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Música
Música para muñecas

Samantha Hudson: “Si alguien me considera un emblema, es precisamente por ser auténtica”

La artista española conversa sobre su último álbum de cara a su visita en Uruguay este 13 de diciembre en Llamale H Verano.

11.12.2025 15:46

Lectura: 10'

2025-12-11T15:46:00-03:00
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Por Sofía Durand Fernández
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"Estoy atravesando un buen momento, esforzándome por atravesar un buen momento", dice Samantha Hudson. Está sentada en la cocina de su piso en Madrid, pero en unos días llegará por primera vez a América Latina. 

Con 26 años, cuenta con diez años de una carrera que comenzó de manera fortuita: en 2015, cuando aún era adolescente, realizó un trabajo académico titulado "Maricón", en el que criticaba la postura de la iglesia católica respecto a la diversidad sexual. Fue publicado en YouTube y generó todo tipo de respuesta, llegando a generar protestas por parte de organizaciones religiosas y políticas. 

Ese fue solo el primer paso. Oriunda de León, persiguió su carrera musical en Barcelona primero, y luego en Madrid. Protagonizó un documental sobre su vida (Samantha Hudson, una historia de fe, sexo y electroqueer), un especial navideño para Atresmedia producido por Javier Calvo y Javier Ambrossi, mejor conocidos como "Los Javis" (Una navidad con Samantha Hudson) y ganó la categoría Mejor Artista Española en los MTV Europe Music Awards de 2023. Desde ese mismo año también conduce "Bimboficadas" junto a María Barrrier, un pódcast en el que discuten temas de actualidad.

En mayo de 2025 lanzó Música para muñecas, un álbum que, según ella, habla de "la experiencia de ser una persona disidente de género que persigue sus sueños en una gran ciudad". Lo define como el trabajo más personal que ha hecho. 

Su forma de ser se mantiene incambiada, sea en su pódcast o en las distintas entrevistas que da. Conversa con todos por igual y no tiene pelos en la lengua para señalar aquellas cosas que le preocupan de la sociedad y que atacan directamente a su identidad. 

Este sábado 13 de diciembre dirá presente en Llamale H Verano, un evento de cine y música en el Living (Juan Paullier 1050), donde se proyectará su documental, además de hacer un showcase en vivo.

Música para muñecas termina con "Algo muy raro", una canción mucho más lenta que el resto del álbum, ¿por qué?

Era una canción que no sabía si incluir, porque como toda la estética sonora es tan acelerada, frenética y discotequera, tuve dudas. Pero sentía que remataba todo el concepto, porque el álbum habla de la experiencia de ser una persona disidente de género que persigue sus sueños en una gran ciudad. Cerrar con ese tema, que es un poco una homilía y una canción de cuna, me pareció una forma muy bonita. Empieza con una liturgia —una liturgia sobre el proceso creativo y sobre una Samantha más actual—.

Comenzar el álbum con una liturgia que habla del proceso creativo y de quién soy yo ahora, y cerrarlo con un homenaje a mi niña interior, me parecía coherente. Es algo que intento tener siempre en cuenta, porque tendemos a pensar que lo mejor está por venir, como endeudándonos con el futuro. Yo siempre hago este ejercicio de decir: “el futuro, tus ambiciones… desde luego, tenlas en mente, pero ¿qué pensaría la Samantha de 15 años de quien eres ahora?”. Y siempre la respuesta es reconfortante, porque jamás pensé que estaría donde estoy hoy, ni tener estas amigas, este entorno, ni haber conseguido sacar adelante esta propuesta artística y musical.

Comenzaste con tu carrera siendo muy joven y de alguna forma también a los tumbos, porque fue a partir de una polémica y después vinieron más. ¿Cuál es tu vínculo con internet hoy por hoy? 

He aprendido a marcar ciertos límites. Porque creo que estaba muchísimo más loca antes. Ahora también estoy loca, pero me expongo menos o comparto menos en redes sociales. Cuando empiezas tan niña, todo es nuevo: no entiendes los códigos, cómo funciona, o que muchos periodistas no son tus amigos, así que todo el rato pecaba de oversharing, contaba intimidades, anécdotas. La tendencia en mi trayectoria ha sido dar demasiado.

¿Es complicado evitar compartir de más teniendo un podcast? 

Además, el pódcast es con mi mejor amiga desde el instituto, así que siempre es un entorno donde yo me siento en extrema confianza, pero se me olvida que son cosas que voy a publicar. Creo que la gente que sigue mi trabajo lo hace de forma genuina, y siento que es una relación muy horizontal. Desde mi punto de vista, si estás de igual a igual, es más difícil que ocurra esto de que alguien sienta la necesidad de exponerte o compartir alguna intimidad. Esto sucede mucho cuando una famosa tiene una vida privada hermética; surge esa necesidad de enterarse del chisme, del morbo. Pero confío mucho en la gente que me sigue, sobre todo en la que ve el pódcast.

Me imagino que también has podido presentar Música para muñecas. ¿Qué formas toman las canciones en directo?

Creo que cobran todo el sentido. Mi escritura es muy automática, no suelo hacer demasiados cambios. En la mayoría de los casos dejo la primera versión. En el directo o en los ensayos presto más atención a las letras y digo: “ostras, es que ha sido un proceso muy sanador”. Sobre todo este álbum, que creo que es el primero en el que he hablado de lo emocional de mi persona.

A veces, cuando estoy triste y quiero que una canción defina ese sentimiento, digo: “tienes una canción que habla de esto”. Me doy mucha cuenta en los directos. Cuando ya te has adecuado a lo técnico, lo que queda es lo emocional, y conectas mucho más con tu obra. Yo siempre pienso y concibo las canciones con una puesta en escena o un videoclip en mente. Me las imagino antes de forma visual que estrictamente musical. Así que los directos son lo que más disfruto. Las jornadas de producción también me satisfacen profundamente. Pero no hay nada como estar en el escenario, interiorizando lo que escribiste, performándolo, transmitiéndolo y, sobre todo, viendo a la gente. Para mí es muy loco, nunca me voy a acostumbrar a que tantas personas decidan parar su vida dos horas, gastar su dinero en venir a verme y disfrutar de lo que les propongo.

Haces canciones sobre tus vivencias, pero que también pueden resonar en los demás, sobre todo siendo parte del colectivo LGTBIQ+. ¿Te resulta cómodo ser vista como un emblema de la comunidad?

Yo no quiero ser una bandera o un emblema. Ocurre que, inevitablemente, cuando estás en el foco eres consciente de que la gente te va a mirar, y cada una decide lo que quiere aportar. Es injusto pretender que todas las personas públicas deban ser un modelo a seguir. En mi caso, intento ofrecer un punto de vista crítico y aprovechar el altavoz que me conceden para hablar de temas que considero importantes. Eso me hace sentir más tranquila.

Como te decía, he estado muy loca en internet —y lo sigo estando, en cierta medida—, y la gente se ha acostumbrado a eso. Entonces, si me consideran un emblema, no voy a contradecirles, porque es una multitud enorme. Yo solo soy una travesti; lo que digan las monstras, lo acepto. Pero creo que, si alguien me considera un emblema, es precisamente por ser auténtica y por ser como soy. Empatizan genuinamente con lo que digo y, por lo tanto, también entienden el margen de error. De hecho, si hago alguna locura o me equivoco, creo que incluso les estimula, porque esa imperfección les resulta agradable. Sobre todo en tiempos como estos, donde la gente tiene muchísimo miedo a hablar o a equivocarse, a hacer algo que pueda ser condenado públicamente o que no caiga bien.

Hoy en día prima el minimalismo o, como le dicen, el clean look, ¿creés que en este contexto la estética que sostenés cobra valor?

Siento que se ha perdido el sentido masivo. El presente da miedo, el futuro es incierto, las condiciones de vida son precarias; la mayoría se siente a la deriva en un mundo hostil, y así es muy difícil encontrar una razón para existir. Una se levanta y se pregunta: “¿y yo qué hago aquí? Si todo me cuesta muchísimo, si todo parece una carrera cuesta arriba, ¿cuál es el sentido de mi existencia?”. Y ese es el caldo de cultivo perfecto para las políticas conservadoras, reaccionarias, para la ultraderecha, porque te ofrecen una respuesta muy simple: no sabes quién eres, pues sé un hombre o una mujer tradicional. No sabes hacia dónde dirigir tu rabia, pues dirígela hacia las feministas histéricas, los inmigrantes, el colectivo LGTBIQ+. Hacia quien tienes al lado, hacia quien está por debajo, hacia quien es más vulnerable. Y ha calado muchísimo.

También resulta reconfortante no pensar tanto y decir: “quiero pasar desapercibida, quiero encajar en los cánones”. Intentar seguir esos parámetros tan establecidos, aunque después te des cuenta de que es imposible alcanzarlos porque cambian constantemente y siempre van por delante de ti. Tampoco es satisfactorio. Una cree que volviendo a la vida de hace 70 años será más feliz, pero es un esfuerzo enorme ser una mujer tradicional o un hombre tradicional; tampoco es un camino de rosas. Supongo que la gente tiene muy poco tiempo para hacerse una pregunta tan inmensa como “¿quién soy realmente?”. Es una pregunta que nunca terminas de responder, porque quién eres es imposible de definir con una sola palabra y seguramente esté en continua evolución. Pero la incertidumbre es terrorífica. Así que, inevitablemente, vas a lo sencillo: buscas una respuesta inmediata, un ABC que simplifique la vida. Porque si todo es ruido, necesitas un poco de silencio.

¿Cómo estás de cara a tu visita a Uruguay? ¿Alguna vez viniste? ¿Qué expectativas tenés?

Nunca he ido, nunca he salido de Europa, así que me muero de ilusión. Para mí es algo sumamente especial. Siempre que visito una ciudad, sea cual sea, es especial. Pero claro, esto es el otro punto del mundo, cruzar el océano. Estoy deseando conocer a la gente de allí, empaparme de la cultura y dejarme seducir por Uruguay; que me haga el amor ese país.

¿Cuáles son tus planes para el año que viene?

Pues quién sabe. En teoría hemos terminado la gira en salas de Música para muñecas, después de la gira de verano. Tenemos algunos conciertos en España, así que seguiré con ese proyecto. Últimamente estoy dando muchas charlas. De hecho, voy a estar en Argentina, en el Festival de Arte Queer, dando una charla, además de Uruguay. Y también tengo algunas cerradas para el próximo año. Aún no puedo contarlo, pero anticipo un año fantástico. Además, 2025 se ha sentido como un año transitorio: todo se tambalea, te haces preguntas, todo es convulso. Yo lo he vivido de forma muy estimulante, y espero que 2026 me ofrezca algunas conclusiones. Creo que será un buen año, pero desde luego el cierre de 2025 es espectacular.

Por Sofía Durand Fernández
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