Por Sofía Durand Fernández
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Los focos de luz cálida y tenue iluminan el centro del piso de madera cuadriculada. Por fuera del perímetro, solo reina la oscuridad.
—Le rythme... l'enthousiasme.
Gabriel Calderón, con su cuaderno de anotaciones en mano, se mueve alrededor de 16 jóvenes. Algunos están acostados boca abajo, otros sentados con las piernas cruzadas; varios están descalzos. Calderón se detiene a leer lo que escribió. Una vez que se pone de acuerdo y explica qué quiere, qué necesita de ellos, continúa caminando. No hay espacio para el español, todo se dice y se discute en francés.
Da una orden y la estructura se transforma en una pasarela. Las dos filas se dan la espalda, y una chica de no más de 1.60 metros de altura camina por el medio. Ya no es más una joven que viste campera Adidas y bermudas: es una tirana capaz de derribar a todo aquel que señala. No es necesario entender lo que dice, con ver su semblante lleno de odio, que por momentos posa audazmente la mirada en los pocos espectadores presentes en el ensayo, es suficiente.
Este ensayo de Zucco, una adaptación de Roberto Zucco (1990), podría estar ocurriendo en Francia o Suiza, países en los que el exdirector de la Comedia Nacional suele dar clases.
En realidad, es un lunes de abril en el Instituto de Artes Escénicas (INAE), ubicado en Ciudad Vieja.
La Manufacture es una escuela de las artes de la escena de Suiza. Dentro de sus programas, se puede encontrar el grado en Teatro. “Es el grado universitario de la escuela práctica. Cuando vos querés estudiar intelectualmente, por lo general vas a la Sorbona. Pero cuando querés estudiar lo práctico, vas a una escuela de altos estudios”, explica Calderón.
Según él, hay tres escuelas de prestigio de habla francesa: el conservatorio de París, el de Estrasburgo, y La Manufacture.
Como trabajo de fin de carrera, La Manufacture manda a los estudiantes a trabajar con un director de Europa, en el lugar donde este ejerza. En años anteriores, han contado con nombres como Tiago Rodrígues (Portugal) y Pascal Rambert (Francia).

Fotos: Carlos Dossena
Gabriel Calderón da clases con frecuencia allí. Frédéric Plazy, director de la institución, le pidió que dirigiera una “salida” y acordaron que fuera en 2026. Sin embargo, los planes cambiaron: querían que lo hiciera este año. “Era imposible, tengo todo el año tomado. Insistieron, y les dije que lo único que podía hacer era que los mandaran hasta acá”, recuerda el dramaturgo.
La escuela estuvo de acuerdo, pero Gabriel ya no estaba al mando de la Comedia Nacional. Por lo tanto, trabajó en conjunto con los talleres de escenografía y vestuario del Sodre y el INAE, que prestó su sala de ensayo, para que esto pudiera llevarse a cabo.
La cuadrícula de madera es invadida por cuerpos desperdigados. El director comenta que la escena se asemeja a una pintura de Matisse. A la chica, cuyo cuerpo vuelve a ser habitado por ella misma, le hace correcciones sobre la energía con la que debe pronunciar ciertas palabras. Repite los diálogos. Se cerciora de que entienda. Un chico que viste un canguro de Peñarol, observa atentamente las indicaciones.
—La idea es que atraviesen la ciudad en las cuatro semanas que vienen— dice Calderón.
Fueron a la Criolla del Prado, a ver obras de teatro de la Comedia Nacional como Dulce pájaro de juventud y Carne viva, y también teatro independiente, incluso salieron a bailar.
“Hay toda una parte de hacer el trabajo, pero después hay otra que vivís mientras estás ahí. Eso es tan importante como el trabajo que hacés. La idea era decirles que vengan a trabajar, pero también a vivir la vida de la ciudad”, explica Gabriel.

Fotos: Carlos Dossena
Sin embargo, el espectáculo no es una mera excusa ni tan solo una tesis de fin de curso: para ellos representa la oportunidad de mostrarse haciendo una obra profesional. Luego de los dos preestrenos en la Sala Balzo de Montevideo, la obra se estrenó en el Teatro de Vidy en Suiza y girará por todo el país. Representa la posibilidad de que los llamen de producciones y comiencen a trabajar de manera profesional.
Durante un descanso de diez minutos, se acerca Claire. Es de las únicas alumnas que sabe español.
—Me encanta Uruguay, la gente es muy simpática. En Suiza somos muy tranquilos, tenemos que ser corteses todo el tiempo. Acá todo puede pasar. Hay una cosa en el aire, no sé qué es.
El mayor desafío era presentar la obra en francés en un país donde se habla español. Si bien los subtítulos se proyectaron en la pantalla, según ella se trata de un trabajo corporal energético y exigente. “Gabriel es un director muy diferente a los que tenemos en Suiza. Te da indicaciones sobre cada detalle”, explica.
Mientras el ensayo se lleva a cabo, sentada a oscuras con una computadora sobre su regazo se encuentra Valeria Bertolotto. Además de ser actriz, es la jefa académica de los estudios de Teatro en La Manufacture desde hace cinco años.
—Es un workshop grande y la idea es que puedan vivirlo en condiciones profesionales. Entonces siempre intentamos encontrar a alguien que sea interesante, que pueda darles algo y que sea reconocido internacionalmente.

Fotos: Carlos Dossena
Bertolotto lo define como una experiencia de vivir otra cultura, especialmente en el ámbito teatral: “Hay otras maneras de ver, y también otras personas que no tienen las mismas oportunidades que en Suiza. En la mayor parte de Europa, solemos pensar que nuestra manera de ver el teatro es universal, pero es interesante darse cuenta de que no, y de que hay otras perspectivas y maneras. Es interesante que ellos lo sepan”.
Además, contempla que, en Europa, hay una “cierta distancia con las cosas” y una forma más mental en el teatro contemporáneo, mientras que en Sudamérica hay una “conexión con las emociones”. Por lo tanto, cree que es interesante que los alumnos vean que se pueden usar otras herramientas en las que lo académico “no hace tanto énfasis”.
¿Por qué Gabriel y por qué Uruguay? Valeria dice que la dirección de La Manufacture no solo conoce el trabajo de Calderón, sino que también tiene en cuenta la importancia de “tener diferentes perspectivas”. Aunque afirma que no fue difícil convencer a la directiva, la cuestión monetaria y ambiental fueron desafiantes.
“Hoy en día, para una institución, no es tan fácil decir que vas a llevar 16 personas en un avión al otro lado del mundo. Políticamente no es tan fácil por la conciencia ecológica”, explica.
Gabriel busca en su celular un video del ensayo. Afirma que su intención era una puesta de escena con mucha danza, aspecto que trabajó junto a Paula Rhode: “Tenía la idea de mezclar cumbia, vogue y diferentes elementos de la danza urbana. No podemos tener una pasarela y no trabajar vogue. ¿Pero vienen a Uruguay y yo les hago trabajar eso? Entonces empezamos a ver cómo mezclarlo”.
En la pantalla, se ve la idea convertida en realidad. Nuevamente la pasarela, ahora invadida por los actores, que hacen pasos de voguing con una cumbia de fondo.
Zucco se estrenó el 3 y 4 de mayo en la Sala Hugo Balzo del Sodre. El 14 y 15 de junio se presentó en el Théâtre Les Halles de Suiza.
Por Sofía Durand Fernández
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