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Contenido creado por Catalina Zabala
Literatura
Los libros y sus autores

Felipe Palomeque: “La decisión de escribir me predisponía a estar atento al mundo”

El autor publicó "El diario de los cien onettis" por Estuario Editora.

10.09.2025 15:58

Lectura: 7'

2025-09-10T15:58:00-03:00
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La linealidad de la ficción no caracteriza a esta obra. De hecho, ninguna de estas dos palabras. Su autor, Felipe Palomeque, eligió la manera más alternativa posible de retratar a la figura nacional en cuestión: un intercambio ficticio. Palomeque es el personaje principal de esta novela; y a lo largo de la misma, conversa con Onetti. Su objetivo es conquistarlo y recibir un Premio literario. 

Editor y cofundador de Estela editora, Felipe Palomeque trabaja en esta obra un humor inteligente y de gran originalidad. El diario de los cien onettis (2025) es su sexto libro publicado, y recibió una Mención de Honor en el Concurso Literario de Montevideo Juan Carlos Onetti (2024). 

El intercambio ficticio entre Onetti y el autor permite que el lector vaya conociendo a Onetti de manera cada vez más profunda, aunque indirecta. Con un estilo peculiar y creativo para narrar, aborda la premisa de la biografía con un método que hace a la obra en sí. 

¿Qué libro de otro autor/a te marcó tanto que todavía vuelve a tu escritura, aunque no lo busques?

La novela luminosa (2005), de Levrero

Top 3 de libros que más regalaste/recomendaste

La conciencia de Zeno (1923), de Italo Svevo, Budapest (2003), de Chico Buarque y Recuerdos del futuro (2019), de Siri Hustvedt. 

Si pudieras coescribir un libro con cualquier autor/a, vivo o muerto, ¿con quién sería y por qué?

Con Zambra. Me parece muy crack y tiene una tercera persona que amo. Aprovecharía la excusa de la coescritura para robarle todas sus magias.

¿Qué estás leyendo ahora?

Estoy leyendo Tu rostro mañana (2002), de Javier Marías. Hace no tanto decidí que quiero convertirlo en uno de mis autores favoritos, y sus libros son tan largos que siempre estoy en modo “leer a Marías”, o en modo “leer otra cosa para descansar de Marías”.

Como lector, ¿qué te gusta encontrar en un cuento?

No soy muy fan de los cuentos. Siento que por definición exigen bastante control sobre la historia, y me entusiasma lo contrario: el abandono del plan. Quizá, ya con una mirada más general, me gusta lo vívido. Parafraseando a Levrero, lo que “se narra en imágenes”.

Foto: Javier Noceti

Foto: Javier Noceti

¿Qué libro prestaste de tu biblioteca y hasta el día de hoy no fue devuelto?

Prohibido morir aquí (1971), de Elizabeth Taylor

¿Qué libro nunca te aburrís de releer?

No releo mucho. Últimamente volví varias veces a Los llanos (2020), de Federico Falco. Librazo.

¿Qué escribirías en un muro? ¿Y en la pared de un baño?

Con “Amuleto”, mi grupo de escritura, siempre jorobamos con el personaje de Bolaño, que pinta las paredes de los baños con caca. Hay algo en esa imagen que me encanta: solo por la forma, sin importar el contenido,  ya hay un mensaje muy potente. ¿Me animaría? Por supuesto que no.

¿Cuánto tiempo te llevó escribir este libro, desde la concepción de la idea hasta la publicación final?

Al ser una reproducción muy fiel de mi cotidianeidad, el libro quedó bastante cerrado luego de los 50 días que sostuve el diario. El juego con Onetti me entusiasmaba, abría el bloc de notas y escribía. Así como surgía quedaba, sin mucha edición. Creo que, también, respetar ese proceso y mantenerlo lo más en crudo posible hace a la obra en sí.

Foto: Javier Noceti

Foto: Javier Noceti

¿Por qué elegiste esos epígrafes?

Eran los dos libros que estaba leyendo en el momento en que decidí iniciar el diario, y sentí interesante hacer referencia a ellos. Creo que explican un poco mi búsqueda como narrador y protagonista.

Si de la noche a la mañana pudieras hablar de manera fluida cualquier idioma, ¿cuál sería y a qué lugar viajarías para probarlo?

Hasta hace no tanto veía un reality japonés —debería darme vergüenza confesarlo—. Es una especie de Gran Hermano, solo que ellos siguen conectados con el mundo: trabajan, salen con sus amigos y hasta pueden verse a sí mismos en la tele, dentro del propio reality —todo muy meta—. La manera tan respetuosa y analítica de abordar las conversaciones y los conflictos siempre me pareció increíble. Aprendería japonés para charlar con ellos, y también para hacer el casting.

Contanos sobre una lectura que haya tenido un impacto significativo en tu vida. ¿Qué libro fue y por qué fue tan importante para vos?

Podría ser La máquina de pensar en Gladys (1970), de Levrero. Creo que ese libro me impulsó a querer escribir.

Escribir para…

Transformar la realidad.

¿Cuál fue el mayor desafío de dar forma a El diario de los cien onettis?

Sostener la tensión de la historia siendo un diario sobre lo cotidiano. Diría George Constanza, “un libro sobre nada”.

En tu libro, Onetti aparece casi como un personaje que te habla y te pone pruebas. ¿Cómo nació ese juego de convertirlo en una especie de juez o compañero de ruta?

Fue algo casual, como esos chistes que luego empiezan a tomarse en serio. Con María Eugenia Trías, una gran escritora y amiga, compartimos en nuestras charlas un registro en donde lo real y lo exagerado se parecen. Cuando me quise acordar estaba metido adentro de la historia, haciendo cosas que me pedía Onetti muerto. También hacía cosas en el mundo real y me volvía consciente de que luego se convertirían en texto.

Foto: Javier Noceti

Foto: Javier Noceti

¿Qué reacción inesperada te gustaría que despierte en los lectores?

Si bien el libro tiene mucho humor, me gustaría que se sintiera la importancia que tuvo en mí como protagonista. En esta historia que replica mi rutina, el arco narrativo del personaje es mi curva de aprendizaje en mi propia vida, y es lo que más valoro de la experiencia durante esas semanas.

El diario mezcla lo íntimo, lo cotidiano y la literatura. ¿Hubo algún momento en el que sintieras que la vida y la escritura se estaban convirtiendo en lo mismo?

Quizá de eso se trate el libro: de entender que la decisión de escribir me predisponía a estar atento al mundo, y que en el mundo ya estaba toda la ficción. Ya estaba ahí, esperando, pronta para que me dignara a verla.

Si Onetti pudiera darte feedback sobre este libro, ¿qué imaginas que te diría?

Me apropié de su nombre y no tanto para enaltecerlo, sino para referirme a un concurso literario. Yo creo que me odiaría.

En tu planilla de “onettis”, cada comida o hábito suma o resta puntos. ¿Qué hábito de escribir te suma más puntos a vos?

Al revés de lo que suele decirse, transito la escritura como algo colectivo. Las reuniones con “Amuleto” son mi motor creativo. Por supuesto que a veces escribir se vuelve mi forma de sacar para afuera esos pensamientos que quedan boyando en la cabeza. Pero el resto del tiempo, es mi manera de conectar con otras personas que quiero y que comparten mis mismos intereses.

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Fragmento de El diario de los cien onettis 

A esa altura, debería haber descubierto que todo lo ocurrido era un gran acontecimiento para el diario, no solo el relato que me contaba el tipo, no solo el pedido de llevarlo a su casa, sino también mi pelotudez, por aceptar llevarlo a pesar de mi apuro, a pesar de no conocerlo. Debería haber descubierto que, en todo eso, Onetti tenía algo que ver, que él me ponía a los personajes a mi alrededor para que yo pudiera construir, en mi propia vida, material de ficción.

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