Por Catalina Zabala
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La búsqueda de la novedad es una carrera contra el tiempo en la que muchos artistas se aglomeran. En un mundo repleto de estímulos en todas direcciones, hacer algo nuevo resulta cada vez más difícil.
Federico Giannoni, Emanero para sus oyentes, ve esta aceleración en la industria y le preocupa. Se inició dentro del mundo del rap, donde afirma que obtuvo una pluma que no iba a perder 20 años después. Porque hoy, además de tener dos décadas de carrera musical en su haber, compone para varios otros artistas de su país.
Amante de la experimentación y el intercambio, actualmente trabaja en su proyecto Runflas: una serie de canciones en colaboración con diferentes artistas que comparten una estética que decora el cerno que motivó la idea, el desamor.
A través de lo clásico del traje, el bar y los vinos, tanto sus videos musicales como sus shows están cargados de una composición visual que hoy resulta inseparable de su autor. Se presenta por segunda vez en Montevideo este 2 de agosto en el Antel Arena, con su tour "El último sinvergüenza". Las entradas se encuentran disponibles y pueden adquirirse aquí.
En 20 años de carrera hubo algunos cambios claros en cuanto a géneros musicales. ¿A qué respondieron estos cambios?
Los cambios musicales tuvieron más que ver con mi costado como productor y compositor. En un momento, después de varios años de carrera propia, por pedido de colegas, amigos o discográficas empecé a componer canciones para otros artistas de distintos géneros. Siempre me divirtió hacerlo, y la composición es algo que siempre se me dio bien. Para mostrar esas canciones las tenía que grabar, y lo hacía siempre con mi voz. Con el tiempo me empecé a acostumbrar a cantar otros géneros, a cantar más directamente, a hacer canciones muy distintas a las que yo tenía en mi proyecto. Desde afuera quizás se vio como un cambio muy brusco, pero para mí no lo fue tanto. Entendí que me divertía hacer esas canciones, y que no tenía problema en hacerlas para mí.
Obviamente esto empezó a pasar de a poquito, a partir del 2018, y tuvo mucho que ver con lo que fue la explosión de la música urbana en Argentina. Con la expansión del trap y cómo esa nueva generación, que entró de golpe y de un día para otro a la música urbana, empezó a jugar también con otros géneros. Se empezó a mezclar con cumbia y reguetón, que le dieron mucho aire a la escena musical. Terminaron de romper con algo que ya se venía quebrando antes, que son las barreras de los géneros musicales. Eso de "yo hago rock y no hago otra cosa". La mezcla de todos esos factores me hizo decidir un día que una de esas canciones, en vez de dársela a otro artista, la iba a grabar y lanzar yo como parte de mi proyecto, que fue "Bandido".
Cortesía de producción
Tanto tus shows como tus videoclips tienen una estética visual muy marcada. ¿Qué importancia tiene para vos el aspecto visual en la propuesta de un músico?
Me encanta, la pata visual de mi proyecto siempre me interesó mucho. Estar involucrado en los videoclips, el diseño, las fotos, todo. Puntualmente la estética que terminé usando como firma personal nació cuando grabamos "Bandido", con FMK, Rusherking y Estani. No sabíamos muy bien qué hacer para el video, y FMK propuso en un momento ponernos un traje y subirnos a un escenario. No le dimos mucha bola, le dijimos que sí pero seguimos buscando otras ideas. Armamos otra cosa totalmente distinta, estábamos a punto de filmar y, dos días antes de la filmación, el director me llamó para juntarnos y me dijo que la idea que planeábamos no iba a quedar linda. Que había que ir por algo más simple. Ahí reflotó la idea de FMK de ponernos un traje.
La verdad es que en el momento yo quería que saliera la canción, y si había que ponerse un traje me lo ponía sin problema. No tuve demasiado inconveniente. Ya estaba en una etapa en la que había entendido que el videoclip no hacía la diferencia, y siento que lo que terminó pasando con esa canción particularmente, y sobre todo con esa estética, es que hoy se ve distinta. Quizás la llevás 60 años para atrás y de distinta no tiene nada, porque todos los músicos se vestían de traje. Pero hoy siento que permitió que se escuchara la canción sin distraer tanto con tres vestuarios, cuatro locaciones, explosiones, efectos visuales. El video de "Bandido" fue tan plano y tuvo una vestimenta tan clásica, que hizo que se le prestara un poquito más de atención a la canción. Y por eso cuando hice "Atorrante" refloté esa estética. A partir de ahí, la tomé como marca personal.
Cortesía de producción
¿No tiene también su punto llamativo esto de mezclar lo clásico de la estética con lo urbano de la música?
Totalmente. Pero generó un lindo contraste, porque al mismo tiempo no asomaba por encima de la canción. Siento que la deja en un primer plano, y el video se queda en un segundo plano pero a la vez es llamativo, porque no se usa tanto hoy y genera contraste. Creo que eso fue un combo no planificado. Nunca lo pensamos desde una estrategia de marketing; pero si lo analizo hoy, casi tres años después, siento que puede estar ahí el gancho que la hizo funcionar tanto.
Desde tu perspectiva como compositor y productor de tantos años, ¿qué dirías que le falta al panorama musical actual?
Yo creo que lo que falta —que no es culpa solo de los artistas, sino también del público y las discográficas— es hacer canciones que bajen un cambio. Que sean más lentas, más largas, más musicales. Se entró en una especie de vorágine —y me incluyo— en la que todos queremos sacar la próxima piña, la próxima canción que sea un boom. Y para que sea un boom te querés encerrar en el estudio, querés que tenga efectos y que sea rápida, que marche. Siento que eso nos hizo olvidar que hay canciones que son un poco más lentas, nos olvidamos de las baladas. Por ejemplo Tini, por nombrar a una artista súper mainstream, creo que cuando sacó el último disco o el anterior no cayó en ese error. Hizo baladas y se permitió hacer canciones de otra manera. Seguramente otros artistas también, pero es difícil de encontrar dentro del mainstream canciones un poquito más lentas y pausadas, que sean más atemporales, y que no necesariamente respondan al sonido de moda de hoy. Pero tiene que ver con el clima de época, con los tiempos, con cómo cambio el consumo.
Cortesía de producción
¿Hoy se persigue más aquello que "la puede pegar"?
Sí, pero es natural, yo también estoy adentro de eso. Yo también quiero que mi próxima canción sea popular y la escuche la mayor cantidad de gente posible. Y si la mayor cantidad de gente está escuchando algo, naturalmente voy a tratar de ir para ahí. Siento que quizás hay que tener los huevos o los ovarios de marcar uno mismo el ritmo que quiere que su público escuche. Cuantas más canciones tenés, es más fácil. Cuando tenés pocas canciones y recién arrancás es un poco más difícil. Intentás que todo tu repertorio sea lo más "hittero" posible.
Lanzaste el proyecto Runflas y ahora estás trabajando en Runflas vol. 2, que comenzó con tu colaboración con Ángela Leiva. ¿Cómo nació todo este concepto y qué podes adelantar de lo que se viene?
El proyecto Runflas nace con "Bandido" pero después lo abandoné, porque en principio era una canción y ya. Lo retomé un año y medio después, con "Atorrante". Esa canción le dio el sello, y nos hizo ver a todo mi equipo y a mí que algo pasaba con esto del traje, con esto de ser cuatro invitados arriba de un escenario. Algo sucede. Como éramos una junta de cuatro, los Palmeras, Ulises Bueno y Migrantes, tomamos la palabra "Runfla" como "junta". Cacho de Los Palmeras la tiró al final del tema, dijo: "¡Qué Runfla, papá!", y quedó como sello. Después lo seguimos usando en los distintos temas. Cuando terminamos creo que nueve o 10 canciones y arrancamos la primera de este año, que fue la de Ángela Leiva, decidimos que a partir de ahí empezaba el vol. 2. Todas las que hacemos a partir de ahora son del vol. 2, y la idea es que en octubre o noviembre de este año, podamos lanzar el disco doble. Que el primero sea desde "Bandido" hasta "Borracho y loco", y vol. 2 desde "Podés pedirme perdón" con Ángela Leiva, y ahora vamos por "Romántiko", "La traición" y algunas más.
Cortesía de producción
¿Qué historia cuenta Runflas?
La obra es claramente de desamor, de traición y de desencuentro, sobre todo. A veces desencuentro con una persona, a veces desencuentro con uno mismo, como en "Bandido", pero es básicamente eso. El concepto está entre la traición, el desamor, el olvido, el orgullo, va navegando todas esas áreas.
¿Cómo se hace para cantar sobre el amor, el tema más tratado en la música, desde perspectivas nuevas?
Cada vez que hago una nueva canción, intento que ese sea el desafío. No siempre se logra, a veces uno repite las cosas con distintas palabras o ni siquiera eso, pero también forma parte del estilo de uno. Hay otras veces, que es cuando se siente más satisfacción, que es cuando lográs volver a tocar la misma temática con un enfoque nuevo. Siento que en "Bandido", en "Atorrante" y en "Sinvergüenza" sobre todo pasó un poco eso, y quizás por eso fueron las tres más exitosas del formato, junto con "Adicto". Pero es un desafío del día a día. Cada vez que uno se sienta a componer una canción, a tratar de hacer algo nuevo dentro del estilo que quiere hacer, se enfrenta con eso. Es difícil, pero la idea es intentar y estar constantemente pensando. Por lo menos yo estoy constantemente pensando en canciones, en cómo podría abordar una temática para que no suene repetitiva, pero es un desafío del día a día.
Cortesía de producción
"Experiencia Runfla": tus shows ofrecen al público algunas mesas como de bar dispuestas contra el escenario, con cata de vinos y alimentos. ¿Cómo se te ocurrió y qué permite?
Cuando preparé el primer Luna Park en 2024, lo primero que hicimos fue tratar de convertir el escenario en lo mismo que se ve en los videoclips. Lo mismo, pero engrandecido. Una vez que terminamos con toda esa parte del concepto y que ya teníamos más o menos el show armado, pensamos qué podíamos hacer del escenario para abajo, para brindar también una experiencia similar a la del video. En vez de poner butacas en las primeras filas, pensamos en poner mesitas de a cuatro sillas y permitir que puedan estar tranquilos tomando un vino y comiendo algo. Así nació un poco y es súper divertido, porque esa parte del concierto es casi como si fuera una cena show. Pero estás adentro de un Luna Park, y no en un restaurante. Se genera un contraste lindo, y la gente lo pasa muy bien. En teatros chicos no lo podemos hacer. El año pasado, cuando vine a la Sala del Museo, no fue posible. Este año justamente elegimos el Antel Arena para poder hacer esa experiencia completa, para poder pintar el escenario que a nosotros nos gusta, y poder brindarle a la gente que está abajo la misma experiencia.
¿Qué se puede esperar del show del 2 de agosto en perspectiva de tu primera visita al Uruguay? ¿Cómo es tu relación con nuestro público?
Súper, el público uruguayo fue muy generoso conmigo todo el año pasado y en 2023. Cuando estuve en la Sala del Museo fue increíble; la gente lo dio todo, hicimos dos funciones agotadas. Pero yo me sentí en deuda, porque quizás nos tiramos un poquito a menos y estábamos para hacer el show completo que hicimos en Buenos Aires. Este año no hubo duda, si veníamos a Montevideo íbamos a hacer el show completo. La relación con el público es muy linda, y además es un show que llega súper maduro, porque aquella primera vez en el Luna Park había un montón de dudas. Cosas que no sabíamos cómo iban a funcionar. Cosas que preparamos y no funcionaron, o que no preparamos y surgieron de casualidad, y que sí gustaron entre el público, entonces llega muy pulido al Uruguay. Ahora, el desafío más grande de traer el show al Uruguay, es el tema de los invitados. Estamos tratando de hacerlo compatible con las agendas de otros artistas.
El show no es solamente de Runflas, de traje y canciones actuales, sino que también hay todo un segmento dedicado a mi etapa previa. Hay mucha gente que en 2012, 2013 y 2014 me han bancado con mi música, tengo un gran nicho de esa época acá en Uruguay, y no había tenido la oportunidad de traerles un show. Entonces me parece un poco injusto venir al Antel Arena y desconocer toda esa etapa, cuando todo lo que está pasando conmigo hoy tiene que ver con que yo no haya bajado los brazos durante esos años. Es un poco una retribución. Aunque haya tres o cuatro personas que conozcan esas canciones, yo los hago felices. Además, me gusta mostrarle a la gente que se sumó a mi proyecto hace un año y medio o dos, qué es lo que hacía antes, de dónde vengo, por qué las canciones que hago tienen el color que tienen, y por qué toco las temáticas que toco.
Cortesía de producción
Mirando para atrás, ¿qué te aportó como compositor el haber empezado en el mundo del rap?
Componiendo, me dio pluma. El rap de la época en la que yo participaba —porque fue mutando en el correr de los años—, tenía la particularidad de que todos los raperos de la época intentábamos que cada canción hablara de algo de lo que todavía no se hubiera hablado. Me dio un poco ese entrenamiento en esa búsqueda de estar todo el tiempo viendo qué canción todavía no se hizo, qué letra todavía no se cantó, eso por un lado. Y por el lado del escenario me dio gran entrenamiento también, porque era mucho más desgastante la cantidad de palabras que yo decía por minuto en un show de dos horas de hace 10 años, en comparación con la cantidad de palabras que digo ahora. Hoy me siento mucho más cómodo y tranquilo en el escenario.
Por Catalina Zabala
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