Por Gerónimo Pose | @geronimo.pose
La banda Ángela Tullida formó parte de una escena en los 90 junto a otras que compartían un espíritu, una intención y una mirada artística. No existían los cruces ni las colaboraciones musicales, pero todas se relacionaban por su impronta. Por generar mundos propios que se alejaban del epicentro creativo que reinaba en otros ámbitos musicales.
Con la salida de Gonzalo Fabbri, su cantante, el grupo sufrió una mutación. Pero al integrarse Pedro Dalton, lograron salir del callejón en el que se encontraban. Habiendo alcanzado un límite en su expresión y con el miedo de seguir ahondando en un género ya explorado, el grupo incorporó a Dalton, y con él, pasaron a llamarse Chillan las Bestias. La impronta que los caracterizaba persistió, pero emergieron otras influencias y direcciones que reavivaron un barco cascoteado cuya tripulación no lo quería abandonar.
Franco Varise, integrante de la misma, conversó con LatidoBEAT sobre las transformaciones de la agrupación, los elementos clave de sus composiciones y su próxima presentación en Uruguay. Tendrá lugar este sábado 2 de agosto en la Sala Hugo Balzo, y las entradas pueden adquirirse aquí.
Desde Ángela Tullida hasta Chillan las Bestias, fue un camino largo.
Larguísimo camino, no sé cómo lo hicimos. Llegamos como pudimos, pero no sé. El barco siempre es el mismo. Mucha gente entra, algunos se quedan y otros no. Es un barco que por momentos va sin dirección, con la vela rota, todo oxidado, con los toneles de ron vacíos y comiéndonos las ratas. Pero estamos ahí, habitándolo. Hay otra gente que trata de volver a un barco fantasma que abandonaron todos, pero no es nuestro caso. Como te digo, el barco sigue siendo el mismo. Quizás cambia la tripulación, pero hace muchos años que somos los mismos. A veces no hay nadie en el timón, suele pasar. Llegamos a puertos oscuros que no conocemos. Pero el barco está habitado. Es viejo, pero habitado.
Venían habitando una escena del rock argentino alejada del epicentro, pero que era una escena al fin y al cabo.
Claro, lo que pasa es que era medio una antiescena. Compartía una estética espiritual o una mirada artística, pero quienes la integraban tampoco es que se juntaran a comer. Era una escena, pero no en los términos que se usan ahora. Hay lugares a los que va la misma gente, y las bandas se forman entre el público. No fue nuestro caso, porque éramos mas antisociales. Hablo más de Ángela Tullida, pero Reincidentes y Me Darás Mil Hijos tampoco eran los mas simpáticos del mundo. Sí nos conocemos mucho, hemos compartido muchas cosas, obvio. Pero, por ejemplo, nunca hubo colaboraciones cruzadas. Y creo que eso forma la historia de una escena; el poder cruzar gente, aunque de nuestro lado admirábamos mucho a los Reincidentes. Nos parecía buenísimo lo que hacían, pero nunca desde una mirada de fan.
Foto: Gonzalo Abeiro
Compartían una misma estética y espíritu.
Claro. Incluso llegamos a tocar varias veces juntos, pero podrían haber sido muchas más. Y tampoco hubo una idea, quizás no dependía de nosotros y tendría que haberlo hecho alguien de afuera. Pero quizás no hubiésemos estado de acuerdo ninguna de las bandas, creo que ese es el tema. Armar una escena no era el espíritu de la música que hacíamos, cada uno tenía su voz artística propia. Creo que era una mirada, eso de pintar un mundo ficcional sin tiempo ni espacio, que no se sabe si era real o mentira, pero que era nuestro mundo.
Ninguno quería salirse de ese mundo.
Exacto. Es más, cuanto más era nuestro propio mundo, mejor lo veíamos. Por ejemplo, si nosotros hacíamos una canción y se parecía a Pequeña Orquesta Reincidentes, enseguida lo descartábamos. No porque no nos gustara, sino por pudor artístico. Y eso estaba bueno, porque hacía que cada banda tuviese su vida propia y que la gente que iba a escuchar encontrara cosas ligeramente diferentes. Hoy vas a un festival y son las tres bandas iguales, tocando lo mismo. ¿Cuál es el aporte? A mí me pasa un poco eso, me aburro. Voy a ver un recital y son tres o cuatro bandas "post punk". Creo que pasó en los 90 también; las bandas querían copiar lo más rápido posible lo que venía desde afuera, y eran todos indie noise o algo más británico. Y era un embole, la verdad. Por eso nos cerramos un poco en nuestro mundo, en reacción a eso.
Foto: Gonzalo Abeiro
Gonzalo Fabbri, el cantante de Ángela Tullida, se fue después del disco Tripas corazón (2009), e invitaron a Pedro Dalton a que recitara sobre la música incidental que ustedes empezaron a componer.
Lo que pasó fue que Pedro ya participaba con nosotros. Venía a los ensayos y ya estaba haciendo coros, como una segunda voz con Gonzalo. Empezó a participar mientras estaba con Buenos Muchachos, y además somos amigos desde el 1998.
Se conocieron en el ciclo Molotov.
Sí, y ahí nos volvimos muy amigos. Él en un momento de su vida llegó a vivir acá en Buenos Aires, entonces éramos como sus amigos. Más allá de que Buenos Muchachos y Ángela Tullida no se parecieran en nada, ambas compartían cierto espíritu, y ahí está lo interesante. Creo que la única colaboración que hicimos entre bandas fue justamente con Pedro y Buenos Muchachos. Cuando Gonzalo, por temas personales y de salud, dijo que se corría para un costado, yo en ese momento decidí seguir. Pero no con Ángela Tullida, sino con otras músicas que me daban vueltas por la cabeza. Además habíamos llegado a un punto de inflexión en lo que estábamos haciendo, que nos llevaba a una calle sin salida que no nos interesaba. Era volvernos cada vez más tangueros. El tango es un género que respetamos, que tiene sus códigos, sus técnicas, pero nosotros no las manejamos. Entonces iba a ser medio falso, digamos.
Cortesía de producción
Un lunfardo, incluso.
Un lunfardo, que era una forma nuestra atemporal no de homenaje, pero sí quizás queríamos recuperarlo de alguna manera. Toda esa situación a veces no se entendía, entonces llegamos a un punto en el que dijimos: "Nosotros venimos del rock". La cultura rock es muy vasta, es enorme e influye en otras formas de expresión. Incluye muchos subgéneros. Entonces me largué solo, aparecieron los demás y empezamos a hacer como unas viñetas instrumentales. En un momento Pedro apareció, y le preguntamos si le copaba recitar. Dijo que no, pero propuso armar algo con el clima de las canciones. Por eso el primer disco es de viñetas, no tienen estructura de canción. Son como flashes que me gustan, e incluso te digo que lo extraño un poco a veces. Uno tiende por momentos a mejorar las cosas, y capaz que las desmejora sin querer.
En el primer disco está "Zarpando", que sí es una canción.
"Zarpando" era lo más canción que había ahí. Nosotros la tocábamos instrumental y estaba linda así. En ese momento encontramos otro tipo de influencias. Gonzalo nos liberó de cierta estructura, ciertas repeticiones que teníamos en nuestra música y que no nos permitían avanzar hacia otros lados. La cosa empezó a ser un poco más "rockera", más intensa, que era lo que nosotros queríamos. Si bien no usamos grandes distorsiones, queríamos generar tensiones dentro de lo psicópata que había sido el último disco de Ángela Tullida, que si vos lo escuchas tiene algo de eso. Las tensiones son un poco más existenciales, profundas y de la locura. Eran menos manieristas y menos barrocas.
Foto: Martin DarkSoul
La voz de Gonzalo iba por la línea crooner de Tindersticks o Scott Walker, mientras que la de Pedro tiene otra intención y otra potencia.
Pedro aportó una cosa que nos empujó, una voz más atronadora, más potente, menos melódica. La particularidad que tiene Pedro es que nos impulsó a nosotros a subir nuestros volúmenes de alguna manera, y también empezar a pensar la música por ese lado. A nosotros nos salvó la vida.
Los salvó de esa calle sin salida de la que hablabas.
Sí, nos salvó la vida. Si abandonábamos ese barco prendido fuego y saltábamos al agua fría, no sé quién de nosotros llegaba a la costa, ese es el tema. Fue una bendición. Trabajamos con el Río de la Plata de por medio, que es algo que ahora muchos hacen, pero en su momento no era fácil.
¿Cómo es la metodología de trabajo teniendo en cuenta la distancia?
Lo que ocurre es que las cosas siempre estuvieron bastante claras. Nosotros hacemos las piezas y se las pasamos a Pedro. Él dice que a veces le pasamos una baldosa para que cabecee, le llega algo y dice: "¿Qué es esto?". Él se pone, y saca algo, y entre nosotros no hay ningún tipo de discusión. Somos una banda interesante en cuanto a eso; todos saben lo que tienen que hacer, no hay nadie que salte con alguna locura. Estamos todos con el mismo espíritu, mirando la misma película. Pedro, a su manera, a veces la ve un poco distinta, pero eso está bueno también porque él ve la película desde Montevideo. Por ahí es la misma, pero con otros colores. Además, el amor que nos tenemos. Haber sido tripulación de un barco que está cascoteado pero que sigue navegando.
Foto: Martin DarkSoul
La presencia del violín y del piano mezclados con un pulso rockero caracteriza a Chillan las Bestias, es parte de su espíritu. Pero vos has dicho que lo que más les importa es el bajo.
Sí, es así. El instrumento más importante de Chillan las Bestias es el bajo. Por eso Pablo tiene una responsabilidad enorme, y por eso somos muy caprichosos con su sonido. Él tiene una particularidad, y es que es un bajista de autor. No es que vos le tires las notas y haga un loop, que podría estar bueno y a veces se necesita, pero él no va por ese lado. He tocado con muchos bajistas y sé qué hacen, y Pablo nunca va por ese lado. Sin el sonido del bajo te diría que perdemos un 50% de la intención artística que queremos. Estamos muy pendientes y sabemos que hay veces que no se nota, porque tenés el violín, la voz de Pedro, la batería, pero incluso lo subimos un poco de más en los shows. Creo que sin el bajo nuestra banda podría confundirse con una orquestita, y no somos una orquestita de hall de hotel.
A ustedes lo que les interesa es ese pulso rockero.
El cambio era ese, sin tanto arreglo de notas y melodías cruzadas, sino más bien centrarnos en una y crear ahí la tensión. Nunca se logra, todo lo que digo es lo que no logré. Pero trabajamos con todas las posibilidades que los instrumentos pueden dar. Al violín últimamente le ponemos distorsión, otros pedales para que esas tensiones queden más fortalecidas, más evidentes, sin pasarnos del subrayado. Básicamente si estás drogado o borracho, que esas tensiones se te metan atrás del cerebro. A veces lo logramos y a veces no, que se yo.
Es una búsqueda de la tensión que no parte de la distorsión.
Yo te soy sincero, quizás es un embole hablar de música. Pero a mí me pasa algo cuando veo al guitarrista darle al pedal de distorsión y que se mueva para todos lados. Me la baja totalmente. Otra cosa que tratamos de evitar, que es más sutil, es el tema de los acordes llenos en la guitarra. Intentamos no usarlos porque es una sonoridad muy aburrida. En general buscamos que no aparezca.
Es la muerte.
¡La muerte! Ya lo escuchamos, ya sabemos qué va a pasar, es una película que vimos millones de veces. Son pavadas, pero a mí me aburre mucho. No me copa, no me inspira. Te voy a ser sincero, y voy a ser drástico: Me saca las ganas de tocar. A veces salgo de un recital en el que veo esas cosas y entro en conflicto, porque nosotros también podemos caer en esa. Estamos muy atentos a no hacerlo, para bien y para mal.
El EP Lo oscuro queda claro (2024) es su último material de estudio, en el que hay algunas composiciones que son netamente instrumentales.
El EP fue un capricho post pandemia, lo grabamos en un estudio casero. Estoy contento porque son canciones que necesitaban ver la luz para nosotros mismos. Son canciones que corren un poco el eje, tiene ahí un pulso más rockero por momentos. Nos abrió una puerta, no sé si a temas instrumentales, pero sí a ciertas introducciones musicales más elaboradas, más largas. Nosotros nos colgamos mucho con eso, nos encanta y siempre que íbamos por ese lado nos autocensurábamos. Pero después nos preguntamos por qué censurarlo, si lo disfrutábamos. Son climas. Al fin y al cabo, climas desde el barco. Esto puede ser una tormenta, pero puede ser el amanecer. Nos abrió una puerta porque incluso en vivo estamos funcionando más así, tenemos introducciones más climáticas que obviamente llevan su trabajo. Con eso aprovechamos mucho más nuestra instrumentación y nos entretiene, nos da libertad.
Cortesía de producción
Supieron ser habitués de La Trastienda, tocaron en la Sociedad Urbana de Villa Dolores, y esta vez van a trasladarse a la Sala Hugo Balzo. Dicen que es el primer show de la banda.
La Trastienda fue nuestra casa, y ahora nuestra nueva casa es la Sociedad Urbana, que está buenísima. Nunca habíamos hecho un show como el que vamos a hacer ahora, este 2 de agosto. Hay sorpresas, ya el espacio nos exige y nos presenta un desafío que buscábamos, que queríamos. Estamos laburando mucho para que este show, que se llama "Puro sentimiento", tenga estas instancias de las que hablábamos, esas introducciones largas. Vamos a entrar, vamos a ir y vamos a ver cómo salimos: saltando y bailando o más rotos que antes. Va a ser un show largo y vamos a tratar de pasar por todos nuestros paisajes.
Es un tremendo gusto, no alcanzan las palabras para contar lo ansiosos y la locura que tenemos por estar ya ahí. Lo que queremos es viajar. Esto de la música es como una adicción que está buena que no se junte con otras adicciones, para no tener que dejarla después. La música te genera eso, una adicción. No sé, ahora todo el mundo conoce las sustancias que te genera en el cerebro. Yo no las tengo. Pero hay algo de eso que nos pasa, y que nosotros queremos y necesitamos tener y compartirlo, por supuesto. Cuando nosotros tocamos y vemos que alguien está viajando en la misma, se genera una hermandad. Generás una conexión que no es fácil de lograr, y que no se da en la cotidiana con la vertiginosidad y la velocidad de la vida. Esa es la idea, hacer un show distinto, profundo y de mucho sentimiento.
Una fantasía íntima, sin tiempo ni espacio.
Sin tiempo ni espacio, exacto. Intentar entrar a un lugar que te lleve hacia esa zona sin tiempo ni espacio. Una fantasía que espero podamos compartir cuál es, porque no sé cuál es. Hay que descubrirla también. Estamos emocionados, va a estar buenísimo, la intención va a ser esa.
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