Un hombre misterioso, más bien multifacético. Uno de los pensadores más complejos e influyentes del siglo XX resultó ser, también, de los más incomprendidos. 

Pensador inclasificable. Socialista nacional. Conservador anti-ilustrado. Peronista uruguayo. Populista católico. La figura de Alberto Methol Ferré oscila entre todos estos conceptos en lo que a opinión pública se refiere. Gabriel Delacoste, por su parte, reconstruye su trayectoria de manera analítica y en tono interrogativo. El abordaje de un enigma a resolver, y lo hace en clave de ensayo. 

El verticalismo latinoamericano es un concepto trabajado en esta obra en clave de binomio: la narración de los hechos históricos y transformaciones, y la reflexión teórica que los rodea. Conforma, si se quiere, un ensayo político. 

Gabriel Delacoste estudió Ciencia Política en la Facultad de Ciencias Sociales (Udelar). Trabajó tanto en la docencia universitaria, en proyectos de investigación, como en periodismo en el semanario Brecha. Su entrega a la teoría política hace que hoy se pregunte sobre aquellas figuras que marcaron nuestra historia, como la de Methol Ferré. Un hombre que, para muchos, sigue representando un enigma. 

¿Qué libro de otro autor/a te afectó de tal manera que te gustaría generar ese mismo efecto en tus lectores?

El Uruguay como problema (1967), de Methol Ferré. Es un libro extraordinario que me mostró una forma que no conocía de vincular las ciencias sociales, la política y la escritura. Me deslumbró y me dejó pensando hasta el punto de que, 10 años después de leerlo por primera vez, estoy publicando un libro sobre Methol Ferré.

Top 3 de libros que más regalaste/recomendaste.

He recomendado mucho los Discursos sobre la primera década de Tito Livio (1531), de Maquiavelo. El príncipe (1532) es mucho más famoso, pero en los discursos hay un pensamiento más republicano, más histórico y más sutil. Otro es la Introducción a la dialéctica (1973), de Adorno. Es la transcripción de un curso que dio Adorno que he recomendado, porque a mí me fue muy útil para aprender a pensar. Creo que ya no pienso así, pero en su momento lo tenía muy presente. Finalmente, he insistido mucho a mis amigos para que leyeran La Ilustración radical (2012), de Jonathan Israel. Entender a la Ilustración como movimiento político-intelectual y pensarnos hoy en continuidad con él me parece muy importante. Si entendés bien a Spinoza y a Diderot, podés pensar mejor muchas cosas.

¿Qué sueño recordás más?

A veces tengo sueños burocráticos: que me falta un trámite o que viajo y no tengo el pasaporte.

Foto: Javier Noceti

Si pudieras coescribir un libro con cualquier autor/a, vivo o muerto, ¿con quién sería y por qué?

Hay una historiadora, Janet Abu-Lughod, cuyo trabajo me parece excelente. Me encantaría haber podido estar cerca de ella y un poco chupar rueda de su proceso de investigación.

Si estuvieras en la Biblioteca Nacional de Uruguay y te pudieras robar un libro sin que nadie lo supiera, ¿cuál sería?

Me quedaría a vivir adentro, como el Jorobado de Notre Dame.

Contanos qué estás leyendo ahora.

Gobernar la utopía (2021), de Martín Arboleda, e Ilustración sensible (2023), de Facundo Nahuel Martín. Son libros muy buenos de investigadores latinoamericanos contemporáneos, que ayudan mucho a pensar los principales problemas del presente.

¿En qué te gustaría reencarnar?

En un benteveo.

El primer verso que te viene a la mente.

"¡El imperio ya no existe! Y ahora el león y el lobo cesarán", Song of Liberty de William Blake. 

¿Qué libro prestaste de tu biblioteca y hasta el día de hoy no fue devuelto? ¿Y al revés?

Un libro precioso que se llama Supersticiones del Río de la Plata (1896). Si la persona que lo tiene lee esto, que lo devuelva.

Foto: Javier Noceti

Imaginá que tenés la oportunidad de escribir una secuela para cualquier libro clásico. ¿Cuál libro elegirías continuar y qué dirección tomaría la historia en tu secuela?

El Manifiesto comunista (1848). Contaría, en el mismo estilo y ambición, lo que sucede después del movimiento revolucionario, mirando hacia dónde puede ir ahora.

¿Qué libro nunca te aburrís de releer?

Así habló Zaratustra (1883).

¿Cuánto tiempo te llevó escribir este libro, desde la concepción de la idea hasta la publicación final?

Cuatro años. La idea surgió en conversaciones con Diego Sztulwark y Gerardo Caetano, en 2021.

¿En qué momento te sentiste más vivo?

Seguramente en alguna celebración familiar, o en alguna fiesta.

Si tuvieras que describir tu libro en una sola frase, ¿cómo la formularías?

Es un libro sobre la complicada relación entre la izquierda, el nacionalismo y la religión.

Si de la noche a la mañana pudieras hablar de manera fluida cualquier idioma, ¿cuál sería y a qué lugar viajarías para probarlo?

Chino, sin duda. Me gustaría pasar seis meses en cualquier ciudad grande de China para ver hacia dónde está yendo el mundo. 

Contanos sobre una lectura que haya tenido un impacto significativo en tu vida. ¿Qué libro fue y por qué fue tan importante para vos?

El Daodejing me abrió el camino a una sensibilidad y unas formas de pensar que antes no tenía disponibles.

Escribir para …

Evitar que cometamos siempre los mismos errores.

Si tuvieras que contarle a alguien en dos líneas qué es lo más misterioso de Methol, ¿qué le dirías?

¿Cómo puede una persona, a lo largo de su vida, moverse de la extrema derecha a la izquierda nacionalista, al antimarxismo católico, a una reivindicación de la unidad latinoamericana, sin perder la coherencia?

Foto: Javier Noceti

Si Methol estuviera vivo y pudieras entrevistarlo, ¿qué pregunta le harías primero?

Methol era un católico muy comprometido. Pero durante un período, entre finales de los años cincuenta y mediados de los sesenta vivió algo del orden de una crisis de fe, simultáneamente a unas intensas dudas sobre si debía aceptar el marxismo. Me gustaría preguntarle sobre las cosas que estaba pensando y sintiendo durante ese período.

¿Hubo alguna anécdota o momento de la escritura del libro que se te haya quedado grabado? Un archivo difícil de encontrar, una charla, un descubrimiento.

Alguna vez escuché que los astrónomos, antes de poder probar la existencia de un planeta ya hipotetizan su existencia, porque los otros planetas se mueven de modo que indican que en cierta zona debería haber un planeta desconocido. Es algo parecido a la idea del “eslabón perdido”. En esta investigación hubo varios momentos de ese tipo. Desde el principio, yo sabía que algo importante se jugaba en el hispanismo y en la influencia del nacionalismo español sobre el nacionalismo rioplatense, específicamente sobre el nacionalismo de Methol. Encontraba muchos vínculos indirectos, pero no el vínculo directo, aunque tenía la hipótesis de que tenía que haberlo.

Relativamente tarde en la investigación, un amigo que leyó mi manuscrito me hizo saber de la existencia de un libro de un historiador español, Santos Juliá, titulado Historias de las dos Españas (2004). Leyendo ese libro, me enteré de que en 1949 un intelectual de una fracción aperturista del franquismo había escrito en 1949 un libro titulado España como problema (1949). Evidentemente el título Uruguay como problema, la obra maestra de Methol, era una referencia a ese libro. Cuando lo leí, los paralelismos y los guiños eran muy relevantes para mi hipótesis. Eso me tuvo contento un par de semanas.

¿Con qué imagen o idea te gustaría que un lector se quedara después de leer tu libro?

Me interesa mucho mostrar la forma en la que algunas ideas o tradiciones que parecen existir desde siempre, en realidad son el fruto de un trabajo muy largo y nada inocente de intelectuales que entienden la importancia de que se impongan ciertas narraciones, ideas y sentimientos.

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Fragmento de El misterio de Alberto Methol Ferré 

Podemos imaginar a Methol leyendo los Motivos de Proteo, la bella obra en la que Rodó aconseja, consuela y da ánimo a los jóvenes intelectuales que no encuentran el rumbo. En el capítulo 28, Rodó exclama: «¡cuán varios y complejos somos!», y lanza una serie de preguntas inquietantes:

“¿Nunca te ha pesado sentirte distinto de ti mismo? ¿No has tenido nunca para tu propia conciencia algo del desconocido o del extranjero?? ¿Nunca un acto tuyo te ha sorprendido, después de realizado, con la contradicción de una experiencia que fiaban cien anteriores hechos de tu vida? ¿Nunca has hallado en ti cosas que no esperabas ni dejado de hallar aquellas que tenías por más firmes y seguras? Y ahondando, ahondando, con la mirada que tiene su objeto del lado de adentro de los ojos, ¿nunca has entrevisto, allí donde casi toda luz interior se pierde, alguna vaga y confusa sombra, como de otro, que tú, flotando sin sujeción al poder de tu voluntad consciente; furtiva sombra, comparable a esa que corre por el seno de las aguas tranquilas cuando la nube o el pájaro pasan sobre ella? ¿Nunca, apurando tus recuerdos, te has dicho: […] si aquel rasgo inconsecuente y excéntrico que una vez rompió el equilibrio de mi conducta, en el sentido del bien o en el del mal, hubieran sido, dentro del conjunto de mis actos, no pasajeras desviaciones, sino nuevos puntos de partida, ¿¡cuán otro sería yo; cuán otras mi personalidad, mi historia, y la idea que de mí quedará?!”

Podemos imaginar a aquel Methol sintiendo que este fragmento de la obra del maestro decía algo de su experiencia. Aun si esta plausible escena no hubiera sucedido, este pasaje nos ofrece una forma de pensar en Methol, en la que, más que reconstruir su pensamiento como un todo unificado o de buscar una esencia inmutable, podamos reconocer que a Methol, como a todos, lo habitaban múltiples fuerzas, en permanente composición, disputa y transformación. Estas fuerzas son interesantes, además, porque existían en el mundo, fuera de Methol.

Los dramas de ideas no se expresan solamente como disputas entre personas que actúan coherentemente desde posiciones fijas, sino que se juegan, también, al interior de las personas mismas. ¿Cómo no conmoverse con ese adolescente que buscaba el sentido de la vida, oscilando violentamente entre Trotsky y Schmitt? ¿O con ese militante-intelectual que no sabía cómo resolver el conflicto entre ideas y sentimientos que lo convocaban y lo persuadían? ¿Cuántas personas, hoy, estarán pasando por similares angustias?

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