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Contenido creado por Catalina Zabala
Literatura
Los libros y sus autores

Marcos Grajales: “El lector precisa que la ficción se detenga un instante”

El autor publicó "La locutora comunista" por Estuario Editora.

16.09.2025 14:46

Lectura: 9'

2025-09-16T14:46:00-03:00
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Los contrastes son una búsqueda estética en sí misma: la acción puesta al lado del silencio adquiere otro valor. Así, se manifiesta aquello que la ausencia de sonido permitió extrañar.

La locutora comunista (2025) juega con eso. Porque en palabras de Marcos Grajales, su autor, "el silencio es más fuerte que todos los ruidos", y su poder es frecuentemente subestimado. Como un juego de luz prendida y apagada, la intriga es una constante en esta historia. Una que tiene lugar bajo la consigna particular de un programa radial.  

Además de escritor, Marcos Grajales es periodista, locutor y guionista de cine, y se desempeñó como profesor de locución en el Centro Cultural Ricardo Rojas, en Argentina. En el ámbito radial fue reconocido con el Premio Radio Cultura 2008 por El sonido, un especial sobre la polución sonora, y con el Premio Radio Educación 2012 por El agua, programa sobre problemáticas medioambientales. Ambos trabajos fueron distinguidos en la Bienal de Radio de México. Así, el arte de la locución está retratado en esta obra por alguien que la entiende desde dentro. Juega con la intriga de lo que se logra ver y lo que no, convirtiendo a su lector en participante fundamental. 

¿Qué libro de otro autor/a te marcó tanto que todavía vuelve a tu escritura, aunque no lo busques?

Los detectives salvajes (1998), de Roberto Bolaño. Un referente de la novela latinoamericana, paradigmático, soberbio y tierno a la vez. Me enamoré de su narrativa ágil y a la vez profunda, y de la humanidad de sus personajes. Creo que todos los escritores latinoamericanos posdictadura somos un poco Bolaños, otro poco Onettis, Rulfos y Lispectors. Nos hemos alimentado de sus plumas y conocemos los mismos ríos, llanuras, basurales, alegrías y gritos.

Top 3 de libros que más regalaste/recomendaste.

El barón rampante (1957), de Italo Calvino, Horla City y otros (2010), que reúne toda la poesía de Fabián Casas de 1990 a 2010, y La insumisa (2020), de Cristina Peri Rossi.

¿Qué sueño recordás más?

Uno en el cual volaba. No tenía alas, pero volaba extendiendo los brazos, como si las tuviese. No aleteaba; era como si un superhéroe me hubiese prestado sus poderes por un rato.

Si pudieras coescribir un libro con cualquier autor/a, vivo o muerto, ¿con quién sería y por qué?

Con Julio Cortázar. Escribiríamos cuentos cortos, escucharíamos jazz y recitaríamos a Prévert, Pizarnik y Nicanor Parra. Beberíamos y fumaríamos en el balcón.

¿Qué estás leyendo ahora?

Los cómics de Los Fabulosos Freak Brothers, de Gilbert Shelton, poesía de Pessoa, y releo Para entender la fotografía (2013), de John Berger.

Como lector, ¿qué te gusta encontrar en un cuento?

Una emoción, algo que me movilice. Una alegría, un temor, una metáfora cursi o espanto. Lo trágico también tiene su belleza. Pero por sobre todas las cosas, que esté bien escrito.

¿En qué te gustaría reencarnar?

En una planta de esas de las que se alimentan las orugas.

El primer verso que te viene a la mente.

"Tiemblan los mármoles de Roma; han oído el rumor de los elefantes de guerra", de Jorge Luis Borges. 

¿Qué libro prestaste de tu biblioteca y hasta el día de hoy no fue devuelto?

Generalmente los presto sin que me los pidan; necesito compartirlos. Siempre recuerdo a quiénes se los “presté”. Lo curioso es que los primeros que se me vienen a la cabeza son amigos poetas uruguayos que seguramente, si leen esta nota, me preguntarán: "¿Cómo que no te lo devolví?". Entre ellos están Limónov (2011), de Emmanuel Carrère, y Pregúntale al polvo (1939), de John Fante.

Imaginá que tenés la oportunidad de escribir una secuela para cualquier libro clásico. ¿Qué libro elegirías continuar y qué dirección tomaría la historia en tu secuela?

La Biblia. Sin dudas le falta una segunda parte. Tal vez La Biblia, el regreso. Financiaría Marvel.

¿Qué libro nunca te aburrís de releer?

Peleando a la contra (2006), de Charles Bukowski.

Cortesía de producción 

Cortesía de producción 

¿En qué momento te sentiste más vivo?

Pechando olas en Valizas, o en Mazunte.

¿Qué escribirías en un muro? ¿Y en la pared de un baño?

"Lean, lo demás no importa nada".

"Escriban poesía y novelas. Y escuchen radio".

¿Cuánto tiempo te llevó escribir este libro, desde la concepción de la idea hasta la publicación final?

Me llevó dos o tres años, mientras escribía otro libro. Creo que ese ir y venir de una ficción a otra fue fundamental: dejar reposar la historia como si se tratase de un vino de guarda, y al tiempo reanudar con correcciones y descartes. Inicié esta novela escribiendo cuentos sobre la radio, lo demás fluyó. De todas formas, siento que pretendí demasiado. Es una novela que tiene muchos disparadores, opiniones encubiertas que invitan a pensar. También el hecho de jugar con el cuento corto y el microcuento, sin que la trama perdiese su hilo conductor ni la intriga que contagia al que lee. Pienso mucho en el lector, en su cabeza. Todo eso lleva tiempo.

¿Por qué elegiste ese epígrafe?

Creo que Kind of Blue (1959), de Miles Davis, fue una bisagra en mi oído musical. Los sonidos de este disco son mágicos, incluso sus silencios. La locutora comunista está llena de silencios y ruidos dentro de la cabeza de Bruno. Quizás el silencio es más fuerte que todos los ruidos. 

Si tuvieras que describir tu libro en una sola frase, ¿cómo la formularías?

Una novela sobre la radio, sobre escritores, editores y porteros de edificios. Sobre los desesperados, el amor, los oyentes voladores y las locutoras comunistas.

Si de la noche a la mañana pudieras hablar de manera fluida cualquier idioma, ¿cuál sería y a qué lugar viajarías para probarlo?

Hablaría chino. Iría a China y viajaría un tiempo.

Contanos sobre una lectura que haya tenido un impacto significativo en tu vida. ¿Qué libro fue y por qué fue tan importante para vos?

Soy lector antes que escritor, y esos libros significativos en mi vida podría mencionarlos por etapas: fábulas y leyendas nórdicas del Medioevo y de la Antigua Grecia, el Martín Fierro (1872) de Hernández, Tacuruses (1935), de S.J. García, y Memoria del fuego (1982) de Eduardo Galeano. Los tres volúmenes. También Cerdos y peces, una revista posdictadura editada por Enrique Symns. 

Escribir para…

Escribir para que otros lean. Prefiero ser lector, aunque hace rato que escribo más de lo que leo.

La locutora habla de madrugada, cuando todo está en silencio. ¿Qué te atrae de esa franja horaria y de esa intimidad con oyentes invisibles?

Es la hora de la soledad; la madrugada, la noche. Habitualmente las personas escuchan radio de día, según cuentan las mediciones, y en la mayoría de los casos son más de uno escuchando. Se comparte la escucha. Por la noche se oye en soledad, la noche radiofónica es de quienes buscan compañía o la añoran. Por la madrugada se la apropian los parias, las putas, los taxi boys, quienes cumplen condena. La madrugada también les pertenece a los poetas; ellos preparan sus rimas en las esquinas mientras echan humo y se pasan la botella, hasta que llegue el patrullero y se pudra. La madrugada, de igual modo, le pertenece a La locutora comunista.

Cortesía de producción

Cortesía de producción

En el libro aparece mucho la respiración, la pausa, el silencio. ¿Qué lugar tienen esos “espacios vacíos” en tu escritura?

El silencio puede ser ruido. El sonido, a grandes rasgos, se produce por ondas sonoras, pero dentro de la cabeza no se propaga. Nuestra cabeza puede esconder un concierto de Metallica, y en lo externo, un momento en un desierto sin viento. Esos silencios podrían no ser tales. De todas formas, es una novela que transcurre en la radio, y el silencio es uno de esos cuatro elementos que la construyen —la voz, la música, los efectos sonoros—. Igualmente la literatura necesita silencios y pausas, no alcanza con los puntos y las comas. El lector precisa que la ficción se detenga un instante antes de proseguir.

¿Qué reacción inesperada te gustaría que despierte en los lectores?

Que la lean pausados o en voz alta, como lo hizo un gran amigo junto a su compañera mientras andaban de viaje. Se turnaban. Antes de presentarla se la he pasado a un par de amigos para que me dieran su devolución, y me han dicho que en algún momento han leído apresurados: necesitaban saber que vendría más adelante. Entiendo esa prisa como la ansiedad del lector entusiasmado. Es una novela corta y llena de intriga, deben leerla tranquilos.

La novela juega con el humor y la filosofía al mismo tiempo. ¿De dónde viene esa mezcla en vos?

Buen o mal humor. Filosofemos. Creo que el hecho de que Bruno sea un personaje deconstruido, un escritor/locutor deconstruido, es un eje del yo actual, una aspiración o una meta del hombre que pretende evolucionar a conciencia. El lector se siente identificado, o asume cómo debería ser ese yo según la ética preestablecida o la nueva moral. Vivimos esta posmodernidad vertiginosa y, últimamente, un tanto superficial, donde los momentos con uno mismo han sido robados por los medios de desinformación. Es necesaria esa pausa, donde nos preguntamos y respondemos. Filosofía barata y zapatos de goma, diría Charly. Necesaria, como el humor.

Si pudieras elegir un sonido —no una palabra, sino un sonido— que resumiera La locutora comunista, ¿cuál sería?

El sonido del carretel activándose y andando en los antiguos reproductores de cinta.

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Fragmento de La locomotora comunista 

Cierro los ojos, ella abre la puerta y me sobresalto. La locutora ha llegado, entra decidida al baño de hombres, me abraza por la espalda, y besa mi cuello. No percibo la fragancia florida de su cabello recién lavado, ¿dónde han ido a parar las abejas y mariposas que la rondaban? Me habla, su voz no tiene sonido, leo sus labios: dice que fue extraño despertarse sola, y no recuerda si cogimos, se siente así, liviana y despojada, como recién llegada de una marcha de protesta con enfrentamientos, gases lacrimógenos y detenciones.

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