todo en Argentina, es muy de la hegemonía y la juventud. Las mujeres, sobre todo, padecemos mucho las exigencias sociales a nivel físico. A las mujeres les sirve un montón el humor, me escriben un montón.
¿Cómo te ves profesionalmente de acá a un año?
En la parte teatral me gustaría hacer todo, pero vamos de a poco. El tema del teatro siempre lo tomé como un hobby porque siempre tenía mucho laburo, entonces lo hacía cuando podía. Nunca tuve una continuidad. Para llegar a llenar un lugar enorme tenés que tener continuidad de años, la realidad es esa. Así que, por supuesto que tengo el sueño de hacer mi stand up en un lugar multitudinario algún día.
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