Por Sofía Durand Fernández
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La rockera que habla de Freud y de Sartre en sus letras. La de la danza del vientre. La morocha, la colorada y la rubia. La de pelo rizado y también alisado. La que canta en español e inglés. La chica de Barranquilla que golpeó la puerta del mercado internacional. La madre. El ícono pop. La que factura. La loba.
Shakira lleva más de 35 años de carrera con el mundo como testigo de una capacidad de transformación que no parece tener límites. El tour Las Mujeres Ya No Lloran es el punto de encuentro entre todas esas mujeres que habitan en una sola y la celebración del fenómeno cultural que sigue generando.
Este miércoles, el Estadio Centenario comenzó a llenarse desde temprano con polleras de monedas, pelucas violetas y símbolos alusivos a las distintas etapas artísticas de la colombiana. La última vez que se había presentado en Montevideo había sido 25 años atrás, pero durante el show de dos horas, se encargó de remarcar el vínculo que mantiene con este país. Recordó, por ejemplo, que compuso canciones como "Waka Waka", "Girl Like Me" y "Underneath your Clothes" durante algunas de sus estadías.
No importó que el comienzo sufriera una demora de una hora y veinte minutos. Apenas inició su caminata hacia el escenario, junto a las mujeres invitadas, la euforia ocupó el estadio. “Ya los extrañaba, esta noche les prometo que les voy a dar todo lo que tengo”, afirmó tras cantar "La fuerte", "Girl Like Me" y un medley de "Las de la intuición" con "Estoy aquí", que incluyó fuegos artificiales.
Fotos: Javier Noceti
Y cumplió la promesa: tocó la guitarra, bailó, hizo performances con bailarines, protagonizó incontables cambios de atuendo y desplegó una producción pocas veces vista en el país, con una pantalla de 50 metros y una pasarela que utilizó durante gran parte del espectáculo.
El segundo bloque comenzó con un medley de "Empire" e "Inevitable" e incluyó un momento performático con un bailarín disfrazado de robot, en referencia al videoclip de "Te felicito", para luego dar paso a "TQG", su colaboración de 2023 con Karol G.
Las animaciones en pantalla funcionaron como hilo conductor de la historia y del espíritu del tour: una mujer que se reencuentra a sí misma haciendo lo que ama y junto a quienes ama. El relato visual viaja por un desierto, un bosque donde una loba cuida a sus cachorros y hasta un mar habitado por una sirena.
“Mi vida no ha sido fácil estos últimos años. Lo que sí sé es que nosotras, cada vez que nos caemos, nos levantamos un poquito más sabias, con un poquito más de coraje”, expresó, recibiendo el aliento del público. Desde sus inicios, gran parte de su encanto reside en la cercanía y el sentido de identificación que genera, sea a través de letras de amor o desamor. En este último tramo de su carrera, ese aspecto se profundizó hacia el empoderamiento femenino.
Fotos: Javier Noceti
“Dicen que la mujer nació de la costilla del hombre. La verdad es que de las caderas de una mujer nació el primer hombre. Las caderas nunca, pero nunca, mienten”, se leyó en pantalla antes de "Hips Don’t Lie". Antes habían sonado "Don’t Bother", "Acróstico" y un medley de "Copa vacía", "La bicicleta" y "La tortura". Shakira volvió a desplegar su sello de baile de manera hipnótica. En su diálogo constante entre pasado y presente, siguió con "Chantaje" en versión salsa —pidiendo la clave del ritmo—, "Monotonía" y "Soltera", donde una gran S apareció en escena.
Mantiene, en gran parte, la misma banda que hace veinte años. Tim Mitchell, guitarrista y director musical de la gira, también produjo su MTV Unplugged de 1999. Albert Menéndez (teclados) y Brendan Buckley (batería) la han acompañado en otras giras. Las nuevas incorporaciones son Donald Alford II en bajo e Ihosvani Conyedo en violín y piano.
Himnos como "Si te vas" y "Pies descalzos" no faltaron y constituyeron algunos de los momentos de mayor agite y coreo. Fueron presentados tras una recopilación de imágenes de los inicios de su carrera, cuando aún era la Shakira morocha. “Esa niña de pantalones de cuero y pies descalzos, aquella que quería cambiar el mundo, y su mundo cambió”, narraba el video. Muchas veces criticada por cambiar el rumbo de su carrera, Shakira mostró que no dejó atrás a esa joven, sino que sigue caminando con ella.
Gran parte de los clásicos fueron reversionados y traídos a la actualidad con una nueva impronta, como "Ojos así", que llegó acompañado de su característico baile.
Fotos: Javier Noceti
El momento más íntimo de la noche, incluso tratándose de un Estadio Centenario lleno, se dio cuando se reunió en ronda con sus músicos sobre la plataforma para interpretar "Antología" y "Día de enero"; esta última compuesta para Antonio de la Rúa. La presentó aludiendo a cómo los años resignifican los vínculos.
Inmersa en un mar de fuego proyectado en pantalla, interpretó "Suerte", uno de sus mayores clásicos, seguida de "Waka Waka", himno del Mundial de Sudáfrica 2010.
Para el final, un lobo emergió en el escenario y dio inicio al cierre de la metamorfosis. Primero con "Loba" y luego con la "Bzrp Music Session", en la que el público clamó el nuevo lema de la artista: “Las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan”. Con fuegos artificiales y dólares con su rostro cayendo sobre el público, Shakira se despidió de manera triunfal.
Con una energía que es propia de alguien que recién da sus primeros pasos en el espectáculo, la barranquillera revivió el camino que la llevó hasta este lugar: el de ser la primera estrella del pop que nació en tierras latinoamericanas con orgullo, la que marcó los noventa y 2000 y la que está más que lista para seguir dejando huella en nuevas generaciones.
Por Sofía Durand Fernández
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