Por Jorge Alastra
jorge1963.azar
Miguel Ángel Estrella (4 de julio 1940 – 7 de abril 2022)
El "Chango" Estrella había sido traído a Uruguay de manera clandestina acusado de ser un guerrillero peligroso.
Aquí, en Montevideo, estuvo en varios centros de detención y tortura. Fue salvajemente torturado por Gavazzo, entre otros. En un encuentro con el entonces poderoso militar uruguayo, el Chango pudo conocer en carne propia lo que le estaba destinado a los secuestrados clandestinos. Luego de castigar de todas las formas la humanidad del sublime músico tucumano ya desfallecido, el militar le habría dicho amargamente: "¿Sabés por qué te hago esto? Porque vos sos un traidor. Un traidor de clase. Ya sé que nunca tiraste un tiro. Vos sos más peligroso que un tupa. Vos hacés creer a los negros que existe la belleza. Y no tenés derecho".
El Chango sería trasladado al Penal de Libertad donde pasaría algunos meses hasta que la presión de Gran Bretaña lograría liberarlo. Estando en el Penal pudo sentir el abrazo y el calor de sus compañeros de cautiverio y supo que aun en las peores condiciones el hombre puede convertirse en hombre y no en bestia.
Una vez le llegó un enorme paquete que la guardia revisó hasta de canto. No sabían qué hacer con ese "mueble". Era un piano mudo que el gobierno británico había enviado para que el músico pudiese practicar su técnica. El Chango empezaba jornadas de ejercicios muy temprano, todos los días, sistemáticamente. Un día mientras estaba enfrascado en un preludio de Chopin (que por supuesto no se oía) se acercó un soldado de guardia. "¿Qué es eso que toca?". El Chango se detuvo y miró al soldado a través de los barrotes. "Es Chopin, soldado. Es un Preludio". "Qué lindazo'", contestó el guardia. El músico volvió a mirarlo y continuó practicando su digitación con Chopin. El guardia permanecía estático y como bajo el influjo de un sortilegio. El Chango se detuvo de nuevo y ya más en confianza le dijo: "Está bien soldado. Solo estoy practicando y no molesto..." El guardia lo detuvo. "No señor, no. No molesta. Es que lo que está tocando puedo oírlo, lo oigo vivamente, y me hace llorar, disculpe". El soldado desapareció abruptamente.
El compañero de celda del Chango justo se despertaba en ese instante. Con las manos ya dúctiles por el calentamiento, el pianista se posó en la madera muda pero esta vez no tocó a Chopin; solo acarició el teclado inanimado y con un tono afable y una sonrisa de mil soles atinó a decir: "Buen día compañero. Levántese que la vida está viva".
*Jorge Alastra (1963) crea textos poéticos que se sustentan en hechos reales que luego son atravesados por lo ficcional. Lo poético y lo onírico están presentes en estos microrrelatos que pretenden crear una realidad alternativa o una posible explicación a los hechos convocados. Si nada es lo que parece, seguramente, cualquiera de estos textos puede ser tan verosímil como la desnuda realidad de los hechos.
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