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Contenido creado por Sofia Durand
Música
Subidos al pony

Nazareno Nota: “Busco dar siempre el mejor show y creer en lo que estoy diciendo”

El proyecto argentino NOTA lanzó su primer álbum de estudio bajo la producción de Estanislao López.

15.09.2025 16:15

Lectura: 13'

2025-09-15T16:15:00-03:00
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Por Gerónimo Pose | @geronimo.pose

Las canciones de Nota van al frente: hablan de la depresión, de las drogas, de la falta de trabajo, de los amigos que se murieron sin pasar el filtro académico. Bucean por tierras áridas y urbanas. Buscan ser honestas y tienen una aspereza que consigue atravesar a una generación entera que se autopercibe como desesperanzada, desterrada y que muchas veces no conoce lo que es la luz al final del túnel.

Canciones que parten desde la incomodidad y la incapacidad de sentirse adecuado socialmente.

Esta emoción comprimida en canciones, que circulan en plataformas digitales, consigue su explosión y su punto más alto en las presentaciones en vivo. Se vuelven un ritual catártico en el que el público parece activamente conectar con una parte de sí mismo a través de ellas. Es entonces que se puede ver en los recitales del Nota cómo el músico simplemente cierra los ojos y deja que le griten las letras directamente a la cara, como si comprendiera cuál es su lugar y su posición dentro de ese incendio.

Subidos al Pony (2025) es su primer disco de estudio y ha sido editado por el sello Hora Cero Records, dirigido y fundado por el productor del disco, Estanislao López. Al igual que en trabajos anteriores, amalgama la crudeza conmovedora buscando siempre la belleza dentro del pesimismo. Manejándose entre tonos de ocurrencia y picardía, con una voz que se vuelve reconocible y que pasa de estados de ternura a la explosión más agresiva del screamo, siempre vomitando frases que hablan de la estabilidad emocional y mental, la vulnerabilidad de las relaciones, con un sonido que puede emparentarse con el de Daniel Johnston y los Pixies, pero también con Los Gardelitos y La 25.

Nazareno es oriundo de Rafael Castillo, localidad ubicada en el partido de La Matanza, Argentina. Su vida transcurrió allí, en la provincia de Buenos Aires. Trabajó en un hospital, pero luego de entusiasmarse definitivamente con la música decidió dejar ese trabajo para salir a tocar más seguido. Tomó esa decisión para ser más feliz, para tener más tiempo y así seguir el sueño y esas cosas, declaró en una entrevista brindada al portal La música que te debo.

También es guitarrista de la banda hardcore Junkie Ranks, que además de tocar bastante seguido tanto en Capital como en provincia, fueron teloneros de los Trotsky Vengarán en julio de 2024, cuando se presentaron en el Teatro Vórterix, y de la banda punk de Mar del Plata Loquero. 

Cortesía de la producción

Cortesía de la producción

¿Dónde estás viviendo ahora?

Estoy viviendo en Capital Federal, en el barrio de Once, a unas veinte cuadras de la estación de trenes.

Pero sos oriundo del oeste.

Claro, sí. Es la zona oeste del Gran Buenos Aires, pero en realidad es a unos 20 kilómetros de la capital, no es una locura la distancia. Nosotros lo hacemos parecer como que es mucho, pero para sentirnos distintos culturalmente.

¿Cómo llevas el balance entre el trabajo rutinario y el musical?

Trabajo de delivery para una aplicación, entonces elijo mis propios horarios. Me muevo por la ciudad cuando tengo ganas. Por esa razón también me mudé a capital, es donde está el centro de consumo: mucha gente, mucho poder adquisitivo y por ende mucho delivery. También por la oferta cultural. La otra vez fui a caminar, me encontré con un recital y entré. En provincia, tenés que viajar una hora y media si querés ir a ver o a tocar en algún lado. Así que por ese lado me vino bárbaro.

Las dos cosas que hago, tanto la música como el delivery, son trabajos que no garantizan comodidad. Siempre estoy pensando en cuál va a ser el próximo movimiento que puedo vender. Es complicado, Argentina está complicada.

Pasaste de grabaciones caseras a grabar en estudios grandes con Estanislao López, ¿cómo fue esto para vos? 

Fue bastante loco ver el tamaño del estudio y la atención que se le pone a toda la acústica del espacio, a los equipos y a las técnicas que capaz que no había visto antes. Autotune mal (2021) y Vulnerables (2022) los grabé en una sala bastante amateur. Igual el procedimiento es con Pro Tools, entonces es más o menos lo mismo.

Grabar en ese estudio significa algo conceptualmente, pasamos de formar parte de la movida de rock alternativo de Buenos Aires a otra cosa. Antes teníamos la sensación de estar más en los márgenes. Estanislao es un productor de renombre, por lo que trabajar con él me ha puesto expectativas respecto a la obra y a cómo cambiaría su significado. Pero son pensamientos iniciales porque al estar trabajando con él, me di cuenta de que la obra sigue siendo la misma.

Cambió simplemente la disposición del espacio a la hora de grabar.

Sí, además de que hubo una especie de boost comercial que ya estábamos experimentando, pero siento que ha crecido aún más. Eso nos ha permitido llegar a lugares distintos.

Estás teniendo un nivel de exposición que crece cada vez más.

Es extraño, porque mi vida sigue siendo bastante parecida. Los cambios que estoy experimentando son muy graduales y que se asocian más al paso del tiempo en general que a la popularidad de la música que estoy haciendo. Puedo experimentar de vez en cuando el hecho de viajar a algún lugar con estadía y comida gratis solo porque voy a tocar. Ahí es cuando realmente se siente el esfuerzo y el trabajo realizado con sus consecuencias.

Respecto a mi salud mental, hace bastantes años que vengo luchando por mi bienestar y contra los impulsos del ser humano. Con emociones inestables, como pueden tener muchas personas. Ahora lo que siento es que debo tener aún más cuidado con las des variaciones que puedo llegar a tener. El contenido de mis letras habla bastante de salud mental y de trastornos similares a la bipolaridad y el borderline. Va por un lado del control, de las emociones y de los estados de ánimo. También siento que estar en un ámbito profesional le pone una traba a mi sinceridad. Entra en contradicción con las letras que hablan de una honestidad cruda. Al final del día, me encuentro muchas veces poniéndome la careta para que la gente que sabe quién soy, pero no me conoce tanto, no asuma cosas de mí, de mi temperamento y luego las use para su diversión como lo podés hacer con cualquier persona que tiene su personalidad pública, por más que sea a una escala pequeña o mediana.

Cortesía de la producción

Cortesía de la producción

Tus canciones son como termómetros de la actualidad, al menos para una generación. ¿Dirigís todos tus esfuerzos en hacer canciones que resuenen o también las utilizas como ejercicios de catarsis?

Las dos. Por un lado, son un ejercicio catártico cuando ya no puedo mas. Por otro, pienso que las canciones son, por sobre todas las cosas, un mensaje. Siento que tengo que dar un mensaje de las cosas que me parecen importante hablar o discutir o que no son importantes, pero está bueno señalarlas. Temas que veo están siendo obviados por la existencia.

¿Cuál fue la decisión de regrabar viejas canciones que ya habían sido lanzadas? El caso de "El francés", por ejemplo, que figura en Me quemo (2020) y "Mi mente no me deja", de Vulnerables (2022).

Son canciones que tocamos en vivo muy seguido y ahí tomaron otro carácter sonoro. Las volvimos a escuchar y decidimos incluirlas en el disco. Queríamos darle prioridad a esas canciones y después a las otras composiciones nuevas, poco a poco, ir dándoles su propia identidad. Para mí, todo tiene que estar grabado lindo. Sacarme las canciones de encima y mostrarlas en su máximo esplendor para después darle espacio a las nuevas. Antes de la globalización, cuando algo se ponía de moda en Estados Unidos, llegaba a Latinoamérica diez años después, entonces estábamos desfasados de la moda y del mainstream.

Ahora eso ya no pasa porque está todo globalizado, si pasa es a un tiempo mucho menor. Esa relación es lo que siento que pasa en mi estado personal, en los mensajes que tengo para dar y el disco que se publica. Todas las canciones de Subidos al Pony tienen entre un año y medio o más. La más nueva debe de tener un año, mientras que "El francés" tiene siete años y "Le conté a mi psicólogo de vos", seis.

Es un disco que está dedicado al humor, a la vida y a lo cómicamente inadecuado.

Subidos al Pony viene de cuando una banda empieza a tocar y  agarra discográfica. La gente les empieza a decir que se subieron al pony, que ahora cobran la entrada más cara y que tampoco saludan. En menor medida, hemos experimentado ese juicio por parte de los demás. El título se me ocurrió hace dos años y es una celebración a la amistad porque estaba con Franco, el baterista, y con Rodra, el guitarrista, sentados en la parada del colectivo y en frente había una plaza que tenía un pony. Esto es mucho antes de la idea de tener un contrato discográfico, nos movíamos de una manera mucho más gaucha, pero ya estábamos tocando seguido. Empezamos a movernos dentro de un circuito, a tocar con otras bandas y el tiempo que se le dedica a eso es grande, te termina separando de otra gente. Entonces estábamos viendo el pony y les dije: "al próximo disco le voy a poner Subidos al Pony". Pasó un año y diez meses, porque fue el 4 de noviembre esto, me acuerdo de la fecha y todo.

En un momento se había convertido en algo demasiado real el nombre y pensé en ponerle otro título, más solemne o que siga una línea estética y hermosa. La verdad es que me tomo muy en serio las canciones, más allá de que algunas tengan un contenido humorístico.

¿La tapa es una referencia a Almafuerte?

Es una parodia directa a Toro y Pampa (2006), con un caballo en vez de una vaca. Otro detalle es que está hecha completamente con inteligencia artificial. Fue una decisión estética a propósito después de ver a mucha gente quejándose de la inteligencia artificial, por más de que a través de la discográfica podamos acceder a un pequeño presupuesto para pagarle a un diseñador gráfico o a un fotógrafo. La inteligencia artificial no te cobra en dólares, es gratis y me pareció una gran idea.

Estéticamente es fea. Hay un término que se usa mucho para describir el mal gusto, sobre todo de la gente pobre: "grasa". Y para mí, es una tapa grasienta. Yo la veo y estoy orgulloso porque no quería encontrarme tomándome a mí mismo tan en serio. No quería pecar de tomarme tan en serio y que la solemnidad le saque la gracia y el festejo a las canciones. Las tapas anteriores también eran feas, no tienen un criterio estético y se manejan más con lo irónico y lo sarcástico. También es para generar un contraste con las letras de las canciones, que por momentos son demasiado serias. No siempre soy una persona seria, simplemente soy alguien que está todo el tiempo buscando su bienestar y que cuando está saliendo socialmente busca su diversión. Es algo que hay que retratar también si hablamos de honestidad para que no parezca que soy un ser tan abrumado. A veces lo soy, pero no es íntegramente mi persona. 

Subidos al Pony (2025)

Subidos al Pony (2025)

Hacés un balance entre la vulnerabilidad y el grito que viene directamente del screamo. Hacés referencias a Boom Boom Kid, te declaras fan de Los Gardelitos, ¿cómo conviven todas esas influencias tus composiciones?

Soy fan de Los Gardelitos, de Boom Boom Kid y también de los Pixies. Los Pixies creo que son los primeros en hacer canciones al estilo de Nirvana, en el sentido de que empiezan de una manera, a la mitad prenden la distorsión y empiezan a gritar. Tiene algo que ver con el contenido de las letras, en realidad, porque hablo de la fluctuación de las emociones y la inestabilidad. Vos estás escuchando una canción y puede que en cualquier momento se vaya todo al carajo. No lo siento como algo impredecible tampoco, creo que cualquiera que escuche ese estilo de música lo puede entender, pero me parece una buena alegoría. Pasar de la tranquilidad al descontrol en muy poco tiempo para luego volver a la tranquilidad.

En un video tocás "Inundado en su sangre", en el Batacazo Cultural, y estás con los ojos cerrados, limpiándote el sudor con un bóxer, mientras la gente canta directamente a tu cara. ¿Que representan para vos las presentaciones en vivo?

Una vez leí una entrevista de Malafama en la que decía que nunca pidió que la gente haga palmas, porque tenía que salir naturalmente. Eso lo leí cuando tenía 17 años y me pareció genial. Yo a la hora de cantar, de subirme al escenario, cierro los ojos, hago mi performance y luego la respuesta del público tiene que ser orgánica.

Vi que las canciones se le pegaron a la gente, que empezaron a cantarlas en los recitales y eso es algo que me da orgullo y felicidad. Aunque también me genera cierta vergüenza. A veces, estoy cantando y abro los ojos y veo que lo estoy haciendo frente a muchas personas. Eso es un factor inhibidor a veces. Me encanta ver pogos y que a la gente le gusten las canciones. Es algo a lo que no me quiero acostumbrar porque como banda somos una novedad y aunque ahora haya un hype por nuestra existencia, no nos queremos dormir en los laureles.

No queres darlo por sentado.

No, porque puede traer frustraciones en el futuro al ver que cambia la obra y la gente capaz ya no se copa tanto. Por eso, a la hora de hacer canciones, el único que se tiene que sentir cómodo es uno mismo para luego cantar con orgullo y convicción. Sea cual sea la reacción del público.

Creo que es un error muy grande del ser humano dar las cosas por sentado. Por más que muchas veces nos hayamos equivocado, hayamos tocado muy borrachos en vivo o sin ensayar. Aun así nos han dado el aguante. No me quiero acostumbrar a que eso sea la norma. Busco y quiero dar siempre el mejor show y creer en lo que estoy diciendo.