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Cine
Pueblo nostálgico

Federico Lemos: “Hay una intención de retratar lo que los uruguayos sentimos muy propio”

Tras el lanzamiento de "Emoción a cielo abierto", Federico Lemos habló con Montevideo Portal sobre la realización y el género documental.

20.12.2025 09:00

Lectura: 17'

2025-12-20T09:00:00-03:00
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Por Catalina Zabala
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Por muchos años, Federico Lemos se autodefinió como "contador de historias". No solo por tener un padre periodista, ni por considerar que la clave para encontrar buenas historias sea teniendo un periodista al lado. Se trató más que nada de la necesidad de recordar. De rescatar aquello que se pierde en la línea temporal de la historia. De encuadrar aquellos elementos que hoy componen nuestra memoria colectiva y sentir nacional. 

Gonchi: la película (2015), Jorge Batlle: entre el cielo y el infierno (2024) o La otra pelota (2025) son apenas algunos ejemplos de una motivación repetida en la carrera de Lemos: encontrar esos bastiones que forman parte de un sentir.  Estudiarlo y registrarlo. Contar la historia. 

El documental se estrenó el 26 de noviembre, en un evento atípico que tuvo lugar en su protagonista: fue proyectado en el Teatro de Verano. Así, los uruguayos fueron testigos de un evento en honor a su propio patrimonio. En conversación con Montevideo Portal, Federico Lemos contó su intención de llevar el documental a varios puntos del país bajo la organización de múltiples proyecciones en espacios públicos, y comentó cómo ve la situación actual tanto del género documental como del cine en general. 

Emoción a cielo abierto tuvo su primera proyección el 26 de noviembre, fue al aire libre y en el Teatro de Verano. ¿Cómo surge la idea de hacerlo de esta forma?

La idea de estrenarlo en el Teatro de Verano surgió casi a la misma vez que tomamos la decisión de estrenar una película que generara una conexión directa con el espectador en el momento de verla. Muchas de las personas que iban a concurrir al estreno iban a sentirse muy identificadas con determinado espectáculo o momento, y finalmente eso ocurrió. Una de las cosas que vivimos en los días y horas posteriores a la avant premiere fue muchísima gente que nos hizo una devolución muy interesante, y estuvieron buscando permanentemente conexiones en lugares en donde estuvieron y vieron ciertos espectáculos. Transformamos el Teatro de Verano en un gran set de filmación de las entrevistas, porque se desarrollaron todas en ese mismo lugar. Y veíamos que los artistas, cuando llegaban y se sentaban, miraban, observaban, tenían una sensación muy linda que facilitó incluso las conversaciones y las charlas.

A veces las entrevistas llevan un proceso, determinado tiempo de calentamiento para alcanzar el lugar al que uno quiere llegar como periodista, como investigador o productor. En este caso fue muy interesante ver el momento en el cual ellos llegaban al teatro y se emocionaban, recordaban un espectáculo, un show, y eso nos animó a tomar la decisión de transformarlo en un gran cine al aire libre. Era un desafío de producción importante, es una nueva configuración del Teatro de Verano quecuenta con 5.200 personas. Es bravo llenar ese lugar, y más con un documental. El cine nacional tiene sus dificultades, y conlleva un trabajo constante de cercanía, de tender puentes para que la gente se acerque. Llevar una proyección así tenía todo un desafío. Nosotros sentimos que eso se logró, que la emoción estuvo, que bajó por esas canteras, incluso una cosa muy linda que ocurrió a mí me sorprendió muchísimo, fue que cada vez que aparecía un artista la gente aplaudía. Ocurrió durante una hora y media: independientemente del momento en el que ese artista aparecía, la gente aplaudía. Eso fue muy hermoso, me parece que conjugó de alguna manera lo que nosotros imaginábamos, y además la noche y el día ayudaron muchísimo también.

En tus proyectos siempre estuvo el interés por mirar hacia atrás y recuperar el pasado. ¿Cómo es la relación entre la población uruguaya con su historia? ¿Hay una carencia?

Hay una intención de retratar lo que los uruguayos sentimos muy propio. La memoria y el retrato colectivo de una sociedad que es muy politizada, muy futbolera, muy carnavalera, muy musica y nostálgica. Somos un pueblo muy nostálgico, y en ese sentido me parecía interesante trabajar desde esos lugares para poder no solamente rescatar el archivo que andaba por ahí y que era difícil de conseguir — porque además no todos tienen la capacidad de digitalizar y preservar—. Había un trabajo interesante de nuestro equipo de producción de buscar en cada una de las temáticas fuertemente necesarias de rescatar el archivo. Esas historias a mí particularmente me parecieron interesantes, porque el uruguayo se interesa por ellas.

Nos planteamos como equipo intentar retratar estas historias, llegar al gran público de alguna manera con los intereses reales que existen a través de trabajos documentales que retrataran a muchos de estos artistas músicos políticos, que muchos de ellos se estaban yendo. En el caso por ejemplo de Jorge Batlle: entre el cielo y el infierno, nosotros hicimos la última entrevista con Danilo Astori. Pocas semanas después falleció. Carlos Steneri también, uno de los que participaron en ese gobierno; Mujica, y otros tantos que también están retratados en ese documental y en algunos otros.

Me parece que el documental es un género que goza de muy buena salud. Antes el documental era algo de domingo a la tarde, antes de la siesta. Nadie iba ni loco al cine a pagar una entrada para ver un documental. Hoy las plataformas están llenas de documentales, el algoritmo te está mandando constantemente biopics de futbolistas, tenistas, pilotos, músicos, series de asesinos seriales, lo que sea. Todo lo que es series documentales y proyectos tiene gente con ganas de verlo, y eso hace que el género goce de buena salud. Además también cambió la forma de contar las historias, muchos realizadores utilizan diferentes herramientas tomadas quizás de la ficción o de otros géneros para hacerlo más dinámico, desde la narrativa, desde el guion, desde la edición. Y eso hace que la gente tenga ganas de verlo, entonces está bueno que pase.

Te has encontrado en varios proyectos con mal material de archivo a la hora de trabajar. ¿Creés que eso puede haber perjudicado la relación del ciudadano con su patrimonio en Uruguay?

Sí, la temática del archivo ocurrió durante muchos años. Los canales de televisión por ejemplo, antes cuando no estaba toda la tecnología digital, usaban cintas VHS o de distintos tipos. Eran caras, entonces cuando había que grabar o respaldar programas, se pasaba por arriba y se pisaba. Nos pasaba en nuestras casas, nosotros teníamos los VHS y grabábamos todo el tiempo conciertos. Era otro mundo, y era muy común agarrar un casete del cumpleaños de XV de una prima, pasarlo por arriba y grabar un concierto, y después teníamos un gran problema familiar. Eso pasaba. Ya no, porque se está trabajando fuertemente en digitalizar y preservar ese archivo. Yo creo que hubo mucho de eso, hubo mucho también de falta de prevención, de cuidado, de estructuras y de instituciones que se encargaran de eso. Hoy en día existen muchos proyectos hermosos que intentan rescatar la historia, la cultura y la memoria, y se encuentran con esas dificultades. No tienen la posibilidad de acceder rápidamente al archivo como en otros lugares, que de repente sí han trabajado en eso y se han ocupado. Siempre es un tema. A mí es una de las cosas que más me agobian, cuando empiezo a avanzar en un proyecto, y digo "¿qué habrá de archivo sobre esto?", porque a veces te imaginás algo que después no está, hay que trabajar para buscarlo y es un trabajo arduo.

La idea es proyectar el documental en varios puntos del país. ¿Cómo lo están preparando? ¿Cómo ves la problemática de la centralización cultural en Montevideo?

La falta de pantallas para el cine nacional es un tema. La descentralización de la cultura también lo es a nivel nacional, aunque se ha trabajado mucho en los últimos años. Nosotros, luego de la avant premiere en el Teatro de Verano, lo que quisimos fue diseñar una estrategia de distribución para que la película llegara a la mayor cantidad de gente posible. El jueves 4 se estrenó en salas de Grupocine, lo cual siempre es lindo. Una película tiene que ir a los cines, por más que esté poco. Tiene que estar en los cines y trabajamos para eso, entonces va a estar en su lugar natural, que son las salas, durante un par de semanas, lo que la gente permita que esté. Cuanta más gente la vaya a ver, más se extiende la película en cartel.

Después, en el mes de febrero, vamos a hacer una gira itinerante por el interior del país en pantallas inflables que vamos a instalar en plazas, playas, espacios públicos de todo el país, y también en algunos barrios de Montevideo, para trabajar en eso. En acercar la cultura, democratizar el acceso al cine de manera gratuita, y sobre todo en el interior del país. Lo que nos gusta es la idea de llevar el Teatro de Verano al interior del país. Porque mucha gente cuando viene a Montevideo, dentro de los paseos y los lugares obligados, el Teatro de Verano, la Rambla, el Parque Rodó son algunos de los lugares. Nos parecía linda la posibilidad de llevar al Teatro de Verano hacia el interior. Llevar a los artistas al interior y acercarlos. Así que es un lindo desafío, es algo que venimos haciendo hace mucho tiempo, y estamos contentos de que con este proyecto se vuelva a dar.

Un punto fuerte del documental es la variedad de los testimonios y multiplicidad de perspectivas. ¿Recordás alguna frase o idea de un entrevistado que te haya marcado?

Sí, me acuerdo de varias. Una me pareció maravillosa, que fue lo que ocurrió en el Teatro de Verano cuando se dijo, y la gente estalló de la risa. Fue de Ruben Rada, y no me pongo de pie porque salgo de cuadro. Dice "Yo nunca llené el Teatro de Verano", y también está la manera en que lo dice, entre sollozos. Yo nunca me había imaginado que Rada había ido muchísimas veces y nunca había podido llenar el Teatro de Verano. Pero también, desde su carrera, su impronta y su trabajo, es algo que él explica. La cantidad de veces que toca en el año y la cantidad de eventos que hace. A veces habla de momentos en los cuales el artista elige llegar al Teatro de Verano como una confirmación o punto de inflexión en su carrera, que en el caso de él no lo era, pero también en el caso de otros conjuntos en los que él había estado cuando empezó su carrera no había ocurrido.

Después hay anécdotas muy graciosas, como Roberto Musso de El Cuarteto de Nos, cuando nos contó que quedó colgado del techo en un concierto. Ese día me acuerdo de que la forma en la que lo contó y lo compartió en el set fue muy graciosa, y otros no tan graciosos quizás, más para el lado de la emoción, la cantidad de gente que ahí descansa. Que tiene sus restos, cenizas de artistas y personalidades que han elegido ese lugar para quedarse y descansar, cosas que han ocurrido, accidentes, gente que ha perdido también la vida detrás del escenario. Hay un montón de material y de anécdotas que son interesantes y emotivas que construyen el cuadro de la película.

En el cine documental se trabaja con hipótesis, sin poder predecir al 100% el resultado. En este caso, ¿terminó siendo lo que esperabas?

Siempre es un tema ese. Cuando la película llega a la isla de edición y empezamos a ver el material, me acuerdo que lo primero que le dije al editor fue preguntarle: "¿Qué vamos a hacer con esto?". Era tanta información, tantas entrevistas, tanto material, había tantas formas de contar la historia... además las entrevistas después van para distintos lados. A veces obtenés lo que querés, a veces no, a veces hay determinados conectores que te llevan y que te apartan del guion o de la estructura del tratamiento narrativo que habías planteado. Siempre es un desafío, hay algunos proyectos que me han costado mucho más que otros. Al montaje a veces vos entrás con una idea a la isla y salen otras películas.

Esta película tuvo varias etapas, y bien distintas. De hecho hubo un momento en el cual tuve que parar, reformular algunas cosas y algunos bloques que cambiaban totalmente el sentido de la película. Además está dividida en bloques y en dos universos bien marcados, el universo carnaval y el universo rock. Hay una contraposición entre ellos, y en el medio, en esa zona de geometría, esas circunferencias unidas en una zona de intersección, ahí hay otros universos que confluyen y que son interesantísimos, que es otro universo alternativo que no es ni el templo de uno ni de otro. Es otra forma de vivir y de sentir el teatro. Desde una miscelánea, desde un popurrí, desde la lírica, desde el humor, el canto popular, la tropical, y desde otro montón de lugares. Y ese lugar en el medio, esa intersección, esos universos que chocan fue lo más difícil de ensamblar para que los otros dos pudieran convivir. Pero siempre es un desafío el documental, construirlo. Son procesos hermosos, de aprendizaje, donde tenés que estudiar y dar mucho, conectar, y hacerlo con un mundo que quizás no es el tuyo. Yo no tengo en todas las temáticas que trabajo una relación muy directa, ni soy aficionado o seguidor. Tengo que aprender y entender para poder llegar a conectar con el público.

¿Cuáles fueron los principales desafíos o dificultades de este proyecto?

Dificultades siempre existen en estos procesos, en algunos que se profundizan más. En este caso lo primero era definir quiénes iban a ser los entrevistados, imaginate la cantidad de artistas que había sobre esa mesa de posibilidades. Estamos hablando de más de 100 artistas de todos los géneros. Primero achicar esa lista, y mantener la representatividad de cada uno de los géneros. El equilibrio es lo más difícil que hay en nuestras vidas. Ahí también estaba el desafío con el equipo de producción y de investigación. Una vez que llegamos a ese punto de equilibrio, el segundo desafío fue coordinar con cada uno de ellos las entrevistas en una etapa de 15- 20 días de rodaje. Porque los músicos tienen giras, graban discos, tienen conciertos, duermen hasta tarde, no siempre quieren, algunos tienen otros requerimientos, pretensiones, entonces fue muy difícil la coordinación de las agendas. Por eso determinamos cuatro turnos: filmamos de mañana, de tarde, de noche y de madrugada. Eso nos permitió que el Teatro de Verano, que es el gran set de filmación, a lo largo de las distintas entrevistas que van apareciendo siempre se vea de distinta manera. Por las luces, por la noche, por el atardecer, la hora mágica, el sol fuerte. Eso también nos permitió variedad dentro de lo que es un mismo set de filmación a nivel climático; incluso lluvias, tormentas. Eso fue quizás lo más difícil del proceso.

Has dicho en otras entrevistas que, en vez de identificarte como director de cine, preferís llamarte "contador de historias". ¿Qué diferencia clave encontrás?

Sí, eso me pasaba al principio. Cosas mías que ni siquiera en terapia las tuve que hablar, es aceptar que en definitiva estás haciendo cine, que el cine es un trabajo de construcción colectiva, que el cine documental es cine. Es aceptar y validar el género, que está en un muy buen momento a nivel mundial. Hoy estamos con todo el temor de la inteligencia artificial, que vamos a quedarnos todos sin trabajo y vamos a ser prescindibles. Siento que dentro de lo audiovisual el documental es uno de los géneros que está por lo pronto no tan en peligro, porque son historias de personas reales y es muy difícil que la curva pueda hacer que vuelva. Todo se termina acomodando, el péndulo siempre se acomoda. Al principio lo decía, me consideraba un contador de historias y me sentía cómodo con eso. Hoy siento que el trabajo, la constancia y la gestión de otros proyectos audiovisuales han consolidado mi trabajo como director, así que pude atravesar eso.

¿Cómo se encuentran las buenas historias?

Es clave tener un buen periodista a tu lado, yo soy un periodista frustrado. Mi padre es un gran periodista y yo trabajé en algunos medios en mi adolescencia y juventud, y el periodismo siempre estuvo presente. Entiendo que este tipo de proyectos necesitan una cabeza de investigación periodística fuerte, que entienda desde el punto de vista del diálogo que vamos a construir una película con estos objetivos, trabajar en los antecedentes, en la parte estructural, narrativa, los bloques. He tenido la suerte de trabajar con grandes periodistas en todos mis proyectos, en este caso del Teatro de Verano, Carlos Dopico hizo un trabajo maravilloso de investigación. Co-guionamos un montón de cosas e hicimos las entrevistas juntos. Me sentí muy apoyado en ese sentido, así como en Jorge Batlle fue Gabriela Santini, Sebastián Chittadini en La otra pelota. Siempre hay periodistas o gente que admiro muchísimo y que considero piezas fundamentales para poder lograr esto. Caetano también como investigador e historiador, y es muy importante para mí.

Se dice que se terminó la creatividad en el cine, principalmente en referencia a la ficción. Desde tu perspectiva del documental, ¿cómo ves la realidad del cine actual?

Yo consumía muchísimo cine hasta hace unos años; muchas series, y me ha pasado eso. Me he sentido defraudado en el sentido de buscar series o ir a ver determinadas películas y percibir esa repetición y esa falta de originalidad. Aparecen cada tanto cosas maravillosas, pero sí ha cambiado mucho. La industria ha cambiado mucho, la velocidad en la cual nos estamos moviendo es brutal, el exceso de contenidos. Hoy cualquiera con una cámara puede hacer una ficción, un documental. No es como antes, que había más dificultades de acceso, era costoso, y está buenísimo que pase. Quiero separar eso, lo que entiendo como falta de contenidos interesantes de creatividad, o cosas que se están repitiendo. Eso quizás tenga otras connotaciones y tenga que ver más con el mundo en el que estamos viviendo, pero sí me parece alucinante que haya muchas más posibilidades para nuevas generaciones. Que haya un montón de chicos trabajando con herramientas que están al alcance de la mano.

El documental es el género que amo. Fijate que el año pasado creo que el 75% de las películas uruguayas que se estrenaron fueron documentales. Podés verlo desde los dos lugares, qué buena salud que tiene el documental, que alucinante, y qué mal que está la ficción. Es un poco tu pregunta, tratar de engancharlo por ahí. A veces eso ocurre; no sé si tiene relación directa una con otra, hay que analizarlo un poco más a fondo. Pero por lo pronto, en lo que me compete a mí, me parece que está buenísimo lo que está pasando con el género documental, y que la ficción debería revisar un poco algunas cuestiones. Muchos actores de la ficción de Hollywood del año pasado se volcaron a series de televisión. También ahí había una necesidad de salir, guiones flojos, producciones que no estaban acordes, y se fueron para ese lugar. Salieron series maravillosas, icónicas, pero son etapas. Transitarlas es parte también.

¿A qué atribuís esta buena salud del documental? ¿Tiene que ver con un carácter inagotable de la realidad?

Yo creo que hay un montón de razones. Soy un defensor del género y atravesé momentos difíciles. Mis primeras películas las veíamos pocos pocos, éramos realmente pocos en las salas. Jorge Batlle el año pasado fue la película uruguaya más vista de la década. Más de 30.000 personas en sala, más de 400.000 personas en distintas plataformas de distribución. Este año también La otra pelota fue una de las películas más vistas del año, Emoción a cielo abierto abrió con 4.000 personas en el teatro y va a salas ya con un número interesante. Hay que trabajar en tender puentes con el espectador, no solo con las historias, sino con las herramientas de distribución y de comunicación para traer al público y seducirlo para que vuelva a conectar con el cine nacional. Me parece que es por ahí.

Por Catalina Zabala
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