Por Catalina Zabala
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Durante esta entrevista, los integrantes de Chino hicieron énfasis en su motor compositivo y en cómo les dio su carácter. La necesidad de evacuar su creatividad en algo diferente a lo que hacían en proyectos paralelos.
Martín Recto desde Danteinferno. Juan Sacco desde La Hermana Menor; y el escritor Daniel Mella, incorporado a la banda el pasado 2024, que descubrió nuevas perspectivas para darle a su pluma. Nuevas formas de narrar.
Así, decidieron alejarse de la canción para adentrarse en lo que explican como la repetición del sonido. O mejor dicho, sonidos y silencios enhebrados. En palabras de Juan Sacco, "mantras sonoros".
Sus experiencias compositivas junto a Tüssi Dematteis les dio un choque sin igual con la escritura de las letras, Sacco lo recuerda como un "gran letrista". Y hoy, años después, continúan centrados en la particularidad de su sonido y la experiencia en vivo.
El pasado mes de mayo lanzaron Volvére (2025), un EP que nace a partir de vivencias personales y un trabajo compositivo cargado de intuición. Según Daniel Mella, es con un simple acento cambiado que describe, de manera sencilla, la esencia de la banda.
Se presentan el 4 de octubre en la Sala Ducon, y las entradas pueden adquirirse aquí.
Martín formó parte de Danteinferno, y Juan de La Hermana Menor. ¿Qué le aportaron a Chino sus diferentes experiencias en otros proyectos de referencia para la música nacional?
Juan Sacco (J. S.): Creo que la idea fue hacer algo totalmente diferente a lo que veníamos haciendo cada uno. Nos gustaba esto de alejarnos de la canción, empezamos a mezclar ritmos y bases para trabajar sobre la repetición. Nos gustó eso y lo empezamos a explorar. Creo que lo mejor fue que nos conocimos con Martín tocando con Andy Adler, que nos había invitado con una formación suya, y después cada uno tenía su banda.
Martín Recto (M. R.): Y la investigación de Chino también se fue metiendo de alguna manera en nuestros proyectos más cancioneros.
En lo creativo, ¿cómo trazaban líneas divisorias en torno a lo que creaban para un proyecto o para el otro? ¿No existía el riesgo de la repetición?
J. S.: Es que en verdad surgió de otras exploraciones. Él tocaba la batería y la guitarra rítmica, entonces empezamos a trabajar sobre esto de qué pasaba con la repetición, con generar mantras sonoros. No hubo una continuidad entre lo que veníamos haciendo antes en relación a Chino.
M. R.: Sí, fueron otras búsquedas estéticas. La repetición y lo denso.
J. S.: También estábamos en bandas muy de canciones. Tocábamos con grandes compositores, Martín tocaba con Pancho y yo con Tüssi. La composición ya era muy rica desde la canción, la melodía, etc. Pudimos corrernos de ahí y empezar a investigar en otras cosas.
Foto: Javier Noceti
Lo experimental está muy presente y el sonido parece tener mucho más protagonismo que las letras. ¿Fue algo buscado desde el inicio?
M. R.: Sí, la intención es que sea un todo. Si bien capaz que las letras no están tan presentes todo el tiempo, lo que se dice está superpensado.
J. S.: Y eso de pensar mucho el sonido también atraviesa las letras. Nosotros pensamos el sonido como una cosa sola; de letras, de música, de todo. La experimentación es en ese plan, de generar una única cosa. Capaz está más fragmentado, la canción quizás no es tan narrativa, o lo es de otra manera. La búsqueda es que lo sonoro sea toda una misma cosa. Entre la letra, lo que se dice, lo que se hace, también a nivel textural de lo que sucede.
Daniel se sumó a la banda el año pasado. ¿Cómo recordás ese momento y qué rol jugó tu experiencia desde la literatura?
Daniel Mella (D. M.): Sí, entré el año pasado. Para mí fue como ponerme en un lugar de aprendiz absoluto, empezar algo de cero. Me encontré con Juan y Martín, que son excelentes maestros, me vienen enseñando lo que es cantar y escribir para Chino.
J. S.: Creo que lo copado de Dani fue encontrarnos con él. Más que algo en particular, creo que fue el encontrarnos a la par. Después, todo lo musical fue muy anecdótico. Creo que nos copamos nosotros y esa fue la materia prima de la decisión. No fue decirle a Dani por el hecho de que él escribiera. Si Dani fuera plomero, le íbamos a decir igual.
D. M.: Sobre lo de las letras en segundo plano, yo nunca me sentí trabajando de una manera tan particular y tan fina con las palabras como en Chino. Es una búsqueda muy específica, una generación de imágenes a través de la sustracción más absoluta. Si vos escuchás algunas letras del EP, la imagen que se reproduce en tu cabeza no es una imagen que describe la letra, está detrás de la letra. Hay una canción que dice "Entren, entren; tómense todo, llévense todo". En ningún momento te está hablando de quién es el que dice, dónde está, a quién le está diciendo, pero esa imagen se empieza a generar en tu cabeza de una manera que, creo, que se diferencia de las demás bandas también. Ya se diferencia desde el uso de la palabra. Toda la estética se junta en lo que es el sonido, el bajo o lo que sea, y la letra se le parece. Es parte de lo mismo, y para mí fue como aprender. Es otra manera de escribir.
Foto: Javier Noceti
¿Puede tener que ver con que la literatura no conversa con otros elementos? Acá se trata de escribir en conjunto con la música, con un sonido.
D. M.: Totalmente. En este caso además yo traigo una letra, pero esa letra es intervenida por todos. Juan tiene una sensibilidad especial como para darse cuenta de qué es lo que no. Para sustraerle algo y darle una vueltita o encontrarle la manera en la que debe ser dicha. Yo recibo mucha instrucción de cómo atacar la canción desde la interpretación. Me dan indicaciones, y yo más o menos entiendo por dónde quieren que vaya.
M. R.: Daniel es un tipo muy inteligente, y eso ayudó mucho a que pudiese captar rápido los conceptos e ideas. Se adapta rápido. A veces son cosas muy abstractas, pero Daniel las agarra. Así fue como estuvimos trabajando.
D. M.: Para mí, esa es una de las cosas alucinantes que sucedieron casi desde el inicio; el darnos cuenta. Al principio, yo estaba por dejar, porque sentía que no servía para nada, que no me salía nada. De repente empecé a ver cómo funcionaba la creatividad entre los tres, entonces me sentí en buenas manos. Yo sabía los buenos músicos que eran, pero ya verlos en acción a la hora de crear algo, la sutileza del concepto, lo persuasivo que era. Una cosa es juntarse también con gente que te cae bien y que capaz que son talentosos, pero puede no suceder nada con eso. Pero cuando además del encuentro la obra que estás generando te persuade y te enamora, no hay cosa mejor.
J. S.: Además, lo que hacemos lo pensamos como una cosa entera. No separamos música de letra, sino que hablamos todos de todo. Nos gusta esto de acercarnos a la canción desde un lugar determinado. Algo que esté pasando, que te resuene y que no entiendas muy bien. Que adentro del cuadro sucedan cosas que te lleven a algún lugar.
Foto: Javier Noceti
El vínculo humano tiene un rol clave en el funcionamiento de la banda, a diferencia de otros casos.
M. R.: Para nosotros es fundamental, es un incentivo para la elaboración de lo que hacemos. La discusión y el encuentro nos arma mucho la cabeza. Así le fuimos dando vueltas y haciendo ese EP, y ahora seguimos en otra etapa. Eso es primordial.
D. M.: Hay una cosa que pasa en la banda, y es que no hay ninguna canción que hayamos grabado que no nos cope por igual. No hay una canción que no me guste cantar. Tiene que haber un gusto absoluto; no solo con cada canción, sino con cada elemento de ellas.
M. R.: Trabajamos mucho la intención de cada pieza. Cada una está diciendo algo, y trabajamos mucho la interpretación, la intención, todas tienen su lugar particular.
Además de haber coincidido en La Hermana Menor, Tüssi Dematteis participó en su álbum Chicos, chicos, chicos (2023). ¿Cómo fue trabajar con él y qué legado dejó en su proyecto?
J. S.: Lo interesante de grabar ese disco con Tüssi fue sacarlo de la canción, él era el gran compositor y el gran letrista. Era un tipo muy singular, un grande de verdad. De los grandes compositores de música popular. Haberlo sacado y corrido a este lugar, una cosa más ruidosa y no cancionera para nada, fue hermoso. Es el único disco suyo que tiene que ver con algo alejado de la canción.
M. R.: Él estaba muy copado, con nosotros también había tomado un perfil más performático. Lo invitamos a tocar una vez, y yo nunca había visto bailar al Tüssi como bailó ahí. Él mismo estaba explorando otros horizontes.
Foto: Javier Noceti
El álbum 18 de Roxlo (2017) es un disco interactivo. ¿Cómo funciona y qué quisieron poner sobre la mesa?
J. S.: En ese momento trabajábamos con Martín y Fabián Barros, un artista digital. Lo que hizo Fabián, que es el brujo de la tecnología, fue una plataforma a la que vos podías entrar y cambiar algunos recursos de la música en tiempo real. Eso creo que fue lo más interesante que surgió del disco. Vos entrabas, intervenías el disco, y podías escuchar una canción diferente cada vez que movías determinadas coordenadas.
Toca un tema muy discutido dentro del arte, que es el lugar que tiene el oyente en la obra. Para algunos el arte debe ser autosuficiente, pero para otros no hay obra sin el que la contempla. ¿Qué opinión tienen al respecto? ¿Quisieron jugar con eso?
M. R.: Sí, a nosotros lo que nos interesa es generar productos que tengan que ver con la idea general. Que todo lo que sale de nosotros sea Chino. El cómo editamos la música es un gran tema; es una propuesta que invita a lo libre, en la cual, en realidad, los límites nos los ponemos nosotros. Chino es un proyecto abierto a poder pensar diferentes maneras de lo que sea.
J. S.: Tiene que ver con adaptarlo a otras formas. Esto era con un artista visual, estuvimos trabajando mucho tiempo con lo visual y con cómo cambiar también. En ese disco, lo visual tuvo mucho que ver con la plataforma que creó Fabián. Después hicimos una presentación, que era con un montón de músicos que iban a tocar por primera vez, el día de la presentación, su parte en un tema, sin haberlo ensayado con ellos. Nos interesa eso, que no sea la típica banda que va, arma su repertorio y lo toca. Lo vemos por otro lado, que adopte formas diferentes.
Recientemente lanzaron su EP Volvére. ¿Qué plantea en perspectiva de sus obras anteriores?
D. M.: El tilde en la "E" es Chino. Cambiarle el acento a las cosas.
J. S.: Con el disco estamos muy copados. En cuanto al sonido y al diseño sonoro, que Martín trabaja mucho esa parte, nosotros no tenemos ningún recurso económico ni ningún sello. Martín viene trabajando el sonido desde siempre, entonces hay una evolución o un progreso en eso al que se ha sumado Daniel. Entonces estamos muy contentos y comprometidos con lo que estamos haciendo.
M. R.: Volvére tiene que ver con un montón de cosas. Tiene que ver con la vida personal de cada uno; con volver después de la muerte de Tüssi, que fue algo fuerte. También reencontrarnos con esto de la repetición que nosotros hacemos. Si bien son bases repetitivas, al mismo tiempo cada interpretación de la música es única. No es que nosotros manejemos estructuras más clásicas, sino que todo se maneja en capas y la composición es más a nivel intuitivo.
J.S.: Improvisamos con lo que tenemos para cada pieza, tenemos determinadas líneas pero es siempre diferente. Nos ponemos con determinada duración de canción, pero adentro en realidad estamos improvisando. Yo tengo lo que toco, Martín lo mismo y Dani lo mismo. Pero cada vez que lo tocamos lo hacemos de determinada manera.
M. R.: La improvisación es en cuanto a la estructura, no tanto a lo tonal. En vez de ser un trío, esto es casi un cuarteto. Yo toco con metrónomo, que es como si fuera el cuarto integrante de Chino. Todos nos acomodamos a ese beat que yo tengo en los auriculares, cada uno maneja dos o tres elementos en una paleta bastante reducida, y esos elementos vemos cómo los metemos en la estructura de la canción. Estamos atentos a lo que pasa a nivel sonoro y vemos cómo entramos y salimos de esas cosas.
¿Cómo hacen para acoplar sus tres sensibilidades diferentes?
J. S.: Eso surge siempre de un riff de batería, de un riff de bajo o de una letra que trae Dani. Después, mucha discusión: traemos, cortamos, grabamos mucho.
M. R.: Igual, en la producción musical siempre hay consenso. Hay un poco más de discusión en cuanto a lo visual, ahí a veces aparecen otras visiones. Pero en lo que es música, no hay discusiones. Capaz yo llevo una batería que me parece muy copada, pero no funciona, y ya está. No hay una cuestión de egos.
J. S.: Siempre nos tiene que copar a los tres lo que hacemos. Si a alguno no le gusta por algo, no termina de cerrarle y hay dos discusiones, lo dejamos.
D. M.: Eso es increíble, yo no sabía que se podía hacer entre más de tres personas. En ese sentido es nuestra regla: tiene que ser tan persuasivo para los tres que ya no tengamos ninguna duda a la hora de grabarlo y de llevarlo a un escenario. Y esa es la convicción al final. Si el tema llega a ese lugar de convencernos a los tres, es porque era. Las canciones se revelan. Aparecen.
Para mí lo que se dio desde que nos empezamos a juntar fue una palabra: magia. Empezó a pasar eso, estábamos en el ensayo y caía una palabra que decía uno, una imagen que traía otro, y de repente se empezaba a armar la canción. Y cuando eso empieza a darse, ¿cómo no vas a confiar? Yo por lo menos nunca lo había experimentado, para mí esa es la prueba. Es una especie de predestinación que nos atraviesa.
J. S.: Sí, hay una sintonía o afinidad que nos permite intuir para dónde va lo que estamos haciendo, y traemos ideas para eso.
Presentan el disco este 4 de octubre en la Sala Ducon. ¿Cómo lo están preparando?
J. S.: Lo vamos a filmar de una forma muy especial.
M. R.: En el show van a ser nueve piezas, va a durar más o menos 50 minutos, va a tener su narrativa y su dinámica. Ya estamos ensayando hace rato, y la invitación es a entrar en el viaje. Que la búsqueda sea algo más experiencial, que la gente vaya y sienta que lo mántrico convoca.
D. M.: Yo les estoy diciendo a mis conocidos que vayan al show, y no es para que me acompañen a mí o a la banda. Es una experiencia estética muy potente, que creo que es lo que sucede cuando nos juntamos. A mí no me pasa muy seguido eso de sentirlo, ni siquiera me pasa con mis libros. No recomiendo mis libros a la gente, prefiero que se los encuentren solos y después me digan. Pero con esto se siente lo de invitar, porque es algo que no se ve muy seguido, realmente. Lo hacemos con mucho compromiso, y es abrir un poco la oreja a una propuesta diferente. La canción difiere de lo usual.
M. R.: Es violenta y sofisticada.
J. S.: Yo creo que es ambas. Sobre todo intensa, es eso que decía Martín. La invitación es a explorar otras maneras de hacer música.
M. R.: Es lo físico del sonido. Nosotros lo trabajamos como una masa, más por la sensación y los sentidos.
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