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Música
El rostro y la Luna

Lisandro Aristimuño: “Comencé a producir como método de supervivencia”

El músico argentino se presentará en Montevideo este 1 de agosto en la Sala del Museo.

30.07.2025 17:09

Lectura: 10'

2025-07-30T17:09:00-03:00
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Por Sofía Durand Fernández
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Entre la calma de Viedma y las luces de la ciudad de Buenos Aires. Con un sonido austero, que entremezcla lo acústico y la naturaleza artificial de los sintetizadores, Lisandro Aristimuño ha construido una carrera musical en la que está presente en todos los procesos creativos. 

Afirma que no sabe qué hubiera sido de no haber elegido la música. Desde los 11 años se dedica a esto. La composición es parte de su día a día, escribe y graba audios de voz en el celular con ideas que luego se convierten en canciones y finalmente en discos.

Tras haber ganado experiencia produciéndose a sí mismo, tuvo la oportunidad de trabajar en conjunto con artistas como Fabiana Cantilo y Liliana Herrero. Pero, según él, la clave está en un entendimiento personal. No se trata de grandes nombres, sino de poder llevarse bien. 

Aristimuño se presentará en formato trío este 1 de agosto en la Sala del Museo. Las entradas se pueden adquirir aquí

¿Qué descubriste al trabajar con una formación en trío? ¿Qué tiene de especial esta dinámica para vos?

Nunca había hecho una formación así desde que empecé mi carrera. Estoy investigando, estamos ensayando un montón, hay un repertorio distinto al que hago con la banda y diferentes arreglos en vivo, siempre jugando a hacer otra cosa que te incentive. La verdad es que estoy muy contento y disfrutando mucho las canciones. El trío tiene una cosa así de despojo maravillosa; en la banda, que éramos ocho, tenías que buscarles arreglos a todos y que todos juguemos, ahora somos tres y llenar ese espacio musical de las canciones es realmente muy lindo. Quizá la voz tiene mucho más protagonismo que con una banda completa. 

Tu último disco fue grabado en concierto. ¿Cómo pensás los arreglos para el escenario? ¿Dejás espacio para la improvisación?

Si no está la improvisación, de algún modo te aburrís. Es el hecho de que toques para gente y haya un público del que recibís un montón de energía y amor. Es como jugar al fútbol, está bueno jugar y no haber programado algunas cosas. Ponerse a improvisar es parte de ese concierto. En una parte de una letra que tengo escrita dice “improvisar”. A veces sale un solo de guitarra, en otro dejo a la maquina loopeando, voy variando porque está bueno. Improvisar es como estar alerta de la energía que hay en ese momento y en ese lugar. Por ahí le digo al batero que siga con la base y nosotros nos callamos, o cosas que son únicas en cada concierto. Por eso la improvisación es tan hermosa, porque no va a ser siempre igual.  

Hay una identidad muy marcada en tu música que remite tanto a paisajes del sur como a lo urbano. ¿Qué te aporta moverte entre la Patagonia y la ciudad? ¿Qué sensibilidad encontrás en cada territorio?

El interior tiene mucha más sensibilidad y calma. Yo tampoco soy un tipo de ir al centro de Buenos Aires ni de andar en los shoppings o en el cine, no es algo que me agrade. Yo intento mantener mi pueblo en la gran urbe. Por suerte, vivo en un barrio muy tranquilo en Buenos Aires, no hay edificios. 

Lo que a mí me gusta de Buenos Aires es que es una ciudad muy cultural, todos los días de la semana tenés algo para ir a ver: una obra de teatro, un grupo nuevo, bandas under en bares. Yo voy muy seguido a Viedma, el lugar en el que nací y donde está mi familia, y si no es el fin de semana no pasa nada. Me parece alucinante vivir en Buenos Aires, te nutre mucho.  

Del lado del sur es todo lo contrario, es más ir a disfrutar del río y del mar. Yo vivo en una ciudad en la que el río desemboca en el mar, tengo agua dulce y salada y distintos paisajes. Caminatas, ir a tomar mate al río, a la costa, mirar cuando baja el sol, esas cosas en Buenos Aires no las conseguís. Es una especie de equilibrio entre estas dos cosas.  

Cortesía de la producción

Cortesía de la producción

Desde que pudiste vivir de algo, elegiste la música. Con el tiempo, ¿cómo fue cambiando tu proceso creativo? ¿Cómo es convivir con la música todos los días?

Me siento superafortunado, y a la vez la cuido como a una religión, es algo muy fuerte para mí. Ser músico no es solo el hecho de agarrar una guitarra o cantar, también tiene que ver con lo sentimental y es el lado por el que podés sacar tus cosas más íntimas que por ahí, en la vida real, te cuesta un poco más. Yo soy bastante introvertido en lo personal y uso la música para poder expresarme. No es solo el hecho de tocar y poder estar en un escenario, sino que es todo un proceso que lo fui creando desde muy pequeño. La verdad es que me acompaña un montón, no solo el hecho de hacer música, sino de escuchar música, yo soy un melómano tremendo que no paro de comprar discos, escuchar y bajarme cosas y de preguntarle a alguien qué está escuchando para que me pase. Estoy todo el tiempo investigando.  

A la música le tengo mucho amor y sobre todo mucho respeto, entonces creo que eso también hizo que mi carrera perdure y que yo siga, porque es más parte de mi vida que un trabajo. No lo tomo tan seriamente como levantarme a las 9 de la mañana a componer una canción. Todo lo que a mí me llega en la vida cotidiana casi siempre termina en alguna canción, acorde, idea o escritura. Entonces ya no sé cómo vivir sin eso. No sé qué haría si no fuera músico.  

¿Se vuelve rutinario?  

A veces necesitás unas vacaciones y desconectarte un poco porque con las giras te cansa viajar y moverte. A veces tenés ganas de estar en tu casa en pantuflas tomando mate. Todo el tiempo es aplausos, conocer otros lugares y hoteles, que son superfríos, tenés que tener una claridad en eso porque si no también te empezás a volver loco. En cuatro días dormís en lugares diferentes, te levantás y no sabés dónde estás. Yo hago terapia también, no es fácil tampoco, a veces llega un punto que decís “tengo ganas de no agarrar una semana por dos semanas”. La guitarra ya está como pegada a mí. Intento que sea bastante equilibrado, a veces se me va la mano, o descanso demasiado y el ocio se me torna muy copado o al revés, estoy todo el tiempo laburando y no paro.

Además de componer e interpretar, también producís. En un contexto donde cada vez más artistas se alejan de la producción, ¿qué valor le encontrás a estar tan involucrado en ese aspecto?

Mi parte de productor nació cuando recién llegué de Viedma y no tenía músicos, no conocía a mucha gente, entonces me puse a laburar yo solo, a hacer las baterías, los arreglos. Te diría que lo hice como método de supervivencia. Primero fue agarrar una computadora y empezar a simular toda esa banda que no tenía. Ahí arrancó un poco esa faceta de productor.  

Después me dediqué más. De cualquier manera, hago producciones de gente que me gusta, no es que laburo de eso. Las producciones que hice son de artistas que me encantan: Fabiana Cantilo, Liliana Herrero. Casi siempre son mujeres, eso es algo llamativo. Los laburos más fuertes que hice fueron con ellas y me llevaron un tiempo, un año casi, y me dediqué de lleno a eso. Me sentí bien, porque también salís un poco de tu ego, de tu individualidad, estás a merced de la otra persona y viendo lo que quiere, lo que le gusta y cómo sonaría tal canción. Yo les muestro algunas otras músicas para ver si va por ahí o si les gusta por ese lado. A mí me encanta hacerlo, es un laburo que te lleva mucho tiempo y dedicación, pero a la vez es como salir un poco de vos y con vos, que te cansa también.

Cortesía de la producción

Cortesía de la producción

¿Es fácil compatibilizar con alguien en el plano laboral?  

Primero te tenés que llevar muy bien con la persona, laburar con alguien que no te llevás bien es un embole, no lo agarro. Casi siempre tenés una juntada, una cena o te ves en un bar para charlar un poco y ver si la persona tiene coincidencias con vos en algo personal, si tiene sentido del humor o si no se la cree, que hay mucha gente que es insoportable.

Yo siempre intento tener algo en común con el artista y después vamos pasando por etapas. Me ha pasado de mostrarle el tema con los arreglos a una persona y que no le guste, pero eso son cosas que suceden en este laburo. También tenés en tu mente que eso le puede gustar o no y me parece lo más natural, que me diga, "no, nada que ver, no quiero que sea por acá”, lo vuelvo a agarrar y te muestro otra cosa. Pero la relación fuera de lo musical es fundamental, incluso con tu banda, con todo. Yo no podría estar tocando con alguien que no me banco.

¿Estás trabajando en un nuevo álbum?

Yo voy juntando una especie de valija con ideas y canciones. Me grabo con el celular y escribo. Estoy todo el tiempo haciendo, pero no para un disco, lo hago porque me da mucho placer y me gusta. Entonces, cuando veo que ya hay 20 ideas, 20 minicanciones que todavía no están desarrolladas, ahí digo: "Bueno, es el momento de empezar a ponerme, porque ya tengo la valija llena, no me entra ninguna idea más". Este año tengo varias ideas que van llenando la computadora o el grabador del celular,  después elijo cuáles me gustan más y ahí digo: “Es momento”. Pero no tengo esa presión de sacar un disco todo el tiempo, me tiene que gustar primero a mí y sentirme enamorado de eso para poder mostrárselo a la gente y que salga un disco. Si a mí no me gusta, no saco disco. 

¿No es difícil encontrar una dirección clara para un disco? ¿Cómo aparece esa columna vertebral que le da unidad al proyecto?

Siempre tiene algo que ver porque sale de la misma persona, no es que yo compongo con seis personas diferentes. Sale un poco de lo que yo estoy viviendo en ese tiempo en el que estoy creando y casi siempre le encuentro alguna conexión: “Che, estás triste este año, no hay ninguna alegre”. O al revés: “Che, estas muy bien, estás feliz, ¿qué te pasó?”, después le busco el concepto más general. En lo que más me fijo en cuanto al concepto es en la parte de letras. Por ahí agarro una canción del mes de enero y una en octubre y medio que estaba hablando de lo mismo. El ser humano no es que cambie todo el tiempo, busco una conexión ahí.  

Por Sofía Durand Fernández
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